La mayoría de las veces que un personaje del deporte, la cultura o la política se convierte en un fenómeno mediático, hay detrás una historia y una trayectoria. Es cierto que pueden darse excepciones y ser sólo un fenómeno coyuntural y efímero precisamente porque no existe una historia y una trayectoria que avale al personaje.
Una constante es que siempre hay un “disparador” que puede ser el desempeño notable en un partido, una actuación memorable o un acto no previsto.
En el caso particular de la Senadora Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz fue la negativa del Presidente a reconocerle su derecho de réplica y cerrarle las puertas de Palacio Nacional.
Los hechos ocurrieron el 12 de junio y la actitud del Presidente despertó una enorme simpatía en la sociedad hacia Gálvez y un gran interés de la prensa por el personaje.
Surge entonces la Xochitlmanía, que se sostiene en la historia de la Senadora, una niña que nace en una zona indígena en condición de extrema pobreza, que por su esfuerzo y méritos propios llega a donde ahora está.
Tiene una sólida trayectoria en el sector privado, en 1992 crea una empresa de alta tecnología dirigida al diseño de edificios inteligentes.
Y también en el sector público que inicia en 2000 durante el gobierno de la alternancia que encabeza el Presidente Vicente Fox, donde se desempeña como responsable de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
Ella tiene las características que se requieren hoy para ser un candidato exitoso: Ser probadamente honrado; ser cercano a la gente; ser empático; saberse comunicar; tener una narrativa original y propia; y tener propuestas claras con las que se identifica el elector.
En el caso de Gálvez se añade que el Presidente la agrede todos los días con insultos y mentiras. El machismo, la misoginia y el racismo de López Obrador juegan a favor de la Senadora.
La actitud del Presidente, ejemplo acabado del México atrasado y patriarcal, despierta la simpatía hacia Gálvez de más sectores de la sociedad mexicana, en particular de las mujeres y los jóvenes.
Un elemento más que explica la Xochitlmanía, que llegó para quedarse, es que amplios sectores de la sociedad descontentos con el actual gobierno no veían a ningún candidato o candidata de la Oposición con posibilidades reales de ganar la Presidencia.
De pronto, antes no lo habían considerado, surge ante sus ojos Gálvez y ven que ella sí puede vencer a cualquiera que sea el candidato de Morena. Esto despierta esperanza y un gran entusiasmo.
La Xochiltmanía no será algo coyuntural y efímero porque en el caso de la Senadora hay una vida y una trayectoria que avalan y sostienen al personaje. En la medida que pasen los meses se podrá ver en las encuestas la real fuerza de esta política mexicana.