Las sociedades humanas de todos los continentes llevan más de un año soportando el flagelo del Covid-19, virus que ha asolado a la humanidad entera con furia indómita y que ha resultado difícil de sobrellevar por tanto tiempo. Nunca las sociedades modernas se imaginaron que la pandemia duraría tan larga temporada, causando estragos en distintos ámbitos.

    Rebasando todos los pronósticos, el virus está lejos de atenuarse; por el contrario, tiene rebotes frecuentes y mutaciones en distintas partes del mundo. Su comportamiento es desconcertante, porque se aplaca por breve tiempo, pero vuelve a aparecer como una fiera hambrienta. No se han podido controlar sus efectos letales entre los humanos, cuyos dantescos resultados hace que a estas alturas sumen cifras aterradoras de fallecidos en todo el mundo.

    En este contexto, las vacunas han llegado como la panacea para detener la terrible pandemia que por más de un año ha mantenido a la sociedad en vilo permanente. Desde que apareció el Covid-19 no ha habido tregua, todos los esfuerzos de los gobiernos y sistemas de salud se han volcado por encontrar medidas que reduzcan el número de infectados y han entablado una verdadera batalla sanitaria en contra de esta catastrófica pandemia.

    Se han puesto las mejores expectativas en las vacunas, como tablas salvadoras contra la pandemia, los principales países con avances en la investigación en salud pública -El Reino Unido, China, Rusia e incluso Cuba- están produciendo vacunas que están probando su eficacia para detener definitivamente la pandemia, confiamos que así ocurra para bien de la humanidad.

    En la actualidad, sin embargo, se atraviesa por el problema del acaparamiento de la vacuna por parte de los países más desarrollados, dejando a los países más pobres del mundo sin acceso a la vacuna, situación que ya planteó nuestro Presidente en la asamblea de las Naciones Unidas, con la demanda de que ese organismo internacional tome medidas para romper con el acaparamiento y las vacunas lleguen de manera equitativa a todos los pueblos del mundo. Los países en desarrollo no pueden ser discriminados por su pobreza, en medio de una pandemia global que los atenaza con fuerza indómita.

    La vacuna debe llegar a todos los rincones de la tierra para pobres y ricos sin discriminación, la humanidad cada vez debe ser más solidaria y fraterna. Afortunadamente, nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador ha alzado la voz en el pleno de la asamblea de las Naciones Unidas, planteando que la vacuna no debe ser acaparada por los más poderosos, debe llegar, sin pérdida de tiempo, a todos los países, incluyendo a los más pobres de la tierra, se debe buscar la forma de que la vacuna llegue a esas sociedades que viven en condiciones paupérrimas.

    Los mexicanos hemos sido de los primeros en donde se empezó a aplicar la vacuna gracias al esfuerzo desplegado de nuestro Presidente, quien con mucho tiempo de anticipación empezó, por medio de su Secretario de Relaciones Exteriores, a suscribir contratos con las farmacéuticas que producen la vacuna en algunos países, apoyado en el eficiente equipo de la Secretaría de Salud; con mucha antelación se suscribieron contratos con la mayoría de las farmacéuticas productoras de vacunas. Eso ha permitido al gobierno de México estar desarrollando un robusto plan de vacunación para todo su pueblo.

    El plan de vacunación en nuestro País ya está afortunadamente en marcha, y su aplicación en primer lugar se ha centrado en inmunizar a los sectores más vulnerables, al personal médico, a las enfermeras, doctores y laboratoristas que están en la primera línea, combatiendo tenazmente ese letal virus de Covid-19. Esa fase ya está prácticamente concluida; ahora, en la siguiente etapa, se ha comenzado a vacunar a los adultos mayores, quienes tienen la tasa más alta de vulnerabilidad, y enseguida se pasará a la vacunación masiva de toda la sociedad; esa es la acertada estrategia que se ha planteado el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

    Los ciudadanos de este País se sienten seguros porque cuentan con un Presidente que lucha denodadamente por cambiar los parámetros de pobreza que en la actualidad aún prevalecen, y por asegurar el acceso universal y gratuito a la salud -incluyendo la esperada vacuna contra el Covid19- como sus grandes prioridades.