Sargazo, prueba de que el modelo de producción agrícola debe cambiar

    La llegada masiva de esta alga al litoral y playas mexicanas tiene detrás la acción humana: el incremento en la temperatura de la superficie del océano debido al cambio climático y que favorece su reproducción; los cambios en las corrientes oceánicas por el derretimiento de los polos y glaciares, que inciden en la llegada de más sargazo; las descargas de aguas residuales en los mares; y el uso de agroquímicos en la agricultura, que transportan nutrientes para estos organismos.

    El mes pasado SinEmbargo daba cuenta de un escenario altamente preocupante respecto de la cantidad de sargazo que podrían recibir las costas del Caribe mexicano en los próximos meses. Al menos desde 2015, el Estado mexicano, encabezado por la Secretaría de Marina (Semar), se ha involucrado en la atención de este fenómeno considerado “atípico”.

    Como hemos informado en otras ocasiones, el sargazo es un tipo de alga marina que llega a las playas periódicamente, sin embargo, al menos desde 2011 la concentración de estas algas ha ido en aumento, y aunque en principio ha llamado la atención por las afectaciones a las actividades económicas importantes en esta región para el turismo, lo cierto es que la presencia de sargazo afecta, además, la salud del ambiente.

    La llegada masiva de esta alga al litoral y playas mexicanas tiene detrás la acción humana: el incremento en la temperatura de la superficie del océano debido al cambio climático y que favorece su reproducción; los cambios en las corrientes oceánicas por el derretimiento de los polos y glaciares, que inciden en la llegada de más sargazo; las descargas de aguas residuales en los mares; y el uso de agroquímicos en la agricultura, que transportan nutrientes para estos organismos.

    Aunque se ha identificado la posible relación entre la proliferación de las algas y el aumento de la temperatura del agua, algunas hipótesis señalan que el incremento de sargazo se debe a la presencia de mayor cantidad de nutrientes generados por actividades humanas, por ejemplo: materia orgánica y exceso de uso de fertilizantes en la agricultura (nitrógeno y fósforo), mismas que potencian la aparición de algas y su crecimiento.

    El informe de Greenpeace “Zonas muertas: los ecosistemas del mundo amenazados por la contaminación con fertilizantes” (2015) alerta que el uso excesivo de fertilizantes en la agricultura industrial podría ser una de las causas de la presencia masiva de estas algas.

    Para el caso de México, el informe señala que la agricultura es el mayor contribuyente a los aportes de nitrógeno (62 por ciento en 2002), seguido por el tratamiento y gestión de las aguas residuales (16 por ciento) y por el transporte (14 por ciento). Se ha estimado que casi el 75 por ciento del nitrógeno aplicado en fertilizantes se libera a la atmósfera o se escurre hacia las aguas superficiales y sólo el 36 por ciento de las aguas residuales es tratada y, aunque hay esfuerzos para mejorar esto, el tratamiento del agua es claramente insuficiente.

    Florecimientos algales

    Las actividades humanas como las señaladas arriba son las principales impulsoras de muchos florecimientos algales. Por lo tanto, la gestión del exceso de estos de nutrientes es fundamental para mantener la salud de la biodiversidad costera y de los medios de vida de las comunidades.

    Los florecimientos de algas que causan los mayores impactos en los sistemas ecológicos, y a veces en las personas, son conocidos como Florecimientos Algales Nocivos, o FAN. Cuando éstos persisten, el oxígeno disuelto de forma natural en el agua se agota y vivir en esta «zona muerta» se vuelve muy difícil para muchos organismos. Estas áreas quedan casi desprovistas de su biodiversidad y ello tiene consecuencias ambientales y económicas graves. Si bien el sargazo no es considerado una zona muerta típica, es una zona con “muy bajo nivel de oxígeno estacional”, según se reporta en un número de la Gaceta UNAM.

    El Golfo de México es considerado como un ejemplo clásico y muy bien estudiado de una zona muerta. El aumento del uso de fertilizantes químicos en el cinturón maicero de los Estados Unidos es, a menudo, citado como el principal culpable de este fenómeno anual que causa pérdidas de millones de dólares en la pesca y en los medios de vida; una situación de crisis que no parece mejorar.

    El modelo de producción de alimentos basado en la agricultura industrial de gran escala para abastecer a mercados internacionales, tienen impactos más allá del lugar donde son practicadas y, por lo tanto, requieren medidas integrales para monitorear su alcance y detener las afectaciones que generan.

    En el informe presentado por Greenpeace, se presentan varias alternativas y estrategias para la prevención de florecimientos algales globales, zonas muertas y la expansión de la contaminación ambiental por nitrógeno y fósforo presentes en el sargazo. Acá damos cuenta de siete:

    1. Eliminar las principales fuentes de contaminación por nutrientes (nitrógeno, fósforo y grandes cantidades de materia orgánica) de origen humano. Esto requiere de un esfuerzo internacional para mejorar la gestión de nitrógeno y fósforo a escalas más allá de lo nacional, ya que sus consecuencias son regionales (como en el caso del sargazo).

    2. Detener el escurrimiento de fertilizantes de las tierras agrícolas mediante la promoción y el establecimiento de buenas prácticas de agricultura ecológica.

    3. Cambiar los fertilizantes químicos por fertilizantes orgánicos como fuente de nutrientes para el suelo en la agricultura. El reciclaje de todos los nutrientes ya presentes en la materia orgánica (estiércol, residuos, etc.) pueden reducir en gran medida las entradas de nitrógeno y fósforo en los sistemas de agua, sin reducir los rendimientos ni la producción total de alimentos. Además, esto acumularía carbono orgánico en los suelos para el uso de fertilizantes orgánicos y abono verde, los cuales aportan beneficios adicionales para la fertilidad del suelo, la retención de agua y la mitigación del cambio climático.

    4. Eliminar el uso excesivo de todos los fertilizantes y asegurando la utilización mínima necesaria de fertilizantes orgánicos, y de manera no contaminante.

    5. Eliminar los subsidios para fertilizantes químicos que promueven su uso incorrecto y excesivo.

    6. Evitar el suelo agrícola descubierto. Los estudios demuestran que un campo sembrado en surcos paralelos que se dejan sin cobertura vegetales después de la cosecha por algunos meses tiene 20 veces más concentración de nitratos en los escurrimientos, comparado con uno que está cubierto, ya sean por pastura o por una sucesión de cultivos de cobertura estacional.

    7. Reducir el consumo y la demanda de carne. Cuando los animales se mantienen para el consumo de carne y otros productos, reducir la distancia física entre los sistemas de cultivo y ganado producirá un mejor uso de los abonos que se elaboran.

    Hace algunas semanas el Ejecutivo Federal presentó el Paquete Contra la Inflación y la Carestía, como principal estrategia anti inflacionaria. Entre sus objetivos se destacan el aumento de la producción de granos básicos y la entrega gratuita de fertilizantes. Esta coyuntura ofrece una gran oportunidad para estimular la producción agroecológica de alimentos con fertilizantes orgánicos, fortaleciendo las cadenas cortas entre pequeños productores y productoras, y los centros de consumo local y regional. Es una oportunidad para demostrar desde México que las alternativas de bajo impacto ambiental son viables y que el beneficio para los ecosistemas puede ser mucho mayor que el modelo fallido que la agroindustria busca acentuar generando, entre otras cosas, las condiciones propicias para que las manchas de sargazo sean cada vez más inmanejables.