Su nombre es Prisca Awiti Alcaraz y hoy es mundialmente reconocida como medallista olímpica de Francia 2024 en la disciplina de Judo. Con este triunfo, Prisca se consolida como una atleta excepcional que ha obtenido una condecoración inédita.
Particularmente para el movimiento afromexicano, el éxito de la judoka ha sido tremendamente significativo dadas las complejas circunstancias de racismo y corrupción que afectan todas las esferas del desarrollo psicoemocional de las personas afromexicanas, lo que incluye el deporte. Si bien en redes sociales se han difundido miles de mensajes de apoyo y reconocimiento, también han tenido cabida opiniones de mote xenofóbico al señalar que Prisca es una competidora “naturalizada”. Esto se debe a que su historia de vida- como muchas otras- está marcada por la migración, lo que la llevó a criarse en dos países: México e Inglaterra. Su madre, Lola Alcaraz, originaria de León Guanajuato, contrajo matrimonio con su esposo de ascendencia keniana. Se establecieron en Londres y formaron una familia.
La incursión de Prisca en el deporte inició con la gimnasia, pero motivada por su hermano Phillip Awiti, atleta olímpico de Judo, se interesó por esta disciplina. En algunas entrevistas, la judoka ha declarado que su decisión de competir en representación de México se debe al respaldo y estímulo que ha encontrado en el país. Por ello, desde 2017 ha competido en nombre de una de sus nacionalidades. En el 2022 se mudó a México y comenzó a refrendar reconocimientos deportivos de talla internacional, tales como la plata el Campeonato Panamericano de Judo en Canadá (2023) y el bronce en los Juegos Panamericanos de Chile (2023).
¿Dónde están las afromexicanas? ¡Ganando medallas olímpicas!
En un país cuyo imaginario nacionalista se ha forjado sobre el mestizaje, la representación pluriétnica no solo es una demanda histórica, es también una ruta para promover una cultura de tolerancia y no discriminación. Frecuentemente, cuando se habla de personas afromexicanas, una de las preguntas más comunes es ¿dónde están? Cuestionamiento que reproduce estigmas raciales y narrativas revictimizantes, pues prevalece una idea de “búsqueda remota”. La realidad es que las personas afromexicanas siempre han estado en distintos espacios educativos, políticos, artísticos y deportivos, por mencionar algunos. Sin embargo, la pigmentocracia y la blanquitud como vértebras de un sistema político-ideológico han impelido la paridad racial en eventos internacionales, como lo son los Juegos Olímpicos. La representación negra en los deportes es necesaria, y a la par, también es prioritario trabajar por una cultura deportiva más extensa y asequible, capaz de transformar historias de vida.
Históricamente, los Juegos Olímpicos han exaltado barreras de clase, género y raza. Recordemos que, hacia finales del Siglo 19, el deporte era un espacio donde predominaba la representación de estratos sociales con cierto poder adquisitivo. Hoy, el deporte es una posibilidad para mudar historias de vida marcadas por la violencia, la exclusión social y la pobreza, entre muchas otras circunstancias adversas que podríamos enunciar.
Por eso, desde el movimiento afromexicano celebramos a Prisca Awiti, reconociendo que su trayectoria olímpica contribuye en el combate al racismo anti negro que prolifera en nuestro país. Lejos de suscribirnos a un orgullo nacionalista, expresamos la emoción por atestiguar el surgimiento de representaciones negras en el deporte mexicano.
Que esta medalla de plata sirva para potenciar talentos afromexicanos y que se traduzca en inversiones estratégicas para que, infancias y juventudes racializadas y migrantes, tengan la oportunidad de acceder a mejores oportunidades de vida. No es una demanda, sino una deuda histórica.
* Ghana Hurtado es coordinadora de Incidencia y Comunicación del Centro de Estudios Afromexicanos Tembembe A. C.
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