@fopinchetti / SinEmbargo.MX
Como símbolo resulta perfecto. Indica frustración, fracaso. Y también engaño, mentira, demagogia. En alguna manera resume lo que ha sido el gobierno de la capital. Aunque en una mirada más amplia, nos muestra la realidad de la autollamada Cuarta Transformación.
El origen fue la incapacidad y la indolencia para atender a una palmera emblemática que había sobrevivido más de 100 años en su glorieta del Paseo de la Reforma. La dejaron morir.
Y entonces vino el recurso populista. En lugar de recurrir a los especialistas, botánicos que los hay en México magníficos, se sometió al estilo del Jefe a una “consulta popular” la decisión sobre cuál especie debería sustituir a la Palma asesinada. Y la gente eligió, dijo el gobierno, a un ahuehuete.
El ahuehuete es una especie originaria de México. Su nombre en náhuatl significa “viejo de agua”. Esto no es casual: este árbol requiere de mucha agua y suele crecer a la orilla de arroyos y ríos. No en una glorieta de una de las avenidas más importantes y transitadas de la Ciudad de México. Pero el pueblo, que nunca se equivoca, lo escogió.
Los profesionales de la botánica se dedican entre otras cosas, según el portal especializado EuroInnova, a planificar tareas acerca de conservación del medio ambiente, administrar políticas de gestión para una administración de la biodiversidad, aplicar proyectos de investigación en áreas ecológicas, dar asesoramiento de planes para la protección ambiental y desarrollar estrategias de control ambiental y ecológico en países.
Es decir, son ellos los expertos en materia de conservación de la flora, el diseño y desarrollo de espacios verdes, parques y jardines en las ciudades, la selección de especies adecuadas para cada ámbito, suelo y clima. Hay arboristas, certificados por la Asociación Mexicana de Arboricultura, A.C.
Sin embargo, ellos fueron ignorados.
Además, el pobre ahuehuete destinado a la glorieta de Reforma y Niza-Rhin, de 20 años de edad, fue traído de un vivero ¡de Nuevo León! Y fue sembrado de manera precipitada e inadecuada, según advirtieron varios especialistas. Eso fue el 5 de junio del año pasado, hace casi nueve meses. Desde un principio, el árbol dio muestras de mala aclimatación. Empezó a perder su follaje verde. Entonces, el gobierno argumentó que el ahuehuete estaba estresado. Y cómo no.
Fue hasta entonces que se pensó en dotarlo de un suministro especial de agua y se hicieron en la glorieta instalaciones hidráulicas especiales con ese propósito, mientras las hojas seguían cayendo. También se colocó una cerca para protegerlo, la cual fue tapizada de fotografías, dibujos y letreros denunciando la creciente e incontenible desaparición de personas en nuestro país. Otro símbolo.
Aunque las autoridades capitalinas insisten en negar la evidencia y aseguran que el ahuehuete reverdecerá en primavera, la verdad es otra. En noviembre pasado, el especialista Saúl Alcántara, declaró al diario español El País y a otros medios que el árbol estaba muerto desde hacía más de un mes. “Jamás va a revivir”, sentenció el investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Acusó que desde un principio hubo “errores fatales” en el proceso de trasplante, además.
La tragedia del ahuehuete, para colmo, se suma a una serie de descalabros que en cascada ha sufrido en los últimos meses la jefa de Gobierno capitalina, Claudia Sheimbaum Pardo, luego de la contundente derrota que sufrió en las elecciones de 2021, cuando Morena perdió nueve de las 16 alcaldías capitalinas.
Los sucesivos accidentes registrados en varias líneas del Metro, calificadas por ella como “incidentes atípicos”, han marcado ya a su gobierno. En el caso más grave, el alcance de trenes en la Línea 3, en el que murió una joven estudiante de la UNAM y más de un centenar de pasajeros resultaron lesionados, se agrega el hecho de que mientras eso ocurría la mandataria capitalina se encontraba en Morelia, Michoacán, a donde viajó para realizar actividades proselitistas como precandidata presidencial.
El manejo mediático de esos accidentes por parte de las autoridades ha resultado un desastre. Primero se deslizó la hipótesis de que se trataba de sabotajes, luego se atribuyó a indolencia de los trabajadores e incluso se consignó al conductor del tren colisionado. Después se manejó el robo de cables como causa de los “incidentes”. Todo ello, mientras se descubrían las graves deficiencias que se registran en las tareas de mantenimiento debido a la escasez de recursos provocada por el “recorte” aplicado por el gobierno federal al STC. Dato elocuente: entre 2019 y 2022 se contabilizaron 431 percances en el Metro de la CDMX.
El atentado contra el periodista Ciro Gómez Leyva, el pasado 15 de diciembre, ha dado lugar a otro desacierto reciente. Con inusual eficacia, se detuvo tres semanas después a 12 supuestos implicados, aunque a ninguno de ellos se acusó de tentativa de homicidio. Los cargos fueron por posesión de armas, daños contra la salud y cohecho.
Casualmente, justo al cumplirse dos meses del atentado y después de que se difundió en el noticiero radiofónico del propio Ciro esa situación, incluida una entrevista con el abogado de cinco de los detenidos, el jefe de la policía anunció que justo ese día, vaya casualidad, se habían liberado órdenes de aprehensión por tentativa de homicidio contra cuatro de los implicados. Nada se sabe de los autores intelectuales.
Agréguele la fallida -y patética- “operación” contra Sandra Cuevas en la Cuauhtémoc del pasado 25 de enero, cuando el Contralor General del gobierno de CDMX, Juan José Serrano Mendoza, encabezó en persona al frente de 300 policías la toma de la alcaldía para capturar 13 paquetes de supuesta propaganda contra la propia Sheinbaum Pardo.
Tres semanas después, por cierto, el propio contralor Serrano Mendoza fue captado con su novia afuera del State Farm Stadium de Glendale, Arizona, donde asistió al Super Bowl mediante pago de mínimo 110 mil pesos por cada boleto, amén de pasajes, gastos y alojamiento. Ante ese hecho flagrante, la jefa de Gobierno trastabilló, resbaló y trató de justificar la conducta de su subordinado aduciendo que cubrió esos gastos con sus propios recursos (sic).
Y encima de todo lo anterior, a Claudia se le secó el ahuehuete. Válgame.
AMLO EN UN BRETE. La eventual exoneración de Genaro García Luna en una corte de Nueva York tiene vuelto loco a Andrés Manuel. Durante tres años ha usado al ex secretario de Seguridad Pública para condenar a los gobiernos del pasado y especialmente para golpear a Felipe Calderón Hinojosa. Ahora pudiera ser escandalosamente desmentido. Eso explica la celeridad con que el titular de la UIF, Pablo Gómez, “integró” una averiguación según la cual hay 30 contratos que involucran a García Luna en malos manejos, lo cual no se prueba en absoluto. Además de que no se especifica la irregularidad de dichos contratos, sucede que sólo uno de ellos tiene relación con una empresa del inculpado.