Normalizar la expresión, no la excepción

ALTOPARLANTE
08/05/2024
    Atacar la libertad de expresión es contraproducente. Nunca se ha logrado silenciar completamente a las voces disidentes. Al contrario, entre más represión, hay más necesidad de expresarse.

    La mayor parte de la región centroamericana continúa su deriva autoritaria. Un autoritarismo construido cuidadosamente desde la colonia y que ha tenido muy pocos períodos de avances sociales. Desenmascararlo es parte del papel que organizaciones como Artículo 19 realizan cuando documentan, registran y analizan la situación de la libertad de prensa, el mejor termómetro para medir la salud de las democracias.

    El informe anual regional 2023 sobre la situación de la libertad de expresión en Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, es como todo en la región: extremo a ratos surrealista. Mencionaré lo que más me impactó del informe Normalizar la Excepción:

    ¿Cómo se explica que la sistematicidad de ataques en contra de la prensa en la región nos intente forzar a normalizar la violación de derechos humanos?

    El régimen de excepción en Honduras se ha prolongado por más de un año, con un marco legal que no garantiza la libertad de expresión y en donde se utiliza el derecho penal para castigar a los comunicadores y persisten los delitos contra el honor. Existe un gran estigma hacia el trabajo periodístico que se realiza entre restricciones, agresiones digitales y ataques.

    En El Salvador, donde el estado de excepción ha sido excepcionalmente largo (dos años) van más 70 mil detenidos, que no tienen garantías del debido proceso. Un dato escalofriante: el 35 por ciento de los salvadoreños están en la cárcel, es la población carcelaria más grande del mundo. Hay uso y abuso del aparato estatal para restringir, se reforman leyes para controlar a la población, vigilar a opositores y críticos. Lo más peligroso es que Bukele impone un modelo a seguir; la dictadura sin límites lograda por medio de la popularidad, una reelección (inconstitucional) y la acumulación de poder en una sola persona.

    Nicaragua tiene las cifras más dramáticas para ilustrar el acoso a la libertad de expresión. El desierto informativo se manifiesta en cinco municipios sin periodistas trabajando. Un 40 por ciento de comunicadores dejaron de ejercer, abandonaron la profesión por miedo a ser apresados. Con la Ley Especial de Ciberdelitos se ha encarcelado a periodistas por propagación de noticias falsas, mientras que 222 nicaragüenses fueron desterrados considerados traidores de la patria y 94 se les despojó de su nacionalidad en febrero de 2023. Rosario Murillo califica de terroristas y de mercenarios de la información a los periodistas. Y ha declarado a la prensa independiente y a una reina de belleza como enemigas públicas.

    Guatemala también vive un escenario complejo, una primavera que tarda en aparecer. Desde el 2019 vive una acelerada erosión a la libertad y derechos humanos. Más de 26 periodistas se exiliaron entre el 2021 y 2023, tras un proceso electoral cardíaco, en que el Ministerio Público se dedicó al acoso judicial de periodistas, opositores políticos y pueblos indígenas. Estas elecciones dejaron cifras alarmantes: 66 periodistas fueron agredidos en seis días: 11 diarios. Aunque la libertad de expresión está protegida por un marco jurídico, está constantemente bajo amenaza.

    Y en la isla de Cuba, en donde el Gobierno tiene el control completo de la narrativa y los medios, en el 2023 se documentaron 274 casos de agresiones: 103 casos de detenciones arbitrarias, 60 con suspensión a internet, 22 vigilados, 25 amenazados y 21 arrestos domiciliarios. En Cuba, el Gobierno regula al periodista. Si sale y habla no regresa.

    La resistencia es oxígeno

    Lo más importante no son estos datos escalofriantes. Atrás de estos números hay vidas, historias reales, personas que trabajan en condiciones adversas y aun así lo hacen bien. Atacar la libertad de expresión es contraproducente. Nunca se ha logrado silenciar completamente a las voces disidentes. Al contrario, entre más represión, hay más necesidad de expresarse. La prensa independiente en la región crece, se multiplica, aprende nuevas formas de sobrevivir, resiste, muta, se muda.

    La misma Cuba es un ejemplo de esto. Se consolida toda una generación de periodistas de investigación que manejan una oferta informativa variada y sólida. En El Salvador el periodismo de calidad se vuelve referencia y en Guatemala florecen proyectos que diversifican el paisaje de medios aun en el exilio. Honduras no se queda atrás y los periodistas y medios nicaragüenses han logrado una credibilidad sin precedentes.

    Es urgente investigar, exponer y encarcelar a quienes reprimen a la prensa. Y los demás países de Latinoamérica pueden verse reflejados en estos países que también son espejo y así garantizar que se normalice la libertad de expresión, y no la excepción.

    La autora es Lucía Escobar, periodista y colaboradora del programa de Centroamérica y el Caribe en ARTICLE 19 MX-CA.

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