En el primer cuarto del Siglo 21 hemos enfrentado grandes desafíos. A pesar de estos tiempos difíciles, hemos mantenido una mentalidad optimista. Esta resiliencia refleja la tenacidad vista a principios del siglo pasado, donde la sociedad mexicana también fue puesta a prueba durante sus primeros 25 años, pero logramos avanzar con fortaleza.
Si bien el primer cuarto del siglo pasado y el actual han estado marcados por pandemias (gripe española y Covid 19) y turbulencias políticas, vamos a enfocarnos en los cambios que ha experimentado la Universidad Autónoma de Sinaloa. Esta institución no sólo ha resistido estos desafíos, sino que también se prepara para abrazar un nuevo amanecer, redefiniendo su futuro con transformaciones profundas en su estructura y enfoque educativo.
Al reflexionar sobre el primer cuarto de los siglos 20 y 21, identificamos dos aspectos que han moldeado profundamente a la UAS: autonomía y democracia universitaria.
En 1918, la UAS alcanzó la autonomía universitaria, estableciendo un precedente para la libre administración y el autogobierno académico. En consonancia, en 2024, una reforma a la ley orgánica enfatizó este compromiso con la autonomía, adaptando la institución a las nuevas necesidades educativas y sociales del Siglo 21. Estos hitos no sólo evidencian el crecimiento y la capacidad de adaptación de la UAS a lo largo de los años, sino también su liderazgo constante en educación, respondiendo proactivamente a los desafíos en constante evolución.
La autonomía universitaria, alcanzada en 1918 y reforzada en 2024, ha sido vital para garantizar la libertad académica y la autogestión. Estos momentos no sólo fortalecen la integridad y la independencia de la centenaria casa de estudios, sino que también aseguraron un espacio para el desarrollo crítico y la innovación ante los retos contemporáneos.
La democracia en la institución académica ha experimentado numerosos altibajos. Por ejemplo, en la reforma a la Ley Orgánica de 1972 fue establecida la democracia en la UAS, pero con la reforma del 2006 se vuelve a perder. Sin embargo, con la reciente reforma a la ley orgánica en el 2024, aunque aún perfectible, se ha establecido una base sólida para la elección libre e informada de sus autoridades. Este avance es el resultado del esfuerzo persistente y valiente de estudiantes y profesores universitarios en los últimos años, marcando un punto de referencia en el camino hacia una gestión más democrática y transparente de la vida académica.
La reforma de la Ley Orgánica de la UAS del 2024 establece el voto como universal, libre, directo y secreto, fortaleciendo la democracia interna. Esta medida permite que todos en la comunidad universitaria influyan equitativamente en las decisiones clave, promoviendo un proceso electoral transparente y justo. Con esto, la UAS se posiciona como líder en prácticas democráticas educativas en México, impulsando una participación activa y responsable.
Un punto importante de la reforma actual es la transición progresiva hacia la gratuidad en la Universidad Autónoma de Sinaloa. Durante años, los cobros de matrícula, injustificados desde el punto de vista financiero, han sido una barrera para muchos estudiantes, limitando su progreso académico. Estos cobros, aunque previstos en los presupuestos anuales, no deberían recaer sobre los estudiantes, quienes representan uno de los sectores más vulnerables de nuestra comunidad.
La universidad no es sólo un ente aislado o un concepto desligado de la realidad; es un cuerpo vivo compuesto por docentes, estudiantes y personal administrativo, que son el corazón de la institución y sus verdaderos agentes de cambio. Los desafíos enfrentados han servido para reafirmar que los docentes y estudiantes deben liderar y dirigir los auténticos cambios institucionales.
Este enfoque remarca que la Universidad somos todos, y si deseamos cambios profundos en ella, debemos unir esfuerzos y comprometernos a llevarlos a cabo. Grandes transformaciones requieren la participación de cada miembro de la comunidad, alzando la voz y consolidando su nueva etapa democrática por un futuro académico sólido y pertinente.
Este legado de lucha y superación nos ofrece una perspectiva positiva y un camino llano hacia un futuro donde, armados con un espíritu renovado y optimista, la comunidad universitaria puede continuar enfrentando otros desafíos. Es fundamental unir esfuerzos para impulsar los cambios democráticos que consoliden nuestro legado académico. No debemos permanecer pasivos; es necesario participar activamente en este proceso de transformación, alzando la voz y votando conscientemente por la verdadera universidad que la sociedad necesita y merece.