Pleitos políticos: más pruebas y menos ruido
Choques Rocha-Cuén, Morena-PAS y UAS-4T
Aunque debieran correr por vías diferentes y dirimirse en órganos contenciosos competentes, la ríspida relación entre el Gobernador Rubén Rocha Moya y el Partido Sinaloense que dirige Héctor Melesio Cuén Ojeda, así como la supuesta intromisión del PAS que ganó 14 consejeros distritales en el proceso interno convocado por el Movimiento Regeneración Nacional, tensan la atmósfera política estatal y no instalan los blindajes para cuidar cuestiones fundamentales para la sociedad y la estabilidad.
Por dos semanas el ríspido trato Gobierno-PAS, Morena-PAS o Rocha-Cuén, como quiera verlo cada quien, se ha apoderado de los principales titulares de medios de comunicación, siendo que la conversación pública debiera ocuparse de temas que son esenciales para la seguridad, educación, alimentación, transparencia y gobernabilidad. Si al menos las partes en pugna pudieran cribar lo de valor y deshacerse de lo trivial.
Aquí no se trata de darle la razón a uno y quitársela a otro porque ello contribuye al desbarajuste inculpatorio y además usurparía la función de fiscales y jueces. Lo más conveniente es que las controversias se lleven a los ámbitos en los cuales deben litigarse con base a denuncias, pruebas, alegatos y determinación de responsabilidades. Si hubo injerencia del PAS en la votación intramuros de Morena, pues que sean las instancias partidistas las que actúen; si la UAS incurre en desviación de recursos públicos, que las Auditorías Superiores de la Federación y el Estado entablen las demandas penales pertinentes, y si hay trabajadores de la Universidad que destinan el tiempo laboral al activismo pasista que la legalidad institucional los sancione.
Tampoco ayuda el hecho de adelantar vísperas en cuanto a la ruptura definitiva o coyuntural de la relación entre el Partido Sinaloense y el Gobierno de Rubén Rocha Moya, pues equivale a desechar la máxima inalterable que establece que en asuntos de política tarde o temprano los extremos se juntan. Nadie que tenga dos dedos de frente le apostaría al desgajamiento de los salvoconductos jurisdiccionales para que reine la anarquía de los gritos y sombrerazos.
Sí preocupa la eventualidad de que los arbitrajes se ausenten y la justicia pase a último término. El “yo acuso” y el “yo me absuelvo” aportan a que la opinión pública le tema a sacar conclusiones por el presentimiento de que la autenticidad derrumbará pronto los desenlaces elucubrados. Si la costumbre del poder está repleta de enemigos irreconciliables que enseguida trasmutan a amistades entrañables qué caso tiene sudar por calenturas ajenas.
Urge la institucionalidad en cada cresta del conflicto. Acudir a los medios que determina la ley antes de dejarlo todo a la grandilocuencia de las notas de ocho columnas, poniendo el ejemplo los polos opuestos de lo que debiera hacer la sociedad en general en vez de apostarle más a los dimes y diretes que al sistema jurídico constituido para zanjar los altercados. Vale llamar a la tregua que le abra espacios al trabajo pericial que acredite los hechos imputados y proceda en consecuencia.
La actual radicalización de posturas originada por la sospecha de que el PAS subsiste a expensas de los recursos financieros y de la comunidad laboral y estudiantil de la Universidad Autónoma de Sinaloa da para mucho ruido mediático, pero hay que ver si alcanza para sostener las denuncias ante las instancias competentes. La presunción de inocencia hasta que una de las partes demuestre lo contrario.
La revisión del tema, sin embargo, presenta varias líneas para abordarlo. Una sería la inconveniencia o ilegitimidad de que al seno de la UAS incube un proyecto político que medra con los fondos financieros que de por sí son escasos para la educación superior, ese viejo debate alentado en el campus desde la candente época de los sesentas, y lo segundo determinar si no es el partido en el poder, Movimiento Regeneración Nacional, el que alienta que el PAS adquiera la influencia que tiene en el electorado estatal. ¿Esto tiene el impulso del Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, quien aspira a suceder en el cargo a López Obrador y le pide el apoyo al PAS y Cuén Ojeda?
Y así, sucesivamente, cuestionarlo todo. De parte de los dos bandos, o tres, que participan en el diferendo de índole más mediático que judicial deben clarificarse varios puntos ciegos de la historia de alianzas y desencuentros, de estados de ánimo en los protagonistas de la controversia, y de cogobiernos fallidos y empatías desbaratadas. Con un razonamiento inflexible: ni ahora ni ayer, mucho menos en el futuro, debió o debe existir un ente parasitario, sea cual sea, que debilite la naturaleza libre, plural y racional que a la UAS le resulte imprescindible como la tierra le es indispensable a la vida humana.
Por Sinaloa, por la UAS, por la Cuarta Transformación, por la estabilidad y legalidad, resuélvanse los conflictos en las instituciones de procuración e impartición de justicia, ya no más en los pódiums del poder, espacios noticiosos o las redes del escándalo.
Siempre nos quema la lumbre,
De hacer nuestras las reyertas,
Por esa mala costumbre,
De dar las disputas por ciertas.
Imperdible el testimonio que con valentía y serenidad presenta el joven Rafael Méndez Valenzuela sobre los 12 años de vida que le fueron robados por el cruel modelo mexicano de persecución del delito que primero acusa, priva de la libertad, arruina sueños y luego investiga si hizo justicia o perpetró una arbitrariedad más. La presentación en Culiacán del libro “Prisionero del sistema”, publicado por editorial Grijalbo, será hoy 18 de agosto a las 19 horas en la Librería México del Pacífico ubicada en Álvaro Obregón 433 sur. Los comentarios estarán a cargo de la académica y periodista Patricia Figueroa y del autor de esta columna.
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