En esta realidad nacional, uno de los pendientes más urgentes de resolver, en el corto plazo es disminuir la desigualdad social. No podemos dar tregua a esa grave realidad que prevalece en el seno de la sociedad y que, mientras no la superemos, no podemos ser plenamente felices en nuestra convivencia cotidiana.

    Los ciudadanos de este país se encuentran complacidos por el dinamismo que observan en la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, quien viene desarrollando en el país una serie de iniciativas en favor de sus conciudadanos, reflejándose como una estadista de dimensiones extraordinarias.

    Comprobando que su pueblo tiene una Presidenta la altura de sus demandas, lo que llena de regocijo al pueblo, pues ve buenas expectativas en su futuro. El horizonte se ha tornado promisorio y prometedor desde que los ciudadanos se decidieron a romper radicalmente con el pasado ominoso, que oprimía a la inmensa mayoría del pueblo. Ese paso fue fundamental para empezar la transformación del país, con la liberación de los núcleos más desposeídos que existen en el país. En el sexenio que recién terminó se dio un gran paso en ese sentido, lo que significó un avance en abatir la pobreza de millones de mexicanos.

    Bajo el liderazgo de la Presidenta Claudia Sheinbaum, los ciudadanos tienen la seguridad que se avanza significativamente en abatir la pobreza en el país, hasta lograr su extinción del ámbito nacional. Hacia allá se encaminan los afanes de la Presidenta. Esto se ve con prístina claridad sin flaquezas de ninguna índole. Se palpa su entusiasmo por sacar a los pobres de la penuria en que se encuentran en algunas regiones del país. Lo bueno es que la gente ve con optimismo los programas de bienestar que la Presidenta Sheinbaum viene incrementando a todo lo largo del territorio nacional.

    Hay mucha certeza en los programas que se vienen aplicando por parte del gobierno de la Cuarta Transformación. Se tiene que buscar la forma en que la economía no solo favorezca a una pequeña franja privilegiada, sino que los bienes de la nación se repartan, como dice la Constitución, a todos los mexicanos. Hay que enfatizarlo, porque si no lo señalamos, esa realidad que nos golpea el rostro pasa desapercibida y no se combaten las causas que generan la desigualdad social. Estamos obligados a luchar por todos los medios para superar esa realidad que lacera nuestra conciencia.

    En esta realidad nacional, uno de los pendientes más urgentes de resolver, en el corto plazo es disminuir la desigualdad social. No podemos dar tregua a esa grave realidad que prevalece en el seno de la sociedad y que, mientras no la superemos, no podemos ser plenamente felices en nuestra convivencia cotidiana. Estamos seguros que la meta de nuestra Presidenta es superar los enormes abismos que existen entre los ricos y los pobres.

    Como lo hemos dicho en otras ocasiones, este país es privilegiado en el mundo, por las riquezas naturales que tiene en su seno, por la laboriosidad de su gente, por el talento de sus jóvenes. Por ello está en condiciones de dar un salto cuantitativo de grandes dimensiones y lo vamos lograr. Los avances en la actualidad están a la vista, nuestro desarrollo comercial ha avanzado prodigiosamente. Se avanza con un desarrollo estable, sin retrocesos de ningún género, además con un pueblo generoso, sumamente trabajador, lo que nos permite contar con una situación ideal para alcanzar nuestras metas en corto tiempo. De eso estamos seguros, esta Nación avanzará hasta dotarse de una economía desarrollada entre las naciones del mundo.

    La pobreza aumentó exponencialmente durante el periodo en que los prianistas mantuvieron la mayoría calificada en el Congreso de la Unión, reformaron la Constitución de la República a su antojo, en contra de los intereses de los más pobres y favorecieron a las elites económicas del país, de manera inaudita, con acciones realmente infames en perjuicio de las mayorías. Conforme se conocen las trapacerías de los prianistas, los ciudadanos se quedan atónitos.

    México es un país con un gran porvenir y, cuando el pueblo se decide a avanzar en su liberación económica, no hay poder que detenga su marcha por consolidar su futuro. Hacia allá camina con la seguridad de alcanzar sus objetivos. México y su pueblo cuentan con los elementos para alcanzar lo que se proponen, sin ninguna falla.

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