Para Noroeste en sus 48 años de juventud.
    El eventual traslado de figuras destacadas del PRI, PAN y MC a posiciones de gobierno, incluso a Morena, son restas duras de asimilar, sobre todo cuando estos partidos separados no están en su mejor momento.

    AMLO, sin más, soltó el galimatías:

    “Quiero adelantarles a los sinaloenses que voy a invitar a participar en el gobierno, nos va a ayudar en el gobierno, va a participar en el gobierno que represento el Gobernador Quirino Ordaz, lo voy a invitar a que trabaje con nosotros”.

    Y galimatías porque de acuerdo con las formalidades primero se invita y luego se acepta o rechaza. El sí lo da por descontado, porque va a participar o mejor, ya fue invitado y aquel aceptó y es que el rumor, tenía varias semanas, vamos desde el resultado de las elecciones concurrentes. Yo mismo lo publiqué en una de mis últimas colaboraciones.

    Pero, eso es la forma, lo que importa es el fondo, de este acuerdo que rápidamente provocó reacciones en la conversación pública siendo que todavía es un Gobernador en funciones y que hay un Gobernador electo.

    O sea, el planteamiento tiene varias aristas y conviene desmenuzarlas a favor de la claridad, más allá de un simple acto de cortesía y “porque ha hecho una buena labor en Sinaloa, es un hombre profesional, es un hombre de trabajo, tiene experiencia”.

    No cabe duda de que vivimos tiempos donde impera la llamada “política realista”, es decir, aquella que acuñó el canciller alemán Otto von Bismarck, quien recordemos buscaba más allá de las afinadas ideológicas, el equilibrio de poderes, mediante una combinación de realismo con pragmatismo político.

    Y en lo general, es lo que encierra la declaración presidencial, que, despojada de cortesías políticas con el Gobernador electo incluso de congruencia con su propia narrativa justiciera, dio un paso adelante desde lo alto de la Presidencia de la República, como proceso de agregación positiva donde después de la contienda tendríamos en el saco morenista a los ex gobernadores: Jesús Aguilar, Juan Millán, Mario López y a Quirino Ordaz.

    ¿Cuál es la lectura de esta invitación que trae ya la respuesta?

    Primero, no podemos dejar de ver que la política no solo es conflicto sino, también, es el arte de la suma de personas, grupos, ideas, proyectos sean buenos o malos. Y es donde percibo, la estrategia de trasvase política, que trajo a Sinaloa el Presidente López Obrador, cuando señaló que el Gobernador Quirino Ordaz cuando termine su gestión tendrá un lugar en el gabinete federal -como, al parecer, también, ha ofrecido a los gobernadores Javier Corral de Chihuahua, quien ha dicho que se va del PAN, y es el caso de Enrique Alfaro de Jalisco, quien para algunos observadores tapatíos, cada día está más lejos de Dante Delgado, el dirigente eterno del partido Movimiento Ciudadano-, y así, sería parte de una suma paulatina que lográndolo, sin duda, tendría efectos sobre el sistema de partidos, la competencia por los votos y la distribución del poder.

    Segundo, el eventual traslado de figuras destacadas del PRI, PAN y MC a posiciones de gobierno, incluso a Morena, son restas duras de asimilar, sobre todo cuando estos partidos separados no están en su mejor momento. Hay una caída importante en el mercado electoral y en la representación política, lo que técnicamente, obliga a la cohesión interna y a las coaliciones heterodoxas para lograr así una mejor rentabilidad política.

    Tercero, en Sinaloa continúa la reconfiguración de Morena que se inició en 2015 con la salida masiva del CDE que encabezaba Jaime Palacios, un histórico de la izquierda, y a quien el propio AMLO acusó sin pruebas de estar al servicio de los enemigos de la 4T. Hoy, AMLO, aquellos enemigos y varios de los jóvenes universitarios de aquella dirección comparten un mismo “proyecto”, paradojas de la política realista, que se asume sin hacer mutis, porque estamos ante intereses y para algunos es un asunto de fe.

    Cuarto, este fenómeno de trasvase político desde el PRI, y probablemente también desde el PAN y MC, es una de las apuestas de AMLO para el 2024, minar a estos partidos coaligados llevándose a Morena a valiosos militantes de la oposición, y como ejemplo, basta ver que producto de esa política realista están decenas de priistas y panistas que se sumaron a la campaña de Rocha Moya y hoy, están a la espera de ser recompensados con cargos públicos.

    Quinto, esto significa la coronación de una serie de alianzas legítimas e ilegítimas, aquellas de buena voluntad y las coactivas que se hicieron presentes provocando incertidumbre y temor de ir a votar, y esas podrían estar representadas en un gabinete donde podría haber de chile, dulce y manteca, lo que sin duda, dará una mayor complejidad a la operación del nuevo gobierno que podría ser de cuotas.

    Sexto, Quirino en el momento de agregarse al gabinete, va a ser un factor de poder que podría terminar opacando la gestión de Rubén Rocha y, de hecho, con el pronunciamiento de AMLO, ya le afectó el proceso de mudanza y debe estar molesto porque le resta el necesario espacio político de la sucesión.

    Séptimo, entonces, podría haber quirinismo para rato, ya que el todavía Gobernador junto con Tatiana Clouthier, que no la jugó con Rocha, son los únicos sinaloenses en el gabinete federal si por su perfil profesional alcanza una secretaría o subsecretaría económica o hacendaria.

    Octavo, además, el anuncio blinda a Quirino, quien alguna vez mostró la natural preocupación por el “día después” de dejar el Palacio de Gobierno. Sabía que era el momento más difícil de un ex Gobernador ya que sin poder la tradición indica que el nuevo gobernante construye sobre sus huesos. A Quirino se le critica la opacidad en el manejo de los recursos públicos, pero sobre todo sus críticos más severos, no le aceptan que habiéndose comprometido a castigar al equipo de Malova, su gobierno terminó absolviéndolo y, por cierto, este, también, podríamos verlo muy pronto en las filas de Morena, como ya lo hizo su brazo derecho, Gerardo Vargas Landeros, hoy flamante Alcalde electo de Ahome.

    Noveno, en todo esto, la gran perdedora es la llamada izquierda y los ilusos y románticos que jugaron a la política, cuando la idea podría desdibujarse en este trayecto de agregación política y seguramente tendrá algunas posiciones, pero sin tener una verdadera influencia en el programa de gobierno y eso podría ser la antesala de su propia agregación o pulverización.

    Y, diez, el morenismo histórico, el de la primera hornada, el que picó piedra, apechugará nuevamente ante AMLO, no veo que pudiera haber rupturas en un contexto de acomodos políticos.

    O sea, lo que estamos presenciando, es la reedición posmoderna de la máxima de Fidel Velázquez de “quien se mueve no sale en la foto” o mejor, lo que afirma Polo González: un gobierno de continuidad.

    Al tiempo.