Personas afrodescendientes desplazadas por la violencia y pobreza extrema: el caso de Haití
“Nuestro país está devastado por grupos criminales que entran a las casas robando y asesinando personas, además de la terrible corrupción que hay en Haití”, menciona Ivette cuando habla de la situación por la que sale de su país de origen y recibe atención por primera vez en Sin Fronteras. Es una mujer afrodescendiente que llega sola, hablando poco el idioma español y con la preocupación de haber dejado a su familia en esas condiciones de violencia generalizada. Se le observa triste, con miedo y profunda angustia.
Y no es para menos, si consideramos que Haití es un país azotado históricamente por la pobreza, la corrupción y la violencia, como refiere la organización Internacional Human Right Watch: “la violencia que ejercen las pandillas se ha intensificado en los últimos 2 años, se estima que alrededor de 92 bandas se disputan control de territorios y poder en Puerto Príncipe”. (1)
Además, se calcula que un 40 por ciento de la población haitiana se encuentra en pobreza alimentaria, (2) no tiene acceso a agua potable, la crisis económica se intensifica por la violencia y por la subida de precios en los combustibles y la crisis sanitaria aumenta por la limitada accesibilidad al agua y a insumos sanitarios. La crisis se vuelve permanente y cada día cobra más vidas.
¿Qué otra alternativa tienen las personas haitianas o de cualquier otro país donde no hay más opciones que la muerte a manos de grupos criminales o la hambruna? Una de las principales problemáticas que lesiona y desarticula el tejido social de las personas y comunidades afrodescendientes, es la movilidad forzada provocada por la violencia en países de origen, además de violencia estructural y el limitado acceso a derechos humanos tan fundamentales como la alimentación, el acceso a la propiedad de la tierra, el empleo, la salud y la educación. Se suman en la actualidad los efectos del cambio climático y la amenaza directa a sus territorios.
Actualmente solo contamos con cifras estimadas sobre desplazamiento interno por países de la región de América, así como el número de solicitudes de asilo, de cruces fronterizos y de reconocimiento de la condición de refugiado. (3) Por ejemplo, las estadísticas obtenidas por instancias gubernamentales como la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) y la Unidad de Política Migratoria (UPM), solo contempla indicadores como el sexo, continente, país de procedencia, grupos de edad como infancias acompañadas y no acompañadas, así como los motivos de huida declarados, pero no existen cifras específicas sobre origen étnico y afrodescendencia. Es por ello que desde Sin Fronteras pensamos que esta estadística debe empezar a generarse, ya que esto nos permitiría hacer un análisis interseccional sobre la situación de las personas para comprender la complejidad en la atención psicosocial y jurídica que requieren los casos, así como la creación de una política social más incluyente, antirracista y de reconocimiento pleno de derechos humanos.
Mientras tanto, como sociedad mexicana, abracemos la empatía hacia el dolor de las personas que han tenido que desplazarse, ya sea de manera interna o cruzando fronteras internacionales, y seamos personas solidarias con quienes desean empezar un nuevo proyecto de vida en nuestro país, y no dejemos que el racismo nos quite la empatía.
* La autora Mercedes M. Sánchez Caballero es Auxiliar de Trabajo Social en Sin Fronteras I.A.P.
1 Human Rights Watch. (20 de agosto de 2023). Informe Mundial. Haití: Eventos.
2 Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra. (21 de agosto de 2023). Los desplazamientos de población alcanzan cifra récord en América Latina.
3 Hernández L. O. (21 de agosto de 2023). La Comar augura cifre récord de solicitudes de refugio este año. La Jornada.
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