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El cerradísimo proceso electoral americano ha dado pie a varios sucesos, uno de ellos, fue la decisión de varias cadenas televisoras de sacar de sus frecuencias, un mensaje a la nación por parte del Presidente Donald Trump, por considerar que su contenido faltaba a la verdad y dañaba la credibilidad de la institución electoral. Fue una decisión que muy difícilmente veremos en nuestro país, misma que para algunos, fue una falta de respeto a la libertad de expresión que le corresponde al controvertido Presidente de los norteamericanos; otros más, critican a las televisoras por no cumplir su papel de informadores, y para otros tantos, los intereses de las empresas están comprometidos con el movimiento demócrata.
El caso es que fue un hecho inédito y que cada quien lo juzgue, como lo es también la polarización social que tiene dividido al país del sueño americano, alentada por los incendiarios discursos del todavía Presidente Trump en contra de sus adversarios políticos y de la gente que no cree en sus principios, y de ello, también saldrán situaciones nunca vistas en la historia gringa.
Pero vayamos a hechos del terruño que han metido en un brete a las llamadas Instituciones de Asistencia Privada, a las cuales, se les cerró la posibilidad de conseguir recursos federales, vía proyectos, lo cual les permitía allegarse de recursos para cumplir con su misión de ayudar al prójimo. Y, por si fuera poco, las reformas a la Ley del Impuesto Sobre la Renta que regirá en el 2021, prácticamente las están sacando del régimen fiscal de personas morales sin fines de lucro.
Me referiré a una de ellas, por lo sui géneris de su quehacer: asistir a la gente que se encuentra en fase terminal, apoyo que se extiende a los familiares cercanos al paciente para que acepten el inevitable final como parte del ciclo de vida. Me refiero a Hospice Mazatlán, una agrupación que fue formada y apoyada por la norteamericana Lois Croly, la que, por razones de edad y de salud, tuvo que dejar su residencia en el puerto y retornar a su país.
Hospice Mazatlán es una Institución de Asistencia Privada que durante más de una década ha acercado auxilio sicológico a los enfermos en fase terminal, mismo que se extiende a su círculo familiar primario, para que acepten el inevitable final de su enfermo, como parte importante de su ciclo de vida. Además, proporciona a quienes lo requieren, algo de equipo básico hospitalario, como son camas y tanques de oxígeno, entre otros.
El cuerpo directivo de Hospice, se hacía de recursos consiguiendo aportaciones voluntarias de gente de buena voluntad, la mayoría norteamericanos y canadienses, de los que una parte importante ya no están en la ciudad, debido a las circunstancias sanitarias. A ello se sumaban los fondos conseguidos en un evento anual de golf, una cena baile, rifas y toda actividad que ayudara a completar el gasto de pañales, alimentos especiales para enfermos, pago de honorarios médicos y de sicólogos, gastos administrativos y demás.
Pero todo eso se acabó y ha puesto a Hospice contra las cuerdas y a punto de bajar las cortinas. De entrada, la pandemia alejó de la ciudad a la mayoría de sus donadores. A ello se unió la desaparición de apoyos de los programas sociales del gobierno federal, y de remate, como más del 50 por ciento de sus recursos no provienen de donativos sino de actividades extraordinarias, es causal para que a partir del 2021 el fisco los trate como empresa con fines lucrativos ¡Acábame de matar!
Resulta irónico que un proyecto de renovación, como el del llamado La Cuarta Transformación, busque por todos los medios acabar con la participación ciudadana, capital social invaluable; por lo pronto, Hospice cerrará sus puertas el último día de este año, salvo que surja por ahí un ángel salvador conmovido por los servicios asistenciales que ha venido brindando Hospice a los más necesitados en su proceso final de vida. ¡Buen día!