El mundo actual está lleno de contradicciones y vivimos cotidianamente paradojas que en teoría serían irreconciliables, pero coexisten sin lugar a dudas. ¿A qué me refiero? A la persecución de opositores, críticos y activistas.
La Oposición y el activismo no tienen tierra segura, por lo que observamos, ni en dictaduras ni en democracias. Hemos visto hace mucho cómo en Venezuela la Oposición ha vivido amenazada, encarcelada o expatriada, y a raíz del reciente proceso electoral en el que se dio una dudosa victoria de Maduro y en donde se denunció un fraude en los comicios, la Oposición y cualquier persona que simplemente critique y cuestione los resultados oficiales está siendo amedrentada, desaparecida y perseguida.
Por otro lado y en otras latitudes, vemos cómo Paul Watson, activista defensor de las ballenas y opositor a la caza de las mismas, ha sido detenido por Dinamarca a petición de Japón para ser extraditado y juzgado en ese país. Hay que señalar que el país nipón salió de la Comisión Ballenera Internacional y, junto con Islandia y Noruega, siguen practicando la caza comercial de ballenas en un mundo en el que éstas están en peligro de extinción.
México, hay que decirlo, tampoco se queda atrás. Activistas defensores del medio ambiente han sido asesinados y quienes están en contra del Tren Maya están siendo amenazados. Casos sobran: Homero Gómez González, defensor de la mariposa monarca, asesinado en 2020; Marichuy, María de Jesús Patricio Martínez, también ha sido amenazada por su oposición al Tren Maya, entre otros. El silencio y la inacción también son una forma de violencia institucional, así como la minimización de las amenazas que viven las y los activistas e ignorar sus demandas y peticiones.
Tanto las dictaduras como las democracias persiguen a los activistas y la Oposición cuando desafían intereses poderosos.
En estos contextos, la comunidad internacional juega un papel clave. Las campañas internacionales pueden ejercer presión sobre los gobiernos para que respeten los derechos humanos y se defienda la vida de las y los opositores. En un mundo interconectado, una imagen en Instagram o TikTok -en muchos casos- pareciera que puede pesar más que la presión de instancias multilaterales. La visibilización del abuso de poder, de la injusticia y de los temas que los medios tradicionales u oficialistas no cubren es la alternativa actual para comprender lo que sucede y ejercer presión.
Las soluciones no llegan de un día para otro, mucho menos cuando hay intereses políticos, militares, financieros de por medio y mucho menos en regímenes autoritarios, pero el apoyo y visibilización puede tener un impacto significativo, y pueden cruzar fronteras y establecer alianzas con luchas locales.
La democracia es una forma imperfecta de gobierno, ¿existe un gobierno perfecto? Pero es, sin duda, la mejor existente en este momento y preferible a una dictadura. A pesar de las fallas existentes, se espera que en una democracia los derechos humanos sean protegidos y que la Oposición, el activismo y las voces disonantes puedan convivir y expresarse en un marco jurídico que respete la diversidad, la pluralidad y que garantice el estado de derecho sin subsumirlo a intereses políticos, partidistas o particulares.
¿Cuáles pueden ser algunos de los elementos que aseguren una base elemental para respetar los derechos humanos? Garantizar el estado de derecho, la independencia judicial, la transparencia y rendición de cuentas, la participación ciudadana y el respeto institucional a la diversidad de opiniones y a la pluralidad.
No peco de optimista, pero creo que, a pesar de las dificultades, la resistencia de los activistas y el apoyo de la comunidad internacional son clave para enfrentar la represión y los abusos de poder, así como la injusticia. La presión internacional y la movilización de la sociedad civil pueden llevar a la visibilización de las arbitrariedades y abusos de poder, a la posible liberación de activistas como Paul Watson, a garantizar la vida y derechos de opositores como María Corina Machado, y a respetar la vida de defensoras y defensores de los derechos humanos y del medio ambiente en México, por ejemplo.
Para fortalecer las democracias y asegurar que protejan los derechos humanos, es esencial introducir y reforzar leyes que protejan a los activistas y garanticen la rendición de cuentas, garanticen la independencia del Poder Judicial, promuevan la educación sobre derechos humanos y la participación ciudadana, y fomenten la movilización social a nivel local, nacional e internacional. Para que esto suceda en una dictadura, tiene que llegar un partido con una o un líder democrático al poder. En una dictadura, los derechos de las personas dependen... del dictador.
En un mundo interconectado e hipercomunicado, la lucha por los derechos humanos y la protección de los activistas trasciende fronteras. Tanto las dictaduras como las democracias pueden fallar en proteger a aquellos que defienden causas justas, pero una de las soluciones está en fortalecer los valores democráticos, las instituciones democráticas y la solidaridad internacional.
A pesar de las contradicciones y desafíos, las posibilidades reales residen en nuestra capacidad colectiva para actuar, apoyar y resistir. Cada acción cuenta para construir un mundo más justo, igualitario y equitativo y juntas y juntos podemos asegurar que la democracia, con todas sus imperfecciones, siga siendo el mejor camino hacia un futuro libre de opresión y con oportunidades para todas las personas.
#liberenapaulwatson
#venezuelalibre
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Internacionalista y politóloga, fundadora de Mujeres Construyendo
@LaClau
www.mujeresconstruyendo.com
Animal Político / @Pajaropolitico