Hace un par de días me sorprendí desesperado y decepcionado por la lentitud de la entrega de un paquete de fotografías que solicité imprimir en físico... ¡se me hacía increíble que tardaran 45 minutos en estar listas!
Cuando las entregué a mi esposa para repasar, disfrutar y revivir las aventuras que hemos vivido juntos me hizo un comentario que –he de confesar- me hizo cambiar mi perspectiva del tiempo por completo, ella me dijo: “qué increíble que en solo 45 minutos puedas imprimir todas las fotos de tu celular y que, si no las imprimiéramos, solo las habríamos visto una sola vez”.
Nos ha tocado vivir en una época maravillosa: nos hemos dado cuenta de que los únicos límites existen en nuestra cabeza; no obstante, esta increíble oportunidad y capacidad de lograr mucho en muy poco tiempo, ha logrado –en muchos casos- truncar la visión de largo plazo, perdemos de vista las metas que realmente importan; ya sean patrimoniales, de salud, de crecimiento profesional, financieras, intelectuales o espirituales. Todas estas metas tienen en común que requieren de una cuidadosa planeación, seguimiento y revisión constantes y, por supuesto: tardan en conseguirse.
El autor estadounidense Tom Hirshfield escribió en uno de sus libros: “if you hit the target every time, is too near or too big” (si das en el blanco todas las veces, es o muy cercano o muy grande), y creo que ese, precisamente es el principal obstáculo cuando no se obtienen resultados extraordinarios: no atrevernos a soñar lo suficientemente alto; no comprometernos con un proyecto lo suficientemente aspiracional.
Por ejemplo: un amigo quiere comprar una casa; después de analizar sus posibilidades financieras actuales, se dio cuenta de que le alcanzaba para contratar un crédito hipotecario a 20 años y comprar una pequeña casa de un piso, ubicada en una colonia alejada de la zona de la ciudad donde normalmente se desarrollan sus actividades diarias. Ahora bien, comprar una casa con esas características puede ser una buena inversión patrimonial, solo que él tiene otras aspiraciones, a él le gustaría comprar una casa en una zona más céntrica y con espacios más amplios. Convencido de esta aspiración, se asesoró con otro amigo, quien le ayudó a formular un plan a largo plazo en el que podría comprar la casa que quería; actualmente vive en ella y está feliz de haber tomado la decisión de invertir en su plan de largo plazo y no conformarse con sus posibilidades del corto plazo.
La frenética inmediatez que buscamos en la actualidad funciona para algunas cosas: pedir un auto con chofer, ordenar la comida, comprar zapatos, buscar cualquier información cultural, comprar un boleto de avión, reservar un lugar para dormir y hasta comprar los pañales, ¡son actividades a las que, ahora, suena ridículo dedicarles más de 5 minutos!
Sin embargo, como las metas extraordinarias –normalmente- llevan más tiempo, por lo que tendemos a postergar su planeación (es común escuchar: “total esos $1,000 no me van a hacer ni más pobre, ni más rico”), hasta llegar al punto de decir: “si hubiera empezado hace 5 años que se me ocurrió... ya lo habría logrado”.
Hay un proverbio chino que dice: “El mejor momento para sembrar un árbol fue hace 20 años. El segundo mejor momento es ahora”.
Nunca es suficientemente tarde para plantearnos metas extraordinarias y objetivos aspiracionales. Solo hace falta quererlo en serio, planearlo y dar el primer paso.
Director Comercial ICAMI, Centro de formación y perfeccionamiento directivo