Ojos bien cerrados

    Es sabido que las películas de Kubrick no son sencillas y constituyen un desafío a nuestro intelecto, además de ser cocinadas con la mejor música clásica adaptada a cada escena, como si hubiera sido compuesta al respecto.

    Ojos bien cerrados fue la última película dirigida por el perfeccionista realizador, Stanley Kubrick, quien falleció de un ataque cardiaco a los 70 años, pocos días antes de la versión final, la cual se estrenó en 1999. Es un relato controvertido que ha sido considerado por muchos como una simple odisea sexual. Sin embargo, es sabido que las películas de Kubrick no son sencillas y constituyen un desafío a nuestro intelecto, además de ser cocinadas con la mejor música clásica adaptada a cada escena, como si hubiera sido compuesta al respecto.

    En fin, no vamos a comentar la película ni meternos en controversias inútiles. Si aludimos al título de la película es porque embona perfectamente con la reflexión a la que pretendemos invitar a usted.

    En 1995 fue publicada la novela Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, donde se narra una extraña enfermedad de ceguera blanca que se extiende sobre la población de una ciudad. Lo esencial reside en captar cómo responde la sociedad a esta extraña situación; es decir, si se mantiene unida en la crisis, si los valores de solidaridad, empatía y moralidad se mantienen vigentes en esa época de turbación y desamparo.

    Tratemos de atraer la metáfora a los problemas de nuestro Sinaloa, atendiendo a lo escrito por Haruki Murakami, en Kafka en la orilla:

    “Los ojos no pueden cerrarse. Cerrarlos no soluciona nada. Por más que los cierres, no desaparecerá el problema. Al contrario, cuando vuelvas a abrirlos, las cosas habrán empeorado aún más. Así es el mundo en el que vivimos... Tú mantén los ojos bien abiertos. Cerrarlos es de pusilánimes. Sólo los cobardes apartan la vista de la realidad. Y mientras tú cierras los ojos y te tapas los oídos el tiempo va transcurriendo”.

    ¿Tengo mis ojos cerrados?

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