Desde tiempos inmemoriales, México es el malo de la película en las películas, series, novelas y hasta cómics norteamericanos. Somos gangsters, narcotraficantes, asesinos, mariguanos, rateros y huevones. En esto no hay nada nuevo: recuérdese el “reefer-madness” del cine de Hollywood en los años 30 y 40 del siglo pasado. Pienso, en tiempos modernos, en Traffic, con Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones, dirigida por Steven Soderbergh. Y recuerdo la idea de Eduardo Medina Mora, no sé si cuando fue Procurador o Embajador en Washington, de tratar de influir en la industria cinematográfica norteamericana para cambiar esa “mala imagen” de México en las pantallas diversas.
Todo esto viene a colación por la segunda llegada de Trump a la Casa Blanca, y la creciente rivalidad o enfrentamiento entre Estados Unidos y China. Una cosa es que seamos narcos, polleros y corruptos; otra muy distinta es ser retratados como aliados de los chinos. Nunca, ni siquiera durante la Primera Guerra Mundial, ni mucho menos a lo largo de la Guerra Fría, nos habían acusado de ser amigos de sus enemigos. Las cosas empiezan a cambiar.
Los canadienses representan un preámbulo. No se trata ya únicamente de los “premiers” de Ontario y Alberta, sino de la Viceprimera Ministra Chrystia Freeland, la negociadora del T-MEC, y colaboradora cercana de Justin Trudeau. Consideran todos que México se ha convertido en la “puerta trasera” de importaciones chinas a Canadá, y que eso es inaceptable. Sin embargo, la actitud de la sociedad de espectáculos de Estados Unidos es mucho más alarmante.
Hace un año, salió en Paramount la primera temporada de la serie Lioness. Dominguera, involucra a un equipo de comandos de la CIA encargado básicamente de matar gente, o de llevar a cabo operaciones clandestinas sin huella, pero con todo el peso del aparato militar de Estados Unidos. En su primera época, Zoe Saldaña, Nicole Kidman, Morgan Freeman y Michael Kelly protagonizan una miniguerra en Irak, y contra magnates árabes en su propio país.
Pero en la segunda temporada, los adversarios de Lioness son otros. Arranca con el secuestro de una congresista mexicano-americana en Texas, llevada a México por un cártel mexicano denominado “Los Tigres”. Rápidamente, el comando de una decena de estadounidenses ingresa a México, mata a unos quinientos soldados y policías mexicanos, y rescata a la legisladora. Pero resulta que el secuestro por los narcos era solamente una finta. En realidad, lo que descubre Lioness es una vasta conspiración, encabezada por un Minister of State Security (MSS) chino, instalado en la Ciudad de México, en complicidad con el gobierno mexicano y el cártel, dirigida contra Estados Unidos. En el siguiente episodio, el equipo penetra nuevamente a México, intentando detener a algunos narcos menores pero en realidad para sembrar a una recluta hija y sobrina de capos. Se topan con un escondite donde los narcos preparan a 500 niños para ir a Estados Unidos como esclavos sexuales, a quienes posteriormente liberan cuando cruzan el río. Hasta allí llega la serie por ahora.
El guión es obviamente desorbitado. Ningún gobierno mexicano ha tenido la temeridad de aliarse con un enemigo serio de Estados Unidos, ni Venustiano Carranza ante el Telegrama Zimmerman, ni López Obrador con Xi Jinping. Nadie duda de la connivencia de las autoridades mexicanas con los cárteles en general, pero pensar en su colaboración para golpear a Estados Unidos, en contubernio con Beijing, es ridículo. No obstante, al igual que en Narcos México, donde el profesor Carlos Hank González es explícitamente acusado de ser el capo di tutti capi del narco en México, los guionistas reciben información de fuentes creíbles, aunque no siempre fidedignas.
Lioness es una gran producción, vista por millones de streamers, y que introduce un nuevo elemento en la descripción imaginaria de México en las pantallas norteamericanas. Cuando Sheinbaum revele el nombre de quien ya escogió como su nuevo Embajador en Washington, habrá que recomendarle que vea la serie. Para que empiece a captar la magnitud del reto que va a enfrentar.
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@JorgeGCastaneda