Paz o rendición, encrucijada para Rocha
Contra la violencia, cultura y educación

OBSERVATORIO
29/01/2025 04:02
    Hoy igual que ayer vamos a contrarreloj en la obligación de ofrecerles a las nuevas generaciones un mejor lugar para vivir. El hecho de estancarnos Gobierno y ciudadanía en la recurrente reacción sólo cuando la protección a la población entra en caos, e hibernar en el miedo durante los intersticios de la pax narca, lo único que significa es ignorar que la frecuencia del trueno nos está advirtiendo de la cercanía de la siguiente tormenta y que volverá a encontrarnos desprevenidos sin más opción que la de arrodillarnos.

    Hay liderazgos de los sectores social, económico y político que quieren acercársele al Gobernador Rubén Rocha Moya para la estructuración de la estrategia de construcción de paz efectiva y duradera, que es la acción unificada de largo plazo que evite que en Sinaloa esté sonando eternamente la cuenta regresiva hacia episodios violentos como el que actualmente golpea a la sociedad sin distingos. Aparte de las políticas públicas de atenuación de la presente crisis de inseguridad, debería estar corriendo aprisa el diseño del gran plan que instaure la mentalidad consensuada por la legalidad y civilidad como pilares de la convivencia armónica.

    Hoy igual que ayer vamos a contrarreloj en la obligación de ofrecerles a las nuevas generaciones un mejor lugar para vivir. El hecho de estancarnos Gobierno y ciudadanía en la recurrente reacción sólo cuando la protección a la población entra en caos, e hibernar en el miedo durante los intersticios de la pax narca, lo único que significa es ignorar que la frecuencia del trueno nos está advirtiendo de la cercanía de la siguiente tormenta y que volverá a encontrarnos desprevenidos sin más opción que la de arrodillarnos.

    Somos los sinaloenses la secuencia de tesones inconclusos por la paz, que dejamos a medias cada vez que el fuego hamponil nos roza la piel. Durante el gobierno de Francisco Labastida Ochoa (1987-1992) la esposa de éste, María Teresa Uriarte, realizó el experimento social consistente en acercar las artes a las zonas serranas de alta marginación a través de la dependencia denominada en aquellos tiempos Dirección de Investigación y Fomento de la Cultura Regional, verificando que en tales territorios sin acceso al desarrollo ocurría en los niños y jóvenes una especie de redescubrimiento de posibilidades distintas a las que ofrece la delincuencia.

    Más recientemente, Lázaro Fernando Rodríguez, actor, director de teatro y creador de espectáculos, montó la escena que recuperó la vida y peripecias de los campos pesqueros y al llevarla a varias comunidades costeras del estado el recién galardonado con el Premio Sinaloa de las Artes 2024, demostró que la cultura no sólo les cambia la vida a sectores siempre marginados de ésta sino que los involucra en trazar las rutas para escapar del olvido y la desesperanza.

    Y la fuerza de la educación como formadora de mujeres y hombres de paz igualmente arroja resultados excepcionales. Cuando Alfonso Calderón Velarde fue Gobernador (1975-1980) se inspiró en su origen serrano para construir escuelas y caminos que hicieran posible acercar el conocimiento y el saber a niños y jóvenes cuyo futuro gris lo escribían el analfabetismo, los jornales en los campos de mariguana y la miseria en sus distintos modos. Sin duda es el pionero en construcción de paz atacando la violencia desde el embrión que representa la desigualdad social.

    Ahora Rocha Moya puede hacerlo a través de una revolución en los ámbitos de la cultura, educación, oportunidades de progreso, empleos dignos, promoción de los valores y estímulo de talentos. Llegado el momento, la intervención numérica y logística de la fuerza pública federal y estatal deberá hacer labor de mantenimiento de la seguridad y cederle el lugar al esfuerzo de construcción de paz positiva y permanente. Y tendrá que aceptar las voluntades que desde lo individual u organizacional se apuntan en el intento de que los sinaloenses no volvamos a ser rehenes de guerras entre crimen organizado como la que inició el 9 de septiembre de 2024 y está por acabar enero de 2025 sin que veamos el final del conflicto.

    Esa es la encrucijada en que la historia coloca al Gobernador. Podría quedarse con la mala fortuna que le tocó al acontecer en su mandato la anulación de Ismael “El Mayo” Zambada como articulador de acuerdos entre el Gobierno y los cárteles mexicanos de las drogas, o bien erigirse Rocha Moya con el plan de paz que haga posible sacar a Sinaloa de la dolorosa vertiente de narcoguerras que cíclicamente instalan enormes mantas con letras gigantescas que dictan la pérdida aquí de toda esperanza.

    Y sí ha habido en el pasado voluntades notables en construcción de paz a largo plazo, como son los casos de los gobiernos de Calderón y Labastida, o de activistas culturales como Lázaro Fernando, aunque sean intentos aislados debido a la falta de continuidad por ciclos políticos que borran las huellas que dejan otros porque los empoderados en turno consideran que los sinaloenses estamos marcados por el sino del salvajismo, esa maldición por habitar la tierra que es cuna de grandes capos del narcotráfico.

    Construcción de paz como obra colectiva imperecedera, ahora; o continuar en el conformismo que es la consabida condición de ser víctimas, sentencia solamente postergada para mañana.

    Reverso

    Cuántas veces fue el terror,

    Que en todos hizo metástasis,

    Y nos mantuvo en el error,

    De ante la violencia, parálisis.

    Ombudsman de verdad

    Al iniciar ayer el Congreso del Estado la fase de comparecencias del proceso para designar al nuevo titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos la masa cívica en faena de construcción de paz debe cruzar los dedos para que el Legislativo no nos dé gato por liebre minimizando la compleja situación de violencia que exige a un defensor del pueblo ya calado en tan extenuante y peligrosa misión. Ojo diputadas y diputados en el apremio de que esta vez nadie quiere que nos salgan con la réplica del parto de los montes que en vez de alumbrar un robusto elefante salió con un desnutrido ratoncito.