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La imagen moderna de Santa Clos, con su traje rojo y blanco, se popularizó a través de la influencia de la cultura estadounidense. La Coca-Cola comenzó a utilizar la imagen de Santa Clos con colores rojos en sus anuncios navideños a partir de la década de 1930. Aunque la imagen de Santa Clos ya existía en la cultura popular, la asociación de Santa Clos con los colores rojos y blancos de Coca-Cola ayudó a popularizar esta representación icónica de Santa Clos vestido de rojo.
En la tradición cristiana, San Nicolás (la inspiración para Santa Clos) era un Obispo cristiano del Siglo 4 en Asia Menor (lo que ahora es Turquía). No hay registros históricos que indiquen su apariencia física, por lo que no se sabe con certeza si vestía de verde. Aunque en algunas culturas europeas y en leyendas más antiguas, la figura asociada con el regalo de Navidad podía ser representada como un duende o un espíritu de la naturaleza y, en algunos casos, se les representaba con vestimenta verde.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la imagen moderna de Santa Clos como un hombre regordete de traje rojo y blanco se popularizó a través de la cultura estadounidense y la influencia de la mercadotecnia y la iconografía popular.
Y así como una marca moldeó el icono de un espíritu relacionado específicamente a una festividad, la manera en la que consumimos también ha moldeado la forma en la que pensamos, actuamos y somos en lo individual y colectivo. O al menos así lo sostenía Bauman.
Zygmunt Bauman (1925-2017) fue un sociólogo y filósofo polaco de renombre mundial. Nació en Polonia y vivió gran parte de su vida en el Reino Unido, donde trabajó como profesor en la Universidad de Leeds y la Universidad de Varsovia. Bauman es conocido por su enfoque en el análisis de la sociedad contemporánea y sus problemas, especialmente en relación con la modernidad y la globalización.
Bauman es considerado un importante teórico social y fue reconocido por su concepto de “modernidad líquida”. En su obra, exploró cómo la sociedad moderna se caracteriza por la fugacidad, la incertidumbre y la falta de estructuras sólidas y duraderas. Argumentó que en esta “modernidad líquida”, las relaciones humanas, las identidades y las instituciones sociales se vuelven más fluidas y cambiantes.
En su ensayo Modernidad Líquida, presenta cuatro temas centrales:
Fragilidad de las estructuras: sostiene que en la sociedad líquida, las estructuras sociales y las instituciones tradicionales son cada vez más inestables y efímeras. Las relaciones y los roles sociales están en constante cambio y carecen de una base sólida y duradera.
Individualismo líquido: argumenta que en la modernidad líquida, las personas están más enfocadas en satisfacer sus propias necesidades y deseos inmediatos, en lugar de preocuparse por el bien común o las relaciones duraderas. El individualismo prevalece sobre el compromiso colectivo.
Consumismo y sociedad de consumo: destaca la importancia del consumo como un elemento central en la construcción de identidades en la sociedad líquida. El consumismo influye en cómo las personas se perciben a sí mismas y a los demás, así como en sus relaciones con los productos y las marcas.
Incertidumbre y falta de seguridad: señala que la modernidad líquida está marcada por la incertidumbre y la falta de seguridad. Las personas se enfrentan a la volatilidad laboral, la inestabilidad económica y la sensación de estar en constante cambio y adaptación.
Y para mí, el punto de partida para teóricos como Bauman, es la sociedad del consumo. Esta teoría plantea que vivimos en una sociedad donde el consumo es central y que nuestras identidades y valores se construyen en gran medida a través de nuestras elecciones y preferencias de consumo. Así que es un gran momento para poner una pausa y replantearnos estas ideas, volver a lo bien hecho, a los sentimientos, poner a prueba eso que de verdad importa, el amor al otro.
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