Revive PAN sus fantasmas en Sinaloa
Narcopolítica: quien con fuego juega

OBSERVATORIO
21/03/2025 04:02
    Por supuesto que el PAN no hará el correspondiente mea culpa aunque vaya por todo México planteándose como la divina personificación de la política. Sólo con el expediente Malova se le derrumba la estrategia de la inmaculación albiazul.

    Cuando un Gobernador emanado de sus filas, Mario López Valdez, fue acusado de proteger a un cártel y perseguir a otro, y su guardaespaldas personal lo señaló de reuniones frecuentes con la célula criminal liderada por Joaquín Guzmán Loera, el Partido Acción Nacional guardó silencio y hasta normalizó dicho escenario de posible narcopolítica. Hoy envía a Sinaloa a su “ave azul” apostándole a la desmemoria y queriendo espantar con los petates de los muertos que también les corresponden a las siglas panistas.

    Es que las víctimas de la violencia, sin importar en cuál ciclo político ocurren, dejan rastros que evidencian esa rara táctica de criticar el harapo ajeno sin voltear a ver el andrajo propio. La miopía conveniente no obstante que subraye la piltrafa particular que es peor que los despojos de los otros. Los eternos pretensos a cargos de gobierno han reprobado la asignatura de la congruencia y para nada se inmutan al descubrirse como protagonistas de las narrativas de terror con las que buscan votos.

    Recordemos que en Sinaloa el PAN es el responsable de aquel episodio donde una de las cónyuges de “El Chapo”, Lucero Guadalupe Sánchez, llegó a ocupar una curul en el Congreso del Estado respaldada por este partido, misma que después del desafuero aceptó ante la justicia de Estados Unidos que colaboraba en actividades del trasiego de drogas, testificando finalmente ella contra Guzmán Loera en el juicio que lo mantiene preso en el vecino país.

    Tampoco Acción Nacional alzó la voz en aquel sexenio por la barbarie dominante que inclusive les costó la vida a personajes relevantes como el periodista Humberto Millán; el ex Subsecretario del Gobierno del Estado, Luis Pérez Hernández; el activista defensor de los desalojados del vaso de la Presa Picachos, Atilano Román Tirado; la vidente Oli Alonso; la luchadora social Sandra Luz Hernández que buscaba a su hijo víctima de desaparición forzada; Francisco Eduardo “El Fuco” Urrea que se oponía al megacrédito que contrató Malova por 2 mil 600 millones de pesos, y el líder campesino Ramón Corrales Vega, que protestaba en contra de la empresa Paradox que de manera inhumana explotaba minas de hierro en ejidos de Choix.

    ¿Sabe de esto Lía Limón García, Secretaria Nacional de Vinculación del comité nacional panista, quien al traer a Culiacán el tema de la narcopolítica invoca a todos los fantasmas del malovato, con el sexenio más violento de la historia de Sinaloa por los más de 8 mil homicidios dolosos registrados de 2011 a 2016? ¿Conoció el video en el cual Frank Armenta, en aquel tiempo escolta de Malova, afirmó que el Gobernador había asistido en varias ocasiones a La Tuna, Badiraguato, para reunirse con “El Chapo” Guzmán?

    Pues debería saberlo para adquirir la congruencia indispensable que la haga ver la paja en el ojo ajeno y también la viga en el ojo propio. Cuando el PAN habla de narcopolítica propicia que encima de sus dichos se pose la enorme sombra negra del caso de Genaro García Luna, quien fue Secretario de Seguridad Pública durante el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, y actualmente paga una condena en Estados Unidos por nexos con el narcotráfico.

    Es verdad que la narcopolítica es una vieja práctica en México y Sinaloa. Representa también la más socorrida forma de atacar a un gobierno sin tomarse la molestia el dedo acusador de respaldar las conjeturas con las pruebas. El mismo estigma que persigue a Malova marcó los mandatos de Antonio Toledo Corro, Francisco Labastida Ochoa, Juan Millán Lizárraga y Jesús Aguilar Padilla. Los partidos son en gran parte culpables de que la marca del Cártel de Sinaloa se les tatúe en la frente a los que han ocupado la titularidad del Ejecutivo Estatal, cuño que a la vez le es impreso al estado de la tierra de los once ríos, así se trate de justos o pecadores.

    Si algún partido se siente libre de culpa, que lance la primera piedra. Mejor dicho que haga la denuncia con la debida evidencia que lleve al correspondiente castigo determinado por la Ley. Por supuesto que el PAN no hará el correspondiente mea culpa aunque vaya por todo México planteándose como la divina personificación de la política. Sólo con el expediente Malova se le derrumba la estrategia de la inmaculación albiazul.

    ¿Fueron o no narcopolíticos Toledo, Labastida, Millán y Aguilar? Por la vía de la especulación sí, pero por los cauces de la justicia nunca fueron declarados como tales. ¿El gobierno de Rubén Rocha Moya encaja en esa misma suposición de narcopolítica? Quien posea las pruebas fehacientes que las muestre.

    Reverso

    Una premisa neolítica,

    Evita que el PAN se esponje,

    La que dice que en política,

    El hábito no hace al monje.

    Cruje la troje azul

    Muestra de que el ardid panista al estilo de “¡El ladrón! ¡Alla está el ladrón! ¡Agárrenlo!” no le funcionó en Sinaloa a Lía Limón, el mismo día que la emisaria azul usó aquí el búmeran de la narcopolítica abandonó las filas del partido la destacada militante Giovanna Morachis Paperini, ex Diputada local, sumándose a la desbandada de cuadros destacados como también lo hizo recientemente José Ángel Solano Guatimea. Es decir, para los ciudadanos en edad de votar dejó de ser imán esa maniobra de la cúpula del PAN consistente en cortarse la cola propia para que la del prójimo se vea más larga. Tal vez por ello acá está crujiendo la troje azul de tantas mazorcas que se le desgranan.