Se busca a quien adopte un Museo. El regalo de Efraín Romo a Culiacán
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Perdido entre la temática insulsa donde el fortalecimiento de la cultura y el rescate histórico son cuestiones insignificantes, el Museo de la Oftalmología en México espera que lo adopte en Culiacán alguna entidad gubernamental, académica o del sector privado, expectativa que anida en el Sinaloa donde la promoción de las artes y el conocimiento se vuelve golondrina que no hace verano. Es como el plantón de la esperanza en el cual el impulsor del proyecto, Efraín Romo Santos, resistirá con igual tenacidad con que ha acopiado las piezas a exponer.
Es una colección que en caso se ser apoyada le hablará a cualquier persona sobre la génesis de la medicina oculista desde el instrumental primario hasta la incursión en la tecnología que vino a revolucionar esta rama de la salud pública. En caso contrario, si particulares, universidades y los gobiernos estatal y municipal hacen como que le habla la Virgen, naufragará la idea en el extenso océano de la insensibilidad.
El Museo en proceso de integración se ubica en el Centro Histórico de Culiacán, por calle Paliza entre Buelna y Rosales. En ello trabaja desde hace 7 años el doctor Efraín Romo Santos, en jornadas perseverantes por dejarle a la capital de Sinaloa la instalación histórica única en el País, planteamiento que le ha realizado al Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Jesús Madueña Molina, para que retome este propósito.
Ello significa que la exhibición ya tiene casa, pero le falta quién la cuide como patrimonio de Culiacán. El acondicionamiento del inmueble, autorizado y supervisado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, requirió de una importante inversión y pago de renta mensual, agregándose además el inconveniente de la pandemia de coronavirus, peso que no puede estar soportado en una sola persona.
El oftalmólogo le ha invertido tiempo, dinero e investigación a tal divisa convencido de que a Sinaloa le es fundamental apuntalar su imagen de cultura, tecnología y ciencia para que resalte por las humanidades y no más por referencias que estigmatizan con la violencia. Él mismo profundizó en el campo de la museografía hasta tener un producto casi completo y ahora está en busca de quién continúe la encomienda hasta que sea abierta al público y a la vez encaje en la zona histórica de la ciudad.
Pero qué difícil resulta colocar en la voluntad de quienes dirigen las instituciones algo que no está estructurado para generar votos, riqueza, alimentar egocentrismos, ni ponerse al servicio de algún apetito individual o grupal. Cuando se esgrime el beneficio colectivo la respuesta suele ser la retirada de aquellos que en el discurso hablan del bien común y en los hechos plantean sacarle alguna raja de poder o dinero a todo lo que se les ponga enfrente.
Efraín Romo le ha aportado mucho a esta tierra siempre sin esperar nada a cambio, ni el reconocimiento siquiera. Desde 1971 es miembro de la Asociación para Evitar la Ceguera acercándole a la gente de bajos recursos la atención médica de calidad y con calidez. Es de los impulsores de la antes denominada Coordinación Universitaria del Hospital Civil de Culiacán, uno de los fundadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Sinaloa y en 1976 junto con otros colegas logró el primer consultorio oftalmológico en el Hospital Civil. Además, es licenciado en Historia y Derecho, así como autor de libros como “La oftalmología en la UAS, su profesionalización y dieciséis especialidades médicas más”.
De seguro tendrá éxito en la misión de darle el Museo de la Oftalmología a Culiacán, después de varias intervenciones más para quitarles ese otro tipo de ceguera a servidores públicos que tarde o temprano deberán entender que abrevando del conocimiento, las artes, los valores y el pasado es la única forma de avanzar hacia la civilidad, respeto y convivencia armónica, ese destino ansiado por anteriores, actuales y futuras generaciones de sinaloenses.
La UAS está en la etapa de definir si arropa o no esta propuesta de Romo Santos que al Alma Máter le vendría como el rocío a la flor en el marco del 150 aniversario. De no hacerlo, a los ciudadanos les caerá en sus manos la labor de hallar al bienhechor, sea ente público o privado, que opere para evitar que la colección y el sueño del Doctor Romo se deslicen por el tobogán de las causas incomprendidas.
Apoyemos a este ciudadano ejemplar para que vea coronado otro de los esfuerzos en favor de los sinaloenses. Entre más seamos los que empujemos podremos abrir las puertas en las que el Museo de la Antropología y Efraín Romo encuentren manos dispuestas, voluntades desplegadas. Y así entre todos abrimos oportunidades que sean para todos.
Cirujanos, somos tantos,
Para eliminar tan grave miopía ,
Que no ve a Romo Santos,
Con su Museo de Oftalmología.
Porque los criminales andan libres en las calles con sus arsenales, porque la impunidad es la licencia que el Estado les otorga a los homicidas para delinquir y porque como sociedad nos habituamos a ver pasar a las víctimas sin preguntar por quién doblan las campanas, la violencia sigue imparable. Ayer le tocó sufrir la tragedia que nos ronda a todos a un integrante de la familia del periodista Alberto Morones, quien también es consejero del Instituto Estatal de Protección a Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de Sinaloa. En el silencio de la consternación, que se escuche fuerte el reclamo de justicia.