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Por más que alguien haya sido el mejor en su clase, o haya sobresalido como deportista, cantante, científico, actor, director, artista, etc., llega un momento en que debe considerar seriamente su retiro, de manera que sea una despedida digna, gallarda, memorable y esplendorosa.
Incluso, José Alfredo Jiménez, en otro contexto, en el de un amor desairado, escribió: “entonces yo daré la media vuelta, y me iré con el sol, cuando muera la tarde”.
Plácido Domingo ha sido una de las mejores voces e intérpretes de ópera, zarzuela y canción vernácula. Asimismo, destaca por su profesionalismo como director de orquesta. Sin embargo, a sus 81 años no puede seguir con el ritmo de presentaciones de un muchacho. Ya conquistó un lugar indiscutible en la historia de la ópera, no tiene caso que se siga exponiendo a fallar en los escenarios (además del descrédito, fundado o no, de las acusaciones que se vierten sobre él).
A fines de agosto se presentó en La Arena de Verona, lugar donde había triunfado desde hace más de 50 años. Empero, las dos actuaciones que tuvo (una como cantante y la otra como director), fueron desaprobadas por el público y los músicos de la orquesta.
En el primer concierto interpretó arias de Verdi, de las óperas Aída, Don Carlo y Macbeth. Sin embargo, no pudo acometer la escena final de Macbeth, “por un repentino descenso de voz”, y fue sustituido por el barítono ruso Roman Burdenko.
Como director, no contó con el respaldo de los músicos de la orquesta, quienes se negaron a levantarse cuando los invitó para agradecer la ovación del público, porque argumentaron que Domingo no respetó la partitura de la ópera Turandot. El Sindicato de Trabajadores pidió que no lo incluyan en la programación de 2023.
¿Preparo mi retiro?