La consulta del 1 de agosto no sólo es inútil, es perversa.
Me explico.
La idea de una democracia directa es, cada día más, una ficción: dos cantones en Suiza. Desde hace más de mil años, en Islandia nació el primer parlamento, por cierto con un fuerte contenido proporcional. El Parlamento inglés es muy posterior, alrededor de 260 años. Las sociedades democráticas se gobiernan por medio de mecanismos de representación. La humanidad busca perfeccionarlos para que la complejidad social esté representada. Qué paradoja, las democracias fundacionales, Inglaterra y EEUU, se han rezagado en ello. Los mecanismos tradicionales de participación directa, -plebiscito y referéndum- se reservan para situaciones excepcionales y son muy riesgosos. En todo caso deben ser muy específicos. ¿Por qué son riesgosos?
Toda norma tiene un contenido axiológico que no debe ser puesto a consideración popular pues perdería su carácter civilizatorio. No se puede consultar el derecho a la vida, en todo caso se puede reglamentar desde la interrupción del embarazo hasta la pena de muerte. Si un psicópata, y ha habido muchos -de Hitler a Pol Pot- obtiene apoyo popular para exterminar a un grupo humano, sus actos serán un genocidio. La exaltación del odio es una amenaza para las democracias. Las emociones son manipulables. Cubrí para la prensa el plebiscito chileno. SÍ o NO a la continuidad de la dictadura, tal cual. Pinochet preparó el ambiente, su fiesta, para que ganara el SÍ: la economía crecía, el consumo galopaba, los beneficios se sentían en los bolsillos. Fueron días muy tensos y por fortuna y con mucho esfuerzo, ganó el NO, pero por poco: 53 contra 46 por ciento. Los otros miembros de la Junta no respaldaron a Pinochet en un nuevo golpe. Los EEUU se deslindaron. Las mangueras y toletes de los carabineros no sirvieron de nada. Se respetaron los resultados. Falló la fiesta inducida.
Las democracias deben ser estables y claras. Estables en el sentido de que no deben someter a los vaivenes de las emociones populares decisiones esenciales: la aplicación de la ley. Claras en tanto que no debe haber dudas sobre las funciones de cada poder. La justicia recae en el Judicial. La iniciativa de la consulta es otra ocurrencia propagandística de la 4T. El Congreso, con su mayoría aplastante, la aprobó y la Corte la avaló creando un alebrije que pocos entienden. La intención inicial fue enjuiciar a los ex presidentes, así en bloque, violando la presunción de inocencia, el debido proceso y aplicando un carácter selectivo a la ley. Una gran perversión populista. Los afiches de los señalados con sus rostros para enardecer a la población, recuerdan al nazismo. Azuzar odios para cosechar simpatías, de eso se trata. Por el tiempo transcurrido, difícilmente hay los elementos para procesarlos. Si los tienen que los muestren y procedan. Si no, que se callen. Generar expectativas de una justicia arbitraria y autoritaria, es enfermizo.
Lo único que debe regirnos es la ley. Punto. Su aplicación no se somete a la consideración popular. No es función de la Corte la redacción de un reactivo. Eliminaron los nombres, lo cual es correcto, pero dejaron correr la aberración. Al INE, pilar de nuestra democracia, se lo llevaron al baile obligándolo a implementar un mecanismo de participación popular venenoso y amañado que costará más de 500 millones. Mejor medicinas. La tentación de revertir con consultas principios básicos de la democracia siempre ha estado presente. Salinas de Gortari llegó a tener un nivel de aprobación tan alto que hubiera ganado una consulta sobre su reelección. El Universal (23/7/2021) midió los odios: 72.4 por ciento de los mexicanos ya desean enjuiciar a AMLO, con menos de tres años de gobierno. El patíbulo no tiene lealtades. La próxima podría ser su rostro con la leyenda 500 mil muertos.
La consulta es una peligrosa farsa. Pinochet quiso perpetuarse en el poder, Salinas no se atrevió. ¿Y AMLO?. Participar es complicidad.
No cuenten conmigo.