Profana la violencia el edén de 'El Mayo'
Guerra feroz en el valle del San Lorenzo
Había llamado Ismael Zambada García, en la carta atribuida a él y que fue publicada el 10 de agosto después de estar a disposición de la justicia de Estados Unidos, a tener moderación y mantener la paz porque “nada se puede solucionar con la violencia. Hemos recorrido ese camino antes y todos pierden”, sin embargo, la acción criminal penetró ayer esa especie de zona de excepción que como jefe del Cártel de Sinaloa había mantenido desde El Salado a la costa y desde Quilá a La Cruz, franja en la cual se movió seguro durante décadas siendo el gobierno único.
Los tres días que se cumplieron ayer de violencia dispersada desde Culiacán hacia el sur, casi rozando a Mazatlán, probablemente signifiquen el peor choque registrado entre las antes compactas células del Cártel que “El Mayo” y Joaquín “El Chapo” Guzmán dirigieron con mando férreo prohibiendo a sus compinches las confrontaciones domésticas. Sin guerra ni cuartel y sin saberse cuánto dure esto, la verdad es que el costo que delincuentes y pacíficos empezamos a pagar ya es alto e irreversible.
Los grupos del narco escindidos están poniendo los muertos, heridos y los arsenales y ejércitos que les causan mermas no sólo por las vidas humanas afectadas en sus formaciones bélicas sino por los recursos financieros implicados en sostener una colisión de esta magnitud. Las empresas, las familias y las esperanzas colectivas sufren daños incalculables por pérdida de paz y desarrollo en todos los sentidos, más allá de las menguas materiales.
A 72 horas de la presente crisis de la seguridad pública la pregunta que cobra fuerza tiene que ver con las largas horas que transcurren sin ver el final de las beligerancias. En sí el panorama se estancó en la narrativa de dos segmentos de delincuencia organizada que se buscan y al encontrarse tratan de eliminarse a sangre y fuego, mientras que las fuerzas armadas detectan los focos rojos y se trasladan hacia allá por tierra y aire con la misión de dispersar a los comandos de civiles armados en una acción de sofocación del peligro.
Tal vez al hallarse a disposición de la Corte de Brooklyn en Nueva York Zambada esté enterado de que no fue atendido el exhorto que hizo a mantener tranquila la región donde sus esposas y progenie han vivido en paz durante años sin que las perturben los operativos y elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional ni los pistoleros de otras corporaciones del narco, respetándoles ambos tal pacto de honor si es que puede llamársele así. Esa promesa de apacibilidad que sostuvo mientras estuvo libre se las hizo sobre todo a sus hijas.
Dígase lo que se diga, Zambada sí cuidó durante años que otras organizaciones criminales no le invadieran sus dominios, sin imaginar que los hijos de él y de Guzmán Loera librarían la gran confrontación por someterse unos a otros. Tampoco permitía que sus asentamientos sufrieran situaciones de alta violencia que le calentaran el terruño y atrajeran a soldados y helicópteros artillados de los cuales logró escapar en numerosas ocasiones.
En esta semana se ha notado a sobremanera que “El Mayo” y “El Chapo” no están en Sinaloa, específicamente en los espacios vitales que son el valle del Río San Lorenzo para el primero y La Tuna para el segundo, operando desde allí para el resto de Sinaloa ciertas condiciones de tranquilidad de las cuales disfrutaban no sólo sus estirpes sino beneficiaban de refilón a los sectores económico, político y social. La pax narca es sustituida hoy por las batallas que libran quienes se dicen herederos del incalculable imperio criminal que les dejaron sus padres.
Si acaso aquella guerra interna que los hermanos Beltrán Leyva libraron en el Cártel de Sinaloa contra Zambada y Guzmán, en 2008 por la detención de Alfredo Beltrán Leyva, mostró atisbos de cómo iba a ocurrir la gran ruptura en la principal organización mexicana del narco, sin que alguien pudiera calcular los alcances que están asomando en Culiacán y alrededores, con réplicas en los municipios de Cosalá, Elota, Badiraguato, San Ignacio y acercándose a Mazatlán. Y lo que más atemoriza es precisamente el hecho de ver que la secuencia de violencia y terror no da visos de plazo de conclusión o al menos tregua.
Por los territorios que eran para Zambada la ruta de seguridad inalterable la gente podía moverse sin sobresaltos, fuera parte o no de la constelación del narcotráfico que todos conocían y muchos usufructuaban. Quilá, La Loma, Oso, Tacuichamona, Pueblos Unidos, Baila, Portaceli y puntos intermedios fueron como alfombra de protección tendida para quien llaman “el señor del sombrero”.
Pero Las cosas cambiaron y ayer miércoles la expectativa de paz se les iba como el agua en las manos a los pobladores del Valle del San Lorenzo, de la misma manera en que ese río escurre sigilosamente para fundirse con el mar en El Conchal.
Igual que de la presa escapa,
El valiente Río San Lorenzo,
Escapará con su fluir intenso,
De la violencia que lo atrapa.
A pesar del ambiente de incertidumbre que desde Culiacán dimana al resto del estado, el Poder Legislativo pudo sacar adelante la consulta a la comunidad de la Universidad Autónoma de Sinaloa en el itinerario hacia la reforma de la Ley Orgánica que rige en la casa de estudios. Es de resaltarse la participación tajante de estudiantes y profesores que ejercieron la libertad de decidir a pesar del largo boicot orquestado por quienes se aferran a prolongar el cacicazgo que saquea y mancilla al alma máter desde hace 20 años . Nótese el ejemplo de dignidad universitaria en el contexto de barbarie que quisieron aprovechar Robespierre Lizárraga y cofrades para apretarle los grilletes al águila rosalina.
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