Renovar el Patronato del Hospital Civil
Intocables, misión social y legado moral
Causó desasosiego, aunque fue intranquilidad controlada, el acuerdo adoptado el 23 de noviembre por el Gobierno del Estado, a través de la Secretaría de Salud, para tomar el control del Patronato del Hospital Civil de Culiacán debido al funcionamiento irregular del mismo, decisión que causó confusión y generó incertidumbre al tratarse del nosocomio que es patrimonio de los sinaloenses y representa la única opción de servicios médicos de alta calidad para la población en mayor nivel de vulnerabilidad.
Es preciso decir, de entrada, que el crecimiento cualitativo y cuantitativo de la institución desde su nacimiento hace 91 años ha sido por el esfuerzo de la sociedad civil que lo transformó de un centro de medicina de primer contacto a un hospital de alta especialidad con los distintivos de calidad, calidez, solidaridad y responsabilidad social. Por lo tanto, cualquier vientecillo que sople en sus cimientos tiene en los ciudadanos el efecto de un sismo.
No es para tanto lo que se explicó con lenguaje impreciso respecto a la intervención del Gobierno del Estado en el Hospital Civil de Culiacán. Es tan sencillo como resolver la nueva integración del Patronato que hace la función de fiscalizar los recursos económicos que recibe la institución asistencial y, lo fundamental, gestionar aportaciones entre los patronos o personas o sectores solidarios para que continúe el crecimiento en beneficio de los sinaloenses beneficiarios.
El decreto publicado en la edición del 24 de noviembre del Periódico Oficial del Estado mandata a los Servicios de Salud de Sinaloa para que asuma las facultades del Patronato debido a la falta de actualización de los miembros de éste, que debiera ser renovado cada 5 años sin opción a reelección. Es decir los efectos de la intervención de los SSS durarán hasta que se designe a nuevos miembros o bien sea adoptado otro sistema legal para el funcionamiento del HCC.
He aquí los puntos delicados a cuidar. Recordemos sencillamente el momento en el que Jesús Vizcarra Calderón asumió en 1993 la presidencia del Patronato encontrando un hospital devastado, sin estándares de calidad, foco de infección y nulas posibilidades de ofrecer medicina de alto nivel. Desde casi nada impulsó un centro médico referenciado hoy por los altos estándares de pertinencia y calidez con áreas como la Unidad de Imagenología y ahora la Unidad de Cardiología Intervencionista y Terapia Endovascular.
El Patronato debe seguir funcionando con nuevos miembros sin inducir nuevas figuras de administración que estimulen situaciones que echen a perder lo logrado. Más allá de lo que el Gobierno del Estado aporta para el sostenimiento operativo-administrativo del Hospital Civil, el recurso extraordinario allegado por empresarios o instituciones de beneficencia permite el acceso a la salud de calidad a sectores sin otros medios de seguridad social ni capacidad económica para acudir a la medicina privada. Por dar un ejemplo, la sección de neonatos fue renovada con la aportación de 29 millones de pesos de la Fundación María Arronte.
Cuando Vizcarra inició la transformación del HCC, llevando allí su filosofía de Calidad Total, el nosocomio ingresó a la narrativa de excelencia convirtiéndolo en hospital de Tercer Nivel, escalando ahora a la alta especialidad. A esto ha contribuido mucho el Centro de Investigación y Docencia en Ciencias de Salud “Rafael Valdez Aguilar”, que en 1982 fue fundado como Coordinación Universitaria e indujo en la institución médica el modelo de hospital-escuela. El otro plus es el sentido humanitario que se respira por los pacientes debido al alto compromiso del personal que ha sido factor de cambio, tarea en la cual el Director Everardo Quevedo Castro enfatiza cada día.
En fin, sin la acción del Patronato el Hospital Civil de Culiacán no sería lo que actualmente es. Hay razones para actualizarlo, ya que José Luis Aispuro Calderón renunció a presidirlo en mayo de 2017 luego de encabezarlo desde que Jesús Vizcarra renunció a la institución en 2005, asumiendo entonces el doctor Quevedo Castro las funciones para evitar que la acefalía afectara el servicio prestado principalmente a familias de bajos ingresos económicos.
Todo se arregla con designar al nuevo presidente del Patronato con los criterios que establece el decreto original de 1949 y reponerle al Hospital Civil los procesos que se han trabado en los recientes cinco años. Para cerrar este capítulo que para el Gobierno quizá signifique un calambre pero a la larga podría significar para el HCC una convulsión, debe buscarse un perfil empresarial limpio, con capacidad de gestión y que esté dispuesto a dedicarle parte de su tiempo a un cargo que es honorífico.
Los Servicios de Salud de Sinaloa tienen la palabra y el apremio de habilitar al nuevo Patronato con igual visión y misión que le inyectó Jesús Vizcarra hace casi dos décadas. Respetarle el carácter ciudadano, de Organismo Descentralizado del Poder Público, para afianzarle la calidad moral y la eficiencia en la salud pública que ya tiene el Hospital Civil de Culiacán.
Es mejor le fortalezcan la marca
Al Hospital Civil de Culiacán,
Y salud igual o mejor verán,
Que la de Canadá o Dinamarca.
El nuevo Hospital General de Culiacán está convertido en el enorme elefante blanco que les resulta pesado de cargar a los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador, en México, y a Rubén Rocha Moya en Sinaloa. La gente que topa con esa ociosa construcción, hueca en equipamiento y voluntad para echarla a andar, siente que el paquidermo disfuncional se ha metido a las casas de las familias que necesitan de opciones de salud pública modernas y competitivas. ¿Cómo apoyar al Gobernador en sus gestiones para que la inversión de más de dos mil millones de pesos, más la que se acumula, no acaben en el cesto de la basura?