De lo que estamos seguros es de que estudiantes y académicos, en el marco de la nueva Ley Orgánica, van a superar la crisis administrativa por la que atraviesa, producto de un cacicazgo que impulsó, en el pasado reciente, una deformación de su esencia al convertirla en Universidad-partido.

    El 21 de septiembre del presente año quedó plasmado, en la historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa, como fecha imborrable. Se aprobó la nueva Ley Orgánica, un hecho trascendente para el desarrollo académico de la más importante universidad pública de Sinaloa, semillero de profesionistas y cuya función primordial es educar a lo mejor de la juventud sinaloense. Se trata, además, en las circunstancias actuales, de un parteaguas en su historia, que marcará un antes y después en la lucha por el mejoramiento académico y una administración transparente de los recursos, como lo enfatiza la nueva Ley Orgánica de la UAS. Esta Ley Orgánica, aprobada por el Poder Legislativo del Estado, subraya, de manera preponderante, dos cuestiones que son sustantivas en la vida interior de la UAS: la Academia y la democracia, puntos nodales que van a fortalecer de manera plena su autonomía.

    Auténtica autonomía, nada de tergiversaciones del concepto, con fines aviesos, como hacía un grupo político al interior de la institución rosalina. Debe prevalecer la auténtica autonomía, como la concibió el movimiento estudiantil de Córdoba, Argentina, de 1918 y como la interpretaba José Vasconcelos y su grupo de intelectuales mexicanos, cuando -en 1929- impulsaron lo que pronto sería la Universidad Autónoma de México. En esos acontecimientos históricos nacieron los principios filosóficos que dan sustento a la autonomía en las universidades de todo el Continente Americano.

    En la UAS, la lucha por la autonomía tiene una gloriosa trayectoria. Sólo basta recordar a algunos ilustres universitarios como Rafael Buelna, Enrique “El Guacho” Félix, Liberato Terán, “Chichí” Meléndez... empeñados en dotar a la universidad rosalina de autonomía y libertad. También la memorable lucha estudiantil, desde 1966, relacionada con el impulso de una nueva Ley Orgánica, donde se reivindicó el cogobierno paritario como un principio democrático fundamental. La desventaja que tenían los estudiantes en los consejos técnicos y universitarios, donde eran minoría siempre, fue superada. Se rechazó el nombramiento de directores y del mismo Rector por una fantasmal Junta de Gobierno, exigiendo participación en la elección de sus autoridades. Todo esto hizo que la demanda de la paridad fuera enarbolada con inusitada pasión y energía por los estudiantes desde 1966 y jugara un rol precursor del gran movimiento estudiantil de 1968. El anteproyecto de Ley Orgánica de la UAS fue producto de un prolongado proceso de discusión y amplio consenso. Con la Ley de abril de 1972, que consagraba la paridad y extinguía la Junta de Gobierno, se dio un paso histórico para que la UAS consolidara su autonomía.

    Hoy, sin duda, las preocupaciones de los estudiantes y docentes tienen mucha importancia. Empiezan a pensar la forma del voto que propicie la democracia al elegir el Consejo Universitario, consejos técnicos, directores y al propio Rector. Tendrá, sin ninguna duda, que abrirse un amplio debate al respecto en el campus universitario, para encontrar la forma del voto que prevalecerá para normar la vida al interior de la institución académica. Existen experiencias en la Universidad al respecto, por lo que consideramos que no habrá dificultades en el seno de Universidad de los Buelna, para implementar la forma del voto universitario. La nueva Ley Orgánica tiene muchas cosas positivas que van a dar certidumbre a los estudiantes y maestros para organizar las funciones sustantivas de la Universidad.

    De lo que estamos seguros es de que estudiantes y académicos, en el marco de la nueva Ley Orgánica, van a superar la crisis administrativa por la que atraviesa, producto de un cacicazgo que impulsó, en el pasado reciente, una deformación de su esencia al convertirla en Universidad-partido. La reforma actual permitirá a la UAS superar ese primitivo caciquismo, retomar la senda de la superación académica, logrando recobrar el prestigio que siempre la ha caracterizado de ser la institución de más prosapia en el estado y hacer honor a su lema: “Hacia la cúspide”.

    La nueva Ley Orgánica del pasado 21 de setiembre es el instrumento perfecto para recuperar la esencia de lo que debe ser la “Universitas”, la plena libertad para impartir cátedra y hacer investigación; la plena libertad de opinión, permitiendo la convivencia en la diversidad; el respeto irrestricto a los derechos laborales, la aplicación de la norma estatutaria en el ingreso de los mejores docentes el respeto a la antigüedad, escalafón y promoción, priorizando la Academia y no otros fines aviesos.

    La Universidad Autónoma de Sinaloa tiene nuevas expectativas con la nueva Ley Orgánica. La universidad se encauza por la vía de su superación sin cortapisas. La UAS es la universidad de más prosapia en la entidad, por ello el Legislativo tomó medidas para permitirle superar las largas crisis en que se hallaba sumida esta casa de estudios.

    Vemos con optimismo cómo se proyecta en el País y el estado de Sinaloa un porvenir promisorio. Así queremos ver a la Universidad y a todo Sinaloa, superando lo que las obstruye y proyectarse con luz propia.

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