Aislarse del mundo tiene consecuencias y costos; al final el mundo se aísla de nosotros. López Obrador obviamente exagera y lleva las cosas al absurdo cuando dice que no romperá relaciones con Canadá. Nada más eso faltaba. Por la imposición de visas no se rompen relaciones. De ser el caso no tendríamos relaciones ni con Estados Unidos, ni con Brasil, ni con muchos otros países que en efecto nos piden visas a los mexicanos. Está medio ardido, pero sabe también que son gajes del oficio. Él no quiso viajar; no le gusta viajar; pues ahora le pasaron la factura de no viajar.
La decisión del Gobierno de Canadá de volver a exigir visas para la mayoría de mexicanos que viajan a ese país, es un daño manejable pero molesto para México. Muchos obviamente recordamos el mal rato que pasamos bajo el gobierno de Harper, cuando se impusieron por primera vez las visas. En esta ocasión, como muchos de los que viajan a Canadá han ido a Estados Unidos, y teniendo una visa estadounidense se puede entrar a Canadá, no es tan grave el asunto, aunque sí es un poco ofensivo. Hay muchos motivos por los cuales los canadienses hicieron esto, que a continuación reseñamos, pero uno de ellos tiene un origen estrictamente mexicano.
El primer problema es el que el Gobierno de Canadá ha manifestado: se ha multiplicado casi por 100 el número de solicitantes mexicanos de asilo en Canadá desde el 2016 cuando se eliminaron las visas anteriores y hasta la fecha. Es una enorme cantidad de gente -casi 25 mil- que en efecto generan muchas tensiones en la maquinaria migratoria canadiense, y posiblemente en algunos aspectos del estado de bienestar de ese país. En vista de que aparentemente se han concentrado muchas de las solicitudes en la provincia de Quebec, han sido los canadienses francófonos quienes más han insistido en la reposición de visas.
Un segundo motivo parece ser que Estados Unidos también le ha sugerido a Canadá que imponga visas también ya que ha aumentado de manera significativa el número de mexicanos que entran a Estados Unidos desde Canadá, pero sin papeles estadounidenses. Es difícil saber hasta qué grado esto es cierto, y menos aún si Biden se lo pidió a Trudeau y si Trudeau acató la sugerencia estadounidense, pero es perfectamente posible que ese sea uno de los motivos.
Una tercera razón es que Trudeau y López Obrador se caen gordos pero no hay simetría entre la animosidad, porque no la hay entre los dos países. Viajan cada año a México seis veces más canadienses que los mexicanos que viajan a Canadá. Los canadienses que vienen a México se quedan bastante tiempo, tienden a venir cada año, gastan dinero -no son mochileros- y aunque muchos mexicanos que van a Canadá también gastan y permanecen varios días en aquel país, muchos también representan una menor derrama para aquel país que los canadienses en el nuestro. Entonces, que se caigan gordo Trudeau y López Obrador es una cosa, pero que sea asimétrica la mala vibra, es algo muy distinto. No hay tal simetría. El que provocó este malestar es el mexicano.
López Obrador se ha reunido solamente dos veces con Trudeau, en ambas ocasiones al margen de una reunión trilateral, como a la que no quiere acudir ahora en abril. Pero ni ha habido una visita bilateral propiamente tal de Trudeau a México fuera de ese marco, aunque lo había invitado López Obrador a permanecer casi una semana en Oaxaca hace unos años, y obviamente López Obrador nunca viajó a Canadá a visitar al otro socio comercial del TMEC.
El invento de López Obrador de que él convenció a Trump de incluir a Canadá en la renegociación del TLCAN, es eso, puro invento. Pero el hecho de desatender de esa manera la relación con Canadá iba a tener consecuencias. Ya las tuvo. Para decenas de miles, sino es que cientos de miles de mexicanos, ahora de nuevo va a haber que obtener una visa, pagarla, esperarla, y luego correr el riesgo de verla negada. No tiene nada que ver esto con campañas electorales en México o en Estados Unidos; posiblemente haya una motivación electoral por parte de Trudeau pero más bien sería por parte del Gobierno de Quebec.
Aislarse del mundo tiene consecuencias y costos; al final el mundo se aísla de nosotros. López Obrador obviamente exagera y lleva las cosas al absurdo cuando dice que no romperá relaciones con Canadá. Nada más eso faltaba. Por la imposición de visas no se rompen relaciones. De ser el caso no tendríamos relaciones ni con Estados Unidos, ni con Brasil, ni con muchos otros países que en efecto nos piden visas a los mexicanos. Está medio ardido, pero sabe también que son gajes del oficio. Él no quiso viajar; no le gusta viajar; pues ahora le pasaron la factura de no viajar.
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@JorgeGCastaneda