Pensamientos sobre liderazgo

04/01/2025 04:02
    Cada inicio de año representa una oportunidad para replantearnos objetivos y trazar un plan para lograrlos. Este 2025 comienza con un gobierno nuevo que ha dado señales de mayor apertura y priorización de la agenda ambiental, las energías renovables y el impulso a los pequeños productores.

    Estamos iniciando una nueva jornada en este México nuestro; un nuevo año con sueños, buenas intenciones y buenos deseos para buscar mejores soluciones a los problemas y retos que nos ha dejado el 2024; porque retos son el problema de la inseguridad y violencia, el del cambio climático con sus consecuencias de contaminación, sequía y catástrofes naturales; reto es también saber cómo atender los problemas de la salud, de la educación deficiente de nuestros niños y jóvenes, así como el desorden legislativo y la falta de liderazgo para, precisamente, enfrentar esos retos y convertir los problemas en oportunidades.

    En esta columna se pretende hacer un recuento “al boleo” de ideas y pensamientos obtenidos de diferentes libros y textos, relacionados con las características que se espera que tengan los líderes que México necesita:

    Los líderes tienen una visión: de la patria, de la organización, de la empresa, de su familia, de su persona. Esa visión la comparten con sus seguidores y logran que la hagan suya y que estén dispuestos a luchar por ella.

    El líder tiene la capacidad de ver hacia el futuro y de ver el todo más que las partes.

    Disfruta con el poder, sin abusar de él. Sabe que el poder es para servir a los demás.

    No es la edad, ni la humildad, ni siquiera la brillantez intelectual, la característica esencial de un líder. Tampoco es el sexo ni la profesión.

    El líder sabe escuchar y sabe cuándo hablar y cuándo callar.

    El líder eleva al pueblo a su altura.

    Los grandes líderes no son los que desean tener seguidores, sino los que desean generar otros líderes. El líder informa, comunica, capacita a sus seguidores.

    Un líder mediocre crea seguidores mediocres.

    Los líderes en el ejercicio del poder, lo hacen con las maletas hechas.

    Cuida el orden y el orden te cuidará a ti (San Agustín).

    Los administradores tienen como objetivo hacer las cosas de la forma adecuada. Los dirigentes políticos tienen como objetivo hacer las cosas adecuadas.

    A la gente se le convence por la razón, pero se le conmueve por la emoción. El líder ha de convencer y conmover.

    Frecuentemente resulta necesario amputar un miembro para salvar una vida, mientras que sería imprudente perder la vida para salvar un miembro.

    No es la virtud lo que hace sobresalir a unos líderes por encima de otros. Los hay que pueden ser más virtuosos, pero tener menos éxitos.

    Tampoco la brillantez intelectual es su característica más definitoria. Todos los grandes líderes tenían más facilidad para medir consecuencias que para construir teoría.

    El liderazgo sólo funciona si se produce una vinculación en cierto modo mística con el pueblo.

    El líder tiene que aprender a hablar, pero también ha de saber cuándo debe hacerlo. De Gaulle señalaba insistentemente que el silencio puede ser un poderoso instrumento de liderazgo.

    Por otro lado, no aprendemos cuando hablamos, sino cuando escuchamos. Hay una regla que deberán seguir todos los que pretenden ser líderes: hay que ejercitar más el cerebro que la lengua.

    El líder que busca el éxito debe saber cuándo hay que luchar y cuándo tiene que retirarse, cuándo hay que ser inflexible, cuándo tiene que aceptar un compromiso, cuándo hay que hablar sincera y abiertamente y cuándo tiene que guardar silencio.

    El joven que hoy en día pasa horas hipnotizado por la televisión y su teléfono no podrá llegar a ser el líder del futuro. Ver televisión es pasivo. El líder es activo.

    Es tan importante subir al escenario en el momento adecuado como saber abandonarlo en el instante preciso.

    De todos los cambios, uno de los que producirán un impacto más fuerte en los futuros líderes, es el hundimiento de las barreras que habían mantenido a las mujeres apartadas de la vida política.

    Puede sorprender la avanzada edad de la mayoría de los grandes líderes de este periodo. Churchill ya tenía más de 66 años cuando comenzó a dirigir una Gran Bretaña que se encontraba en guerra. De Gaulle había cumplido los 67 años cuando creó la Quinta República. Y Adenauer tenía 73 años cuando tomó las riendas desde el puesto de Canciller federal. De Gaulle seguía siendo Presidente a los 78 años; Churchil era todavía Primer Ministro a los 80, y Adenauer conservaba el puesto de canciller a los 87.

    Líderes así, son los que a México le urgen.

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    cp_rafaelmorgan@hotmail.com