Otro intento por revivir al PRI en Sinaloa
O al menos obtener el petate del muerto
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Aunque no será precisamente el 9 de abril, Domingo de Resurrección, el Partido Revolucionario Institucional ensayará este mes en Sinaloa un acto de renacimiento más parecido al de la parábola bíblica donde Lázaro, que ya estaba muerto y enterrado, se incorpora a la orden de Jesús de “levántate y anda”. En este caso, el que quiere sacar del ataúd al PRI estatal es el dirigente nacional, Alejandro Moreno Cárdenas, quien es a su vez es el sepulturero, resucitador de las siglas tricolor y posiblemente hasta un cadáver político.
Una vez que el Comité Ejecutivo Nacional del PRI le allanó el camino a Moreno Cárdenas de opositores internos y procesos que los destituirían de la conducción priista, en la agenda de “Alito” retoma pertinencia la determinación de intervenir en Sinaloa y poner orden, si es que la militancia y liderazgos se disciplinan a sus designios, o agregarle más caos a lo de por sí liado, con posibles deserciones e impugnaciones.
Hay algo que le ayuda al líder nacional priista y tiene que ver con la maraña de avideces que participan en busca de presidir al partido en Sinaloa, ánimo de involucramiento que se echará a perder ante cualquier indicio de dados cargados a favor de alguno de los pretensos. De que hay piso disparejo lo hay, sin embargo, es en la capacidad de fingimiento de la democracia interna donde está el truco para lograr que todos crean que fue un procedimiento limpio, libre y consensuado.
Véase la dificultad de que queden contentos los 14 aspirantes de muy distintas ideas y trayectorias: Faustino Hernández Álvarez, Paola Gárate Valenzuela, Érika Sánchez Martínez, Álvaro Ruelas Echave, Marco Osuna Moreno, Maribel Chollet Morán, Nubia Ramos Carbajal, Hécbel López Caballero, Bernardino Antelo Esper, Armando “Kechu” Ramírez, Francisco “Chico” López, Gómer Monárrez Lara, Aarón Irízar López y Gabriela Inzunza Castro. Ruelas e Irízar son dos cartas ya mostradas por el Senador Mario Zamora Gastélum, elemento muy influyente en el círculo dorado en que se decidirá al respecto.
Paola Gárate de seguro no se prestará a que les salgan con un “domingo siete” en el cónclave que tiene poca voluntad de inclusión en razón de género y lo conforma algo parecido al “club de Tobi”. De las demás mujeres saldría un buen liderazgo, aunque hacen minoría con cinco en la catorcena de suspirantes por revivir al PRI estatal o ya de plano aplicarle la extremaunción.
Pero también participa alguien que le está repitiendo al oído a “Alito” la conveniencia del dirigente emanado de consensos y éste es el delegado del CEN, Ramiro Hernández García, que al mismo tiempo opera como dirigente provisional del PRI en Sinaloa. Hasta donde puede y se lo permiten le hace la lucha a que prevalezca la unidad interna, obra de muchos meses que se le puede derrumbar si persiste la tentación de demoler con un manotazo autoritario lo construido aquí por el ex Presidente Municipal de Guadalajara.
Desde septiembre de 2022 Hernández García ha querido pavimentar el antes pantanoso camino hacia la cohesión. Es más tesón que confianza en que ocurra el escenario donde todos salgan contentos, pues la gran prueba de fuego está en que Moreno Cárdenas y Zamora Gastélum pongan el cemento de la democracia partidista y los priistas locales, no los del centro, decidan el PRI que quieren para Sinaloa y no el que la cúpula nacional habilita para que unos cuantos se sirvan de las ruinas tricolor en 2024.
Entonces, muy apegado y allegado a Moreno Cárdenas, de lo cual no ha dejado dudas al acompañarlo en cuanto machincuepa intente éste, es a Mario Zamora Gastélum a quien se le leerá hasta el silencio ante los rumores de que intentará en erigirse como un “Alito” en Sinaloa. El legislador mochiteco que es el de mayor presencia en el CEN priista por parte de la entidad de los once ríos, será factor de unidad o desbandada según actué en la coyuntura de la tan pospuesta designación de dirigente del PRI en Sinaloa.
Dependerá también de la resistencia que muestren los 14 aspirantes ante intentonas de imposición, sólo si las hubiera, sin posibilidad de que cada uno quiera reventar el procedimiento por la única razón de que no fue nominado. Falta poco tiempo para determinar si el PRI de Sinaloa está de plácemes por la democratización, o decide proseguir en la agobiante condición del moribundo en torno al cual la parvada de buitres espera el final para convertirlo en banquete de los rapaces.
Nadie debiera preguntar hoy por el destino del Revolucionario Institucional en Sinaloa. No hay quien lo sepa. Quizás ya ni PRI haya. La cuestión a resolver es la capacidad y voluntad de los cabecillas y camarillas tricolores para convertir al partido en el Ave Fénix que emerge prácticamente de la nada, o refundirlo hasta el fondo de la cloaca de ambiciones intramuros en la que ahora habita.
Ya lo han velado en tantos abriles,
Esperando cuándo el PRI resucita,
Pero “Alito” en sus sueños febriles,
Tal vez así de muerto lo necesita.
Más que asueto para el autor, el descanso lo tiene bastante merecido el lector que nos hace el favor de seguirnos de lunes a viernes en este espacio. Por ello hacemos una pausa breve en estos días en los cuales la reflexión apremia al interior de cada individuo para tender los puentes de encuentro con aquellos ciudadanos que necesitan ser escuchados, atendidos e incluidos en la toma de decisiones de impacto colectivo. Deseando que todos y todo estén bien, regresamos con la columna Observatorio el martes 11 de abril.