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El Presidente Andrés Manuel López Obrador es evidente por sus reacciones, se sale de balance cuando la agenda no la dicta él. Acostumbrado a imponer los temas que se discuten y a marcar el rumbo de la materia a abordarse en el ámbito social, económico y por supuesto político, estas últimas semanas ante eventos fuera de su alcance ha mostrado su irritación, su ausencia de discurso, su poca información al respecto.
Empezó el 2 de marzo en su natal Macuspana, cuando su arenga gubernamental fue interrumpida por quienes acudieron al acto político convocado, comenzaron a manifestarse contra el Alcalde de aquella ciudad. Le siguieron con los gritos y los abucheos cuando el Presidente les echó en cara los programas asistenciales que ha instaurado para niños, jóvenes, en escuela, con discapacidad, y la multitud respondió con abucheos dejando entender que no los estaban recibiendo. Ahí fue cuando el Presidente se salió de balance. Se quedó callado, insinuó que estaban mintiendo, amenazó con retirarse del lugar si no guardaban silencio. A la autoridad se le tiene que respetar, terminó gritando ya sin más argumento que ser el Presidente de la República.
A los pocos días, otro evento no programado en la agenda del Presidente López Obrador lo sacó de control. La marcha en el Día Internacional de la Mujer. Convocada en todo el mundo y en México sumado un día, el 9 de marzo, para realizar un paro de mujeres ante la violencia que muchas siguen sufriendo, la impunidad que domina sus casos, y la inseguridad en la que viven, se anticipaba lo que sucedió: históricas concentraciones de mujeres que en forma pacífica se manifestaron. No contra un Gobierno en específico, cuanto más contra una cultura machista, de harta violencia.
Pero el Presidente, cuyo tema no es la mujer, ni el feminicidio un asunto primordial en su agenda de Gobierno, y las manifestaciones siente que son lo suyo, perdió el balance una vez más. Acusó que detrás del movimiento de las mujeres había una vertiente que estaba en su contra y que quería que su Gobierno fracase al tiempo que no se consolide su cuarta transformación, “es el conservadurismo disfrazado de feminismo”, sentenció fuera de lugar, denostando un movimiento que no se manifestó contra él.
Y unos cuantos días después, todavía en marzo pero el 15, el Presidente ante la ya creciente demanda de toma de medidas preventivas por parte de la Organización Mundial de la Salud ante el contagio del COVID-19, coronavirus, o específicamente el SARS-CoV2, hizo caso omiso de la para entonces recién declarada pandemia, y se fue de gira a Guerrero, donde no sólo saludó de mano a cientos, también abrazó y besó a otros más. El caso del Presidente de México fue abordado en diarios internacionales, como un acto de irresponsabilidad.
Pero el Presidente Andrés Manuel López Obrador es así, se sale de balance cuando la agenda no la dicta él, sean los abucheos de ciudadanos a gobiernos que consideran corruptos, históricas marchas de la mujer, o un virus que se originó en Asia, que ha pasado por Europa y que está llegando con fuerza a América, particularmente a los Estados Unidos, a México, y sobre el cual, en el mismo estado de Guerrero, dijo el Mandatario nacional. “Tengo fe de que vamos a sacar a nuestro querido México adelante. No nos van a hacer nada los infortunios, las pandemias, nada de eso. Porque cuando no hay corrupción el presupuesto rinde, alcanza. No alcanza para nada el presupuesto cuando se queda en unas cuantas manos”.
Sin un discurso íntegro, directo, que aporte a la certeza de los mexicanos de que su Gobierno está actuando con responsabilidad ante la pandemia y en concordancia al aprendizaje de otros países que antes que México han padecido el contagio del virus hasta llegar a miles los infectados y hospitalizados, el Presidente López Obrador sigue en la mística.
Se adelantó el Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, y justo cuando López Obrador iniciaba su gira de abrazos en Guerrero, anunció que suspendería a partir del 20 de marzo y hasta el 20 de abril, las clases en todo el País. Era lo conducente. Lo que dictan las normas internacionales ante la contingencia del Covid-19. El aislamiento de la sociedad para evitar propagar el virus.
Poco a poco el resto de los poderes que integran el Estado Mexicano ha ido tomando medidas para sofocar en la medida de lo posible, las infecciones por coronavirus. El Poder Judicial también ha entrado en cuarentena, mientras el Legislativo se reunirá para lo estrictamente necesario. En los estados de la República, gobernadores han hecho lo propio, hacer un llamado al distanciamiento social para evitar los contagios, a los comercios a ser solidarios, a las empresas también.
En otros países donde el SARS-CoV2 entró en fase 2 (México no está aún en esa situación), se han emprendido una serie de acciones institucionales que van desde condonar el pago de los servicios, el agua, la energía eléctrica, en unos casos las rentas, y en otros hasta las hipotecas bancarias. De hecho de los países en riesgo, el único Mandatario que no ha salido a dar un mensaje a la Nación y la Comunidad Internacional, para dar certeza de organización, apoyo e inversión, es el nuestro.
En México la cosa es calmada, mística. El virus no estaba en la agenda de nadie, menos en la del Presidente López Obrador, y por tanto no es tema. No aún. Al menos no para él.