Por esa razón y el descrédito que cargan, los candidatos de derecha no van a superar fácilmente su marginalidad política. Para la mayoría del pueblo está claro cuáles son sus alternativas, que les permitan superar las taxativas que obstruyen su desarrollo.

    No podemos soslayar el ostensible contraste que encontramos cuando comparamos el pasado con el presente, referente al apoyo que los gobiernos prestan a los desposeídos. No hay comparación y lo hecho en el actual sexenio es enorme, en relación a la política de “cuentagotas” de los corruptos. El contraste que se produce, como acertadamente dice la gente, no tiene parangón, hoy los pobres tienen un lugar prioritario en los programas sociales del Gobierno.

    Muy distinto con el pasado, donde no se les veía ni se les oía. Esa era la escueta realidad, así actuaban los gobiernos del PRIAN en el pasado. Situación que las masas populares tienen grabada en su conciencia. En ese tiempo, los partidos de derecha mantenían una postura clasista y discriminatoria, ponían al frente del combate a la pobreza a verdaderos campeones de la corrupción y los fondos destinados eran la caja chica donde el manoteo era deporte nacional. Ahora los programas de bienestar están blindados, son derechos que están en la Constitución.

    Por esa razón y el descrédito que cargan, los candidatos de derecha no van a superar fácilmente su marginalidad política. Para la mayoría del pueblo está claro cuáles son sus alternativas, que les permitan superar las taxativas que obstruyen su desarrollo.

    En el presente, con motivo de las campañas políticas, la oligarquía y los partidos políticos de derecha han desatado una campaña de calumnias, de muy baja estofa, contra el Presidente Andrés Manuel López Obrador. Difunden, en sus medios -son dueños de cadenas de Radio, Televisión y Prensa-, las 24 horas del día, comentarios denostando al Presidente y a su familia, sin ningún miramiento, tratando de socavar su popularidad. Pese a esa campaña baja, el Presidente se mantiene arriba del 70 por ciento de aprobación ciudadana. Esto tiene enloquecidos a los partidos políticos de derecha, porque, pese a su descomunal campaña, no hacen mella ni pueden quitarle al pueblo el cariño que siente por su Presidente, a quien apoya y con quien se identifica plenamente.

    Mientras la oposición de derecha se desgañita, esparciendo infundios calumniosos, los ciudadanos valoran los hechos del gobierno de la cuarta transformación, con objetividad, corroboran las actividades del actual gobierno en bien del mejoramiento nacional. Los hechos están a la vista del pueblo; por eso, las campañas de calumnias que desarrolla la derecha no tienen eco en las clases sociales, que ahora están muy despiertas y no se van con la finta, como coloquialmente dice la gente. Y así se van a quedar, tirándole pedradas a la luna, esos partidos políticos de derecha, que día y noche esparcen infundios, sin lograr sus objetivos.

    Como dice el dicho popular: “en su cuero lo hallarán”, porque no vemos por ninguna parte cómo logren incidir en la sociedad. Están moralmente derrotados. Se ha dicho y lo subrayamos: el pueblo es mucha pieza para que, a estas alturas de la historia, se deje seducir por sus enemigos históricos, eso es prácticamente imposible. Hay infinidad de antecedentes que dan certeza a los ciudadanos, para mantener una postura favorable al actual cambio, a la regeneración del País, y no van a reducir el paso hasta culminar la justa electoral del 2 de junio.

    De aquí a la fecha que señalamos se van a presenciar muchos desfiguros de parte de la Oposición, sin incidencia en el desenlace de la elección presidencial. Se ve a leguas quién va a conquistar la Presidencia de la República. Sólo el fanatismo de algunos, no les permite ver la realidad, con la contundencia que se advierte ante la mirada del más lego en política.

    En la actualidad, el País tiene una ciudadanía con un nivel político admirable, demostrado en muchos momentos. Los únicos que no ven esa realidad son los que se beneficiaron, a manos llenas, del salinismo, que entregó bienes nacionales como confeti a sus allegados, sin ningún recato. Creando una casta de nuevos ricos en el País y acentuando, sin precedentes, la pobreza en amplios estratos de la sociedad, como en ningún régimen anterior, sólo comparable con el porfirismo. Ese fue un sexenio de ignominia para los obreros, campesinos y clases medias, y siguió ese nefasto modelo de gobierno hasta el sexenio de Peña Nieto.

    En el actual sexenio de gobierno se dio un viraje de gran dimensión en bien de los más pobres, notorio en todo el País. Esto ha acelerado la aplicación de programas sociales, el apoyo sin parangón a los adultos mayores y discapacitados, becas a estudiantes pobres desde el kínder hasta el doctorado, sembrando vida y proyectando un futuro mejor.

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