El término populista, es uno de los adjetivos que en la actualidad se escucha con mucho mayor frecuencia en medios de comunicación, redes sociales y en las discusiones de la gente común, cuando se refieren a ciertos personajes de la política y gobiernos. Pero lo cierto es que, a pesar de su uso habitual y cada vez más cotidiano, todavía no se tiene muy en claro cuál es su verdadero significado y si su utilización como adjetivo calificativo es correcta cuando se usa con tal o cual político o régimen de gobierno.
Una de las diferencias más polémicas y curiosas sobre el significado de populismo fue la que se dio el 29 de junio de 2016 en el cierre de la Cumbre de Líderes de América del Norte, donde el Presidente Barack Obama difiere con el Presidente Enrique Peña Nieto sobre ser un populista. En aquella ocasión ambos utilizaron el término en circunstancias distintas para referir significados diferentes:
El populismo de Peña Nieto alude de forma peyorativa a políticos y liderazgos que asumen posiciones populistas y demagógicas para vender soluciones fáciles a problemas sociales complejos. En cambio para Barack Obama defendió que un populista es aquel lucha por la justicia social, incluso él mismo se calificó como un populista, según su idea.
Para la Real Academia Española, la palabra populismo es aquella tendencia política que pretende prestar atención especial a los problemas de las clases populares. Sin embargo, podemos notar que hoy día el término populista se usa más en la idea despectiva que refirió Peña Nieto que a la idea de virtud en Barack Obama.
Para Javier Lascuráin, presidente de la Fundéu (fundación creada para el buen uso del idioma español en los medios) en un tiempo la palabra populista sirvió para bautizar a diversos movimientos que subrayaban su identificación o defensa de los intereses del pueblo. En ese contexto, ser populista no solo no era algo negativo, sino más bien un rasgo positivo para el discurso político. Sin embargo, fue a finales del Siglo 20 que en los diccionarios de uso común comenzaron a incluir matices negativos, como el caso del diccionario Salamanca en 1997, donde se señala que populismo es un término peyorativo y lo define como “ideología y comportamiento de los políticos que defienden demagógicamente los intereses de las clases populares”.
De acuerdo a lo anterior, se puede entender que si un gobierno o un político actúa como un populista, no garantiza buenos resultados para las clases populares, como tampoco significa que por ser popular vaya en ello implícita la capacidad para resolver los problemas sociales que se padecen en un país, una entidad o en algún municipio.
En este sentido, para el analista político Moisés Naím, lo que alimenta a los movimientos populistas es el intento de llegar al poder o el de mantenerlo. Que con frecuencia se piensa que el populismo es una ideología, pero no lo es: es una estrategia para ganar apoyos y alcanzar y retener el poder. Así, hay políticos que destacan por su talento para aprovecharse de las fisuras y divisiones en la sociedad y usarlas de base para asaltar el poder o para afincar y cimentar el poder que ya tienen. «Divide y vencerás» es una vieja táctica que ahora se ha potenciado gracias a la globalización y a la influencia que permiten las redes sociales.
En los últimos años hemos visto en el mundo la conformación de gobiernos, tanto de derecha como de izquierda, que se mueven mayormente en el discurso populista con intenciones electorales y para legitimar acciones de gobierno. De ahí que el significado, en este caso, “político”, de populismo adquiere en sí mismo connotaciones más allá de una definición conceptual, pues todo comportamiento populista o no de un gobierno necesariamente arrojan consecuencias tanto positivas como negativas para un país o para cierto sector social en una sociedad.
Por lo que entonces, el concepto de populismo podemos decir que tiene vida propia y su interpretación varía de acuerdo al tiempo y a las circunstancias históricas de cada país frente a políticos y gobiernos de corte populista. Para el investigador del Colegio de México, Jean-François Prud’homme, el populismo es un concepto evasivo, al que puede entenderse de acuerdo al contexto intelectual y político que se vive, o a lo que podemos llamar como el “espíritu de la época” en el que tiene lugar. Por lo que más que explicar sus características como fenómeno, su importancia instrumental y académica reside en revelar lo que hay alrededor -de ese populismo-.
Por lo tanto, un gobierno populista no implica que seas un buen o mal gobierno, pero sí que su desempeño populista pueda en un determinado momento convertirse, de acuerdo a los fines que subyacen en los intereses de los que gobiernan, en un gobierno democrático o demagógico.
En la actualidad el término de populismo en nuestro País se utiliza principalmente para descalificar adversarios políticos de una forma peyorativa, motivada más por la frustración de una oposición sin argumentos sólidos o como resultado de una manipulación mediática del término, lo cual no ayuda a elevar el dialogo y la reflexión que se requiere para sostener el rumbo que más convenga a nuestra naciente democracia.
Hasta aquí mis reflexiones, los espero en este espacio el próximo martes.