En días recientes Reuters publicó una investigación que documenta lo que varios especialistas vienen advirtiendo desde hace mucho tiempo, entre ellos Jorge Andrés Castañeda. Detrás de las cifras récord de remesas es muy probable que se esconda algo más perverso que simplemente la transferencia de recursos de trabajadores mexicanos en Estados Unidos a sus familiares en México. La investigación de Reuters apunta a que las remesas son utilizadas para lavar dinero de grupos criminales dedicados al narcotráfico, pero también es posible que haya otras actividades criminales detrás.
No debe extrañar que López Obrador haya desmentido y atacado a Reuters por esta investigación. Si actuara de manera responsable debería de preocuparle el fenómeno y realizar investigaciones tendientes a desmantelar el posible financiamiento de grupos criminales.
El optimismo por el incremento de remesas debería moderarse y generar altos niveles de preocupación dada la sofisticación del modelo reportado por Reuters, por otras posibles hipótesis que se pueden hacer a partir de los datos y por las necesarias colusiones de diversos actores financieros y políticos para permitir este fenómeno, que debería de ser relativamente sencillo identificar y que la información pública parece mostrar.
En una revisión preliminar de la información disponible sobre remesas que publica El Banco de México resaltan datos que merecen un análisis a fondo. Los diez municipios que recibieron más remesas en los primeros seis meses de 2023, en orden de mayor a menor (en millones de dólares), son: San Cristóbal de las Casas, 420.4; Tijuana 385.5, Guadalajara 330.4, León 304.5, Morelia 303.6, Puebla 282.2, Aguascalientes 281.8, Monterrey 277.5, Comitán de Domínguez 241.0.
Estos diez municipios representan poco más del diez por ciento del total de remesas recibidas en lo que va de 2023. Resulta muy extraño ver en la lista a municipios pequeños. De ser solo transferencias de trabajadores, cómo se explica que en San Cristóbal de las Casas cada habitante haya recibido de enero a junio de este año cerca de dos mil dólares y los de Comitán mil cuatrocientos cincuenta. Algo sumamente extraño ocurre en estos municipios.
En San Cristóbal de las Casas las remesas se mantuvieron estables de 2014 a 2020 con menos de 40 millones de dólares, pero en 2022 llegaron a 80 y en el primer trimestre de 2023 a 193. Por su parte, en Comitán las remesas se mantuvieron estables de 2014 a 2021 con menos de 30 millones de dólares, pero en 2022 llegaron a 50 y en el primer trimestre de 2023 a 109. Es probable que este crecimiento se deba a transferencias para pagar a grupos criminales que se dedican al tráfico de personas. Este aumento ocurre al mismo tiempo que el de personas que intentan migrar a los Estados Unidos. Por otro lado, aparecen municipios con alta presencia de grandes grupos criminales. En el caso de Tijuana los incrementos son de menos de 100 millones en de 2014 a 2017 para llegar a 184 a inicios de 2023.
El método sumamente fragmentado que reporta Reuters podría ser fácilmente rastreable, ya que un número no tan grande de personas realizan retiros medianamente periódicos de altas sumas de dinero.
En resumen, el brutal crecimiento de remesas no necesariamente se refleja en el aumento de ingresos por familia. Estas grandes sumas de dinero podrían tener fines distintos. Como hipótesis, el lavado de dinero de grupos criminales, o al menos transferencias de parte de sus ingresos para sus operaciones en México, y el envío de dinero para el pago de los llamados “polleros”.
Evidentemente este análisis muy preliminar debe ser profundizado y sobre todo por las agencias de justicia y seguridad en México. Debemos entender más este fenómeno en lugar de arrojar confeti. Las cifras y las tendencias marcan irregularidades que no pueden ser solamente explicadas como el tradicional envío de remesas.