Comienzo por expresar que el ganador neto de la elección fue el Instituto Nacional Electoral. Junto con esta institución, ganaron los más de un millón y medio de ciudadanos que participaron por puro amor a la democracia o por un sentimiento de deber cívico que es de agradecer. Para aquellos que piensan que el INE es una institución que no sirve, producto del neoliberalismo, capturada por los conservadores y que debe desaparecer, la elección les dio una lección. Al INE, garante de la democracia electoral, hay que cuidarlo, mantenerlo y reforzarlo.
Los demás actores de la elección deberán festejar sus ganancias y lamentar sus pérdidas. Para todas las fuerzas políticas hubo de las dos. Después de las elecciones 2018 escribí un artículo que se titulaba Morena Toma Todo (Nexos, agosto 2018). Se jugaba entonces la Presidencia que López Obrador ganó con una amplitud no vista desde los años en que el PRI era todavía el partido hegemónico. Un nuevo partido (Morena) con un viejo candidato (AMLO) ganó la Presidencia con 53 por ciento que convirtió a la coalición Juntos Haremos Historia en una súper-mayoría a través de una sobre-representación ilegal y de un desbocado chapulineo en ambas cámaras porque Morena sólo obtuvo 37 por ciento de la votación para diputados y senadores. AMLO ganó en todos los estados menos uno (Guanajuato) y se llevó 21 congresos locales. Aunque quedó como partido minoritario en las gubernaturas pues en ese año solo se eligieron nueve, se llevó seis de ellas. También ganó 19 de 26 congresos locales a los cuales posteriormente sumó dos para controlar 21.
Este 6 de junio 2021 fue distinto. Una elección intermedia pero con 15 gobernadores, 30 congresos locales, 1,907 presidentes municipales y 16 alcaldes a elegir.
Los mexicanos regresamos a las urnas y el resultado después de tres años de gobierno no permitiría volver a decir Morena Toma Todo. Ganó y perdió. Lo mismo aplica para la oposición. Con todavía muchas incógnitas hoy tenemos una distribución del poder político distinta y junto con ella un ánimo que podría resumirse en dos frases: Morena no es imbatible y la oposición tendrá mayor injerencia en la toma de decisiones.
Si se confirman todos los resultados Juntos Hacemos Historia dio una zancada impresionante en el poder territorial: de las 15 gubernaturas en juego retuvo una (BC) y ganó 10 más para sumar a su buchaca 16. Un éxito indiscutible. De los congresos locales no tenemos información aún.
Si esto puso feliz, feliz, feliz al Presidente, tendría que estar triste, triste, triste por el retroceso impresionante que sufrió en la capital en la que tenía 14 de 16 alcaldías. Una derrota también indiscutible. Hoy la oposición, después de estar prácticamente anulada en la CDMX, se hizo de cuando menos nueve de las alcaldías y todo pinta para que en el Congreso local no haya mayoría simple para ningún partido ni coalición. El cómodo papel del Presidente y de la Jefa de Gobierno se acabó. Si no por vocación, tendrán que negociar por obligación. Pérdida neta para el partido gobernante.
De las cuatro entidades más importantes en población y actividad económica del país (CDMX, Edomex, Jalisco y Nuevo León) Morena no controla plenamente ninguna.
¿Y la cámara? Tampoco es para brincar de felicidad para el partido en el poder. Morena disminuyó su porcentaje de votación para diputados de 37 por ciento a 34 por ciento y su número de diputados (sin coalición) de 253 a 196. En coalición -si se confirman los resultados- también retrocedió. Hoy tienen la mayoría calificada con 333 diputados. Ésta, la perdió. Los resultados preliminares dicen que la suma de toda la coalición alcanzaría 280, esto es 56 por ciento del total. En contraste, la coalición opositora tiene 196 diputados (39 por ciento) y si logran la alianza parlamentaria con Movimiento Ciudadano tendrían 220 (44 por ciento).
La verdadera mala noticia es que el PVEM con tan sólo 5.5 por ciento de la votación tendrá 20 diputados más que MC, que obtuvo el 7 por ciento: 44 contra 24. Este absurdo, por no decir estafa, se debe a un convenio de coalición que el partido más vendido de nuestro sistema hizo con el partido en el poder.
Se equivoca AMLO cuando dice que hubo un refrendo de su proyecto y su persona. Lo que se refrendó es que el país está dividido en dos grandes bloques al igual que en 2018.
La pregunta relevante es qué pueden hacer Morena y el Presidente con su fuerza política y qué puede hacer la oposición con la suya. La respuesta la iremos viendo en el camino y dependerá de que ambas coaliciones se transformen en alianzas parlamentarias duraderas. Mi opinión es que salvo algunas decisiones importantes como la conformación del INE que requiere de mayoría calificada, tendremos más de lo mismo en términos de la forma del ejercicio del poder y de las políticas públicas. Tendremos un país con fuerzas más equilibradas pero, al fin y al cabo, un gobernante que intentará seguir gobernando como si este fuera el país de un solo hombre.