La demagogia sirve justamente para eso, para encubrir la naturaleza de la realidad con ideas, no importa cuán distantes de ésta resulten. Y es que el lenguaje de la propaganda es casi por definición, el lenguaje de la mentira.

    La semana pasada escribí sobre la desaparición de Ángela. Las autoridades de la Ciudad de México informaron que la menor no sufrió ningún delito, se marchó del paradero del metro por voluntad propia y mostró videos de la adolescente en distintas partes de la ciudad, para evidenciarlo. Esta medida de la procuraduría fue cuestionada, con toda justicia, porque victimizó a la adolescente.

    Lo primero que habría que decir es que si la menor no sufrió ningún delito, como asegura la Fiscalía, es una muy buena noticia. También, que las autoridades respondieran e hicieran una investigación, es decir, que hicieran su trabajo aunque fuera tarde, no con la celeridad que requería el caso. Recordemos que la menor no fue encontrada por las investigaciones de las autoridades, sino que apareció en un predio del municipio de Nezahualcóyotl.

    Esto demuestra, sin embargo, que con voluntad política las investigaciones pueden mejorarse. Sigo preguntándome cuántas denuncias, sin visibilidad pública, son atendidas con prontitud y eficacia, y cuántas no. Sabemos que ha habido casos terribles de mujeres asesinadas que no fueron buscadas a tiempo. Así, que Ángela haya aparecido y no haya sido víctima de un delito es algo que celebramos. Lo menos que podemos exigir es que todas las denuncias de desaparición de mujeres y menores sean atendidas de manera expedita. No necesitamos que sean víctimas de un delito para que la autoridad las busque, al contrario: justamente esa es la función de la autoridad, encontrarlas antes de que sufran algún delito o rescatarlas si es que están siendo víctimas de alguno. La autoridad no puede asumir que las personas se fueron por voluntad propia, sino investigar las denuncias, ese es su trabajo.

    No voy a juzgar a la adolescente, si se fue por voluntad propia, porque no me corresponde: lo que realmente debe importarnos a todos es que la autoridad sea capaz de realizar su trabajo. Eso es lo que nos compete a todos.

    Lo segundo que habría que decir es que la investigación de las autoridades no despeja las dudas de qué le ocurrió a la menor, porque no explicó su aparición en un predio de Nezahualcóyotl, atada y en una bolsa de plástico. Los policías municipales declararon a la prensa que Ángela había sido encontrada con evidentes huellas de maltrato, por lo que aún queda por saber qué fue lo que realmente ocurrió.

    Lamentablemente, el hecho de que Ángela no haya sido secuestrada sino que se hubiera marchado por su propio pie, ha dado lugar a que las autoridades, haciendo propaganda, obscurezcan el fenómeno de la desaparición de mujeres y el delito de trata que se cometen en la capital, en circuitos y zonas delictivas, de prostitución, que cuentan con la complicidad de policías y autoridades. Delincuencia organizada y tolerada, sin duda. Así las cosas hasta ahora, querido lector.

    Otro ángulo del asunto es el contexto político en el que nos encontramos, donde la politización de la justicia es más evidente que nunca. No debiera ser así, pero parece imposible que la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, quien aspira a convertirse en candidata a la presidencia, esté más preocupada por gobernar la capital que por hacer propaganda. Lo mismo ha ocurrido con los accidentes del metro, que ha tratado de presentar como obra del sabotaje y no de la incapacidad de su gobierno al no darle un adecuado mantenimiento al metro. Se defenderá como gato panza arriba y dará marometas increíbles con tal de no asumir los errores que ha cometido su administración para que no la dañen políticamente. Todas esas maromas lo que exhiben es el total desprecio por las víctimas, la poca decencia para tratar con las circunstancias difíciles que ha tenido que enfrentar y que han dejado muertos y heridos como son los incidentes del metro, pero también el saldo trágico de la pandemia en la capital, producido por las malas decisiones de su gobierno y el gobierno federal.

    Es muy extraño por eso, querido lector, escucharla hablar del “humanismo mexicano”. Es extraño, en realidad, que los gobiernos de Morena, responsables del sufrimiento de muchísimas personas, se presenten como humanistas. Un humanismo que ha dejado sin medicamentos a niños con cáncer o que dejó morir a miles en sus casas en la emergencia sanitaria; un humanismo que no considera a las personas que han fallecido por su incapacidad y corrupción en el metro, pero considera al “pueblo”, así, en genérico.

    La demagogia sirve justamente para eso, para encubrir la naturaleza de la realidad con ideas, no importa cuán distantes de ésta resulten. Y es que el lenguaje de la propaganda es casi por definición, el lenguaje de la mentira. Los nombres de instituciones, por ejemplo, han sido camuflados con la jerga de los deseos, porque buscan borrar su naturaleza técnica, insuflándolas con la cursilería de los conceptos, como si el cambio de nombre les confiriera otra identidad, una benévola. Veremos, pues, querido lector, si la demagogia que han impuesto les funciona para conservar el poder o no y si su humanismo resulta creíble a pesar de su desdén por las víctimas.