El Golfo de México guarda una historia de transformación donde el descubrimiento petrolero ha reescrito el destino de miles de familias pesqueras. En julio de 1958, Rudesindo Cantarell, un pescador campechano, navegaba en su pequeño barco camaronero Centenario del Carmen cuando detectó algo inusual: una mancha negra emergiendo del fondo marino, cargada de un intenso olor a petróleo.
Sin saberlo, Rudesindo no sólo había encontrado una “chapopotera” -término local para fugas naturales de petróleo-, sino el mayor yacimiento petrolero de México. Durante una década mantuvo en secreto su hallazgo, temiendo que la revelación pudiera amenazar la actividad pesquera que sostenía a cientos de familias. Su temor se hizo realidad.
A Rudesindo le prohibieron regresar al mar para pescar en la que entonces ya se consideraba como la zona de influencia del complejo. La misma suerte que corrió el Centenario del Carmen, se extendió a la flota pesquera del estado de Campeche, que solía trabajar a través de los casi 21 mil kilómetros cuadrados [1] que ahora ocupaba el complejo petrolero.
Alrededor de mil embarcaciones de Ciudad del Carmen quedaron restringidas a no pescar en una gran superficie del Golfo de México [2], afectando al menos a 8 mil familias de pescadores (pensando en un promedio de 8 personas por embarcación, número que contempla la Carta Nacional Pesquera para algunas pesquerías de mediana altura en el Golfo de México) [3].
Si esto perjudicó a miles de pescadores, imagine un número aún mayor por el resto de los empleos, directos e indirectos, de toda la cadena de valor de la pesca en la región. Aunque no existen datos oficiales sobre las personas empleadas en la pesquería de camarón en la “Sonda de Campeche”, el impacto del cierre de zonas marinas a la pesca debe haber sido monumental.
Especies como el camarón rosado y el mero rojo están clasificados en deterioro y sobreexplotación en la Carta Nacional Pesquera (2023 y 2025). [4]
En una publicación de Mongabay y Data Crítica [5] se cruzaron datos de información oficial de derrames de petróleo en el Golfo de México con imágenes satelitales analizadas por científicos y expertos, revelando que la mayoría de los derrames no son reportados. Las empresas petroleras únicamente han reportado un 40 por ciento, y diferentes cálculos arrojan sub-reportes de derrames que van de las 10, hasta 200 veces lo que revelaron los estudios científicos. Peor aún, “de los 48 procesos sancionatorios contra estas empresas, entre 2018 y 2024, sólo en 21 se establecieron multas y únicamente han sido cubiertas las multas en ocho casos”.
Es evidente que las mayores afectaciones de los derrames, por una gestión deficiente, dañan a quienes viven del mar para subsistir. Si esto persiste, la abundancia marina continuará deteriorándose, la pesca en la zona se irá a pique y miles de personas quedarán sin su forma de vida, sin olvidar que una buena parte de nuestra soberanía alimentaria depende de la salud del mar, y esta también se perdería.
Es crucial reflexionar si queremos océanos saludables y abundantes, o ser víctimas de una obsolescencia que contamina y deteriora nuestra principal fuente de vida.
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El autor es Esteban García-Peña, coordinador de Investigaciones y Política Pública de Oceana en México.
1. Romo, Daniel. (2015). El campo petrolero Cantarell y la economía mexicana. Problemas del desarrollo, 46(183), 141-164.
2. Romo, Daniel. (2015). El campo petrolero Cantarell y la economía mexicana. Problemas del desarrollo, 46(183), 141-164.
3. Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural. (2023). ACUERDO mediante el cual se da a conocer la Actualización de la Carta Nacional Pesquera.
4. Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural. (2023). ACUERDO mediante el cual se da a conocer la Actualización de la Carta Nacional Pesquera.
5. Gibrán Mena Aguilar, Michelle Carrera. (2025). Derrames impunes: imágenes satelitales revelan seis años de derrames de petróleo no reportados por las empresas en el Golfo de México.