El presupuesto público refleja las prioridades de un gobierno y su visión de futuro. En el caso de Sinaloa, la Iniciativa de Presupuesto de Egresos 2025 destaca por asignar casi la mitad del gasto total al sector educativo, reafirmando su importancia como eje central del desarrollo social. Sin embargo, este esfuerzo debe analizarse más allá de las cifras globales, para identificar si los recursos asignados responden a las necesidades concretas de las comunidades escolares. En este sentido, mientras se reconocen avances en rubros como la primera infancia y la profesionalización docente, persisten desafíos importantes en equidad, inclusión e infraestructura escolar que requieren atención urgente.
Para el año 2025, la iniciativa de presupuesto de egresos contempla un gasto total de 70 mil 4 millones 102 mil 181 pesos. Esto es aproximadamente 407 millones de pesos más respecto al año 2024, que representa un aumento nominal de 0.6 por ciento, pero que en términos reales (ajustado a la inflación), implicaría una reducción de 3.8 por ciento.
A diferencia del gasto total contemplado, el presupuesto educativo crece ligeramente más en términos nominales (3.54 por ciento) respecto al año anterior, pasando de 33 mil 457 millones 597 mil 891 a 34 mil 796 millones 543 mil 187 pesos, pero que igualmente no se sobrepone a la inflación, teniendo una reducción real de 0.5 por ciento. No obstante, lo que se destaca es el aumento del presupuesto educativo respecto al total, que pasó de 48.1 por ciento en 2024, a 49.7 por ciento en 2025. Es decir, 1 de cada 2 pesos del gasto público en Sinaloa se destina a la educación.
En términos generales, la iniciativa de presupuesto para 2025 muestra avances importantes en áreas clave como la primera infancia, con aumentos reales en todos los rubros analizados: educación inicial, preescolar, SIPINNA, guarderías y centros de atención infantil. Esto refuerza el compromiso con una etapa crucial para el desarrollo integral de niñas y niños.
Otro elemento a destacar es que este año se le da una importancia adecuada a la formación continua, destinando cuatro veces más recursos al Programa para el Desarrollo Profesional Docente (PRODEP) respecto a 2024. Además, la formación inicial también se verá beneficiada, ya que todas las escuelas formadoras cuentan con aumentos reales en su presupuesto, lo que, en su conjunto, asegura una mejor preparación de los maestros frente a los desafíos educativos actuales.
Sin embargo, a pesar de los avances, persisten áreas de oportunidad que requieren atención prioritaria. En equidad e inclusión, se observan reducciones en el presupuesto para educación especial y apoyo a migrantes, afectando a sectores vulnerables y ampliando las brechas de desigualdad existentes.
Por otro lado, en infraestructura física de las escuelas, aunque hay aumentos en términos reales para algunos niveles educativos, los recursos asignados para la educación básica enfrentan un recorte de 2 por ciento. De igual forma, al componente de mejoramiento de infraestructura escolar se le proyecta una reducción de 52 por ciento. Lo anterior limita el garantizar condiciones dignas y entornos propicios para el aprendizaje en las escuelas.
El presupuesto 2025 representa un paso adelante en la consolidación de algunos pilares clave para el sistema educativo en Sinaloa. No obstante, para que estos avances sean sostenibles y se reflejen en beneficios para todas las niñas, niños y jóvenes, es fundamental corregir las desigualdades persistentes en áreas como equidad educativa e infraestructura escolar. Reasignar recursos estratégicamente, priorizando a los sectores más vulnerables, puede garantizar un impacto más amplio y justo para las poblaciones que históricamente han enfrentado mayor exclusión. La educación en Sinaloa debe convertirse no sólo en una prioridad presupuestaria, sino también en un instrumento efectivo para transformar vidas y coadyuvar a que cada niña y niño se convierta en la mejor versión de sí mismo.
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