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Examinar las cosas de manera detallada para conocer su estado, características y operaciones por separado es fundamental para comprender su constitución, naturaleza y significado. A este detallado examen se le llama análisis.
Sin embargo, una cosa es analizar minuciosamente y otra muy diferente exagerar en este análisis. Hay personas que alargan excesivamente su análisis de manera que retardan la acción, lo que se conoce como parálisis por análisis.
Una narración ejemplifica este defecto: Un maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio zen. Cierto día el guardián murió, y hubo que sustituirlo.
El maestro reunió a sus discípulos, para escoger a quien tendría ese honor. "Voy a presentarles un problema, dijo. Aquel que lo resuelva primero será el nuevo guardián del templo".
Puso al centro de la sala un banco y sobre éste un florero de porcelana con una rosa roja y señaló: "Este es el problema".
Los discípulos contemplaban perplejos los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y elegancia de la flor... ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el enigma? Todos estaban paralizados.
Después de algunos minutos, un alumno se levantó, caminó hacia el vaso con determinación y lo tiró al suelo.
"Usted es el nuevo guardián”, dijo el maestro. Explicó: “Les dije que estaban delante de un problema. No importa qué bellos y fascinantes sean, los problemas tienen que ser resueltos.
“Puede tratarse de un vaso de porcelana muy raro, un bello amor que ya no tiene sentido, un camino que debemos abandonar pero que insistimos en recorrer porque nos trae comodidades.
“Sólo existe una forma de lidiar con los problemas: atacarlos de frente. En esos momentos no podemos tener piedad, ni dejarnos tentar por el lado fascinante que cualquier conflicto lleva consigo".
¿Analizo o me paralizo?