Retos de Gárate y Ruelas en el PRI. Sacarse la rifa del tigre... y domarlo
A toro pasado, y siendo realistas de que la actual crisis interna estatal representa apenas un novillo frente a la gran lidia que viene en el ruedo de la elección constitucional de 2024, el Partido Revolucionario Institucional debería centrar la narrativa en Sinaloa en lo que hará o dejará de hacer para obtener posiciones a través del voto en alcaldías, diputaciones federales y locales y senadurías que estarán en juego el próximo 2 de junio. Y el análisis realizarlo en razón de la pertinencia de la mancuerna que integran Paola Gárate Valenzuela y Álvaro Ruelas Echave en la nueva cúpula priista local, que es la apuesta del dirigente nacional Alejandro Moreno Cárdenas.
La integración ayer del Frente Amplio por México, que tendrá a cargo el proceso para designar a la candidata o candidato presidencial de la alianza “Va por México” que conforman el PRI y los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática, emplaza a los dirigentes estatales del tricolor a alzar la mirada más allá de la renuncia de cuadros y liderazgos, poniendo la vista y la energía en los retos tan anticipados como las campañas mismas.
Es un hecho que el Comité Ejecutivo Nacional hizo bastantes cálculos de escenarios al sacar adelante al dueto Gárate-Ruelas y que en el terreno de los hechos es con lo que cuenta para armar triunfos electorales entre los tres partidos más los que se sumen. Viéndolo en frío, Paola es luchona, carismática y cumple la obligada cuota de género en los órganos de decisión del PRI. Álvaro por su parte aporta experiencia, discurso conciliador, y temple logrado al enfrentar condiciones de lid política desventajosas y belicosas para él.
Una vez colocados Gárate y Ruelas en el redondel 2024, donde Morena y el PRI, cada cual con sus respectivos aliados, librarán la madre de todos los encierros cuya complejidad la anuncia el bramido de los pretensos, sale sobrando abundar respecto a las consecuencias de la desbandada en ciernes y surge la prioridad de empezar a hilar las posibilidades que el partido tendrá que aceptar o rechazar de acuerdo a las coyunturas que origine del proceso electoral en Sinaloa.
La concreción de la alianza PRI-PAN-PRD y el itinerario definido para sacar la candidatura en una especie de elección primaria disipa la conjetura de que Moreno negoció con el régimen de la Cuarta Transformación la entrega de su partido al propósito de que salga victorioso sin problemas el candidato que determine el Presidente López Obrador. Sobreviviente de la agresión de Estado para anularlo como Oposición, Alito da muestras de volver a la guerra electoral de manera efectiva, no simulada.
Sin embargo, en Sinaloa la estrategia la definirán Paola Gárate y Álvaro Ruelas para someterla al visto bueno del CEN del PRI. Primero la urgencia de resanar las grietas dejadas por la desbandada de priistas y realizar el refrendo de la militancia de los que siguen firmes en la trinchera tricolor, más los que se agreguen. Es que viéndola bien, el partido no está en condiciones en Sinaloa de negarse a alianzas por acomodaticios o desesperados que estén quienes las propongan.
Lo que sí puede hacer es el cotejo entre restas y sumas que le ocasionarán tales mancomunidades. Por ejemplo, anexar a lo que queda del movimiento político que encabeza Mario López Valdez sin que necesariamente el ex Gobernador sea candidato a algo, ya que el desprestigio que arrastra éste podría resultarle al PRI como el tiro que sale por la culata. El Gobernador Rubén Rocha Moya se encargó ayer de darle una reseteada a la memoria colectiva refiriéndose a los saldos de corruptelas cometidas en el período 2011-2016 como los “mil 986 millones de deuda que heredó solamente al Instituto de Pensiones y otras tropelías mayores; se animaban a todo”. “¿Qué es eso? Dinero de los trabajadores”, “¿quieren volver para eso?”, recalcó el Mandatario estatal.
La otra tentación coalicionista tiene que ver con los acercamientos que el dirigente del Partido Sinaloense, Héctor Melesio Cuén Ojeda, ha tenido con Moreno Cárdenas, lo que le abre la puerta a la posible suma del PAS a la alianza local prianerredista, que el PRI deja sujeta al corolario del impasse judicial en curso contra el líder del pasismo. Otro punto a revisión consiste en que el movimiento cuenista se sostiene al lado Adán Augusto López Hernández, la “corcholata” que desde ayer recorre Mazatlán, Culiacán y Ahome, y que condiciona la adhesión al priismo sólo en caso de que el ex Secretario de Gobernación vea frustrada la aspiración a la candidatura morenista.
En síntesis, siguiendo con el argot de la tauromaquia, la faena a realizar por Paola Gárate y Álvaro Ruelas, siempre autorizada por Alito, es tan complicada como para el novillero que acostumbrado a la lidia con becerros decide de pronto hacerles frente a astados bravos, más mañosos que lo habilidoso que sea el picador para capotearlos. Esto es lo hay que dilucidar desde ahora: cuántas banderillas le puede encajar el PRI a la Oposición en Sinaloa, sin la pretensión de llevarse orejas y rabo.
Impensable entonces el final feliz que le permita al PRI el máximo honor de indultar al toro guinda. Requeriría de un perfil arrollador en la intención del voto y de la exoneración popular de los agravios asestados a los mexicanos cuando las siglas tricolores y el albiazules tuvieron a cargo el timón nacional. Y por lo pronto no tienen ninguna de las dos cosas.
Qué tal si resulta cierto,
Que juntos Gárate y Ruelas,
Refutan todas las esquelas,
Del PRI que damos por muerto.
Es lo mismo Adán Augusto López Hernández en el edén de poder que le significó la titularidad de la Secretaría de Gobernación, que como precandidato del Movimiento Regeneración Nacional a la Presidencia de la República. Es igual como funcionario y pretenso, con todo y la diferenciación que hace al negarse a recibir los 5 millones de pesos, de recursos que sí son públicos, ofrecidos por el partido a las “corcholatas”, pues se aferra el tabasqueño a la simulación de llamar “asambleas informativas de la 4T” a lo que en los hechos son actos adelantados de campaña.