La semana pasada estuvo a punto de aprobarse una reforma constitucional para establecer como delito que amerita prisión preventiva oficiosa, es decir, se aventará el proceso penal en la cárcel mientras se decide si es culpable, al delito de defraudación fiscal.
Finalmente se adicionó el Artículo 19 de la Constitución para establecer otros delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa, pero quedó fuera el delito de defraudación fiscal.
Como quien dice, por un pelito decidieron no incluir a la defraudación fiscal en la lista de delitos de prisión preventiva oficiosa.
Como quiera que sea y antes de saber cómo viene la reforma fiscal, las señales que está enviando el Gobierno federal es que buscará ingresos de donde se pueda.
Y resulta que una de las principales fuentes de ingresos del Gobierno federal son los impuestos, lo que quiere decir que, al menos el 2025, pinta para que el Servicio de Administración Tributaria venga con todo por los contribuyentes para generar el mayor número de ingresos que se pueda.
Por lo tanto, mi consejo es que ponga en orden su situación fiscal y no se pase de listo, ya que, con o sin prisión preventiva oficiosa para la defraudación fiscal, si recurre a maniobras fiscales cuestionables, puede cometer ese delito y le pueden dictar prisión preventiva justificada por lo que corre el riesgo de tener que seguir su juicio penal desde la cárcel.
Búsquese un buen contador público que no le dé consejos fantásticos sobre cómo evitar pagar impuestos, sino que lo asesore para que pague lo justo y, si desgraciadamente le cae el SAT y le inicia alguna revisión, búsquese también un buen abogado fiscalista.
Lo que les pague de honorarios a los dos profesionales mencionados será una buena inversión si lo sacan en paz y a salvo de la acometida del SAT.
Repito, según mi percepción (puedo estar equivocado), el SAT viene con todo en el 2025... así que más vale estar preparados.
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