Como gaviota en vuelo
pasaron los días
de mi juventud airosa
surcando cielos
de azules mares
hasta que la brisa
los posó en tus ojos
y ahí se quedaron
a descansar por siempre.
Fueron tus azules ojos
los que me rindieron
lo que le dieron paz
a mi corazón ardiente
llenando de grana
mis joviales mejillas
y el color del oro
se prendió a mi pelo.
Así tu alma se sujetó a la mía
traslúcidas caminan
desde entonces
tomadas de la mano
como niñas
que hacen ronda al amor
y luego cantan.