Más de tres lustros de violencias desatadas y la clase política sigue pensando en lo mismo: cuánta fuerza y de qué tipo se requiere para reducir el horror y encaminarnos a ser un país que pueda garantizar la vida, controlar el territorio, romper el vínculo político-criminal y desmantelar redes criminales con gran capacidad de fuego.
Todos los partidos políticos son o han sido gobierno a nivel estatal y federal. Todos han pretendido contener la violencia sin pasar por la justicia. Ante las violencias, las respuestas han sido más militares y prisión preventiva oficiosa.
Las candidaturas a la Presidencia ya pusieron sobre la mesa sus propuestas que son más de lo mismo, unas peores que otras. Preocupa sobremanera las propuestas de Morena de continuar con la apuesta militar, la elección de jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial, y la continuación de la política fallida y perversa de búsqueda de desaparecidos. De entre las propuestas de la Oposición también preocupa la construcción de megaprisiones en lugar de transformar el sistema penitenciario y la firma de un Tratado para la Seguridad de América del Norte que en las condiciones actuales fortalecería a los militares y a las fiscalías corruptas y capturadas. Se puede pensar en un tratado solo después de depurar las instituciones mexicanas.
En ningún lado aparece abatir la impunidad, transformar fiscalías, reformar por completo el sistema penitenciario, desmantelar las redes de macrocriminalidad (político-criminales) y un proceso sólido de Justicia Transicional.
Es necesaria una gran Comisión de la Verdad, completamente independiente, que genere narrativas nacionales, regionales, temáticas y temporales de los contextos, métodos, patrones de violencia y de impunidad, así como de las redes de colusión entre agentes y fuerzas del Estado, clase política, empresas privadas, crimen organizado y otros grupos armados. Las fiscalías del País tardarán años en poder ser descapturadas y fortalecidas; mientras tanto se requiere un Mecanismo Extraordinario de Justicia que aborde fenómenos de gran violencia y corrupción para desmantelar las redes de macrocriminalidad.
Las propuestas hasta hoy presentadas se encuentran muy por debajo de la realidad. La clase política se sigue negando a perder el control político de la verdad y la justicia. El País presenta una descomposición mucho peor que los diagnósticos que presentan las campañas. Cada sexenio se piensa que no podríamos estar peor, la realidad demuestra lo contrario. No alcanza con pequeños o medianos ajustes, mucho menos con la continuidad del descomunal fracaso en materia de seguridad y reducción de la impunidad. Sin un compromiso absoluto por la verdad y la justicia, no hay militares y cárceles que alcancen.
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El autor es especialista en Derecho Penal Internacional, Justicia Transicional y Derechos Humanos
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