Después de las vacaciones por la Semana Santa, aderezada por polémicas que mantuvieron la atención puesta en el derecho que todos tienen a ganarse la vida y en el reclamo a poner límites, no hay que olvidar que aún hay pendientes que deben atenderse.
Lo primero es el orden, en cualquier parte de Sinaloa, tomando el caso particular dada la discusión que se mantuvo durante la semana pasada. Una sociedad no puede avanzar si no cuenta con mecanismos eficientes que hagan que todos cumplan con lo que las leyes y sus reglamentos establecen.
Si se trata de la música, por ejemplo, hay ordenamientos locales que aunque ambiguos, establecen la prohibición de generar sonido “ruidoso” que afecte a los vecinos. Pero ese es solo un punto de partida hacia otros temas que requieren de orden.
Como por ejemplo, el transporte público y las condiciones mínimas de seguridad que deben contar las unidades y que las autoridades, en las supervisiones, pasan por alto.
O de educación vial, donde muy pocos atienden las indicaciones de los semáforos y casi todos buscan ganar a la luz ámbar, o amarilla, para alcanzar a pasar un alto. Y ni se diga de las prioridades que tiene el peatón en las reglas de movilidad y donde casi nadie respeta.
O del tema de vialidades relacionados con las motocicletas. ¿En qué momento o cómo podrá hacerse para que los conductores de motocicleta respeten las reglas mínimas de convivencia en las vialidades? ¿Por qué un motociclista parece tener inmunidad ante las frecuentes violaciones a las reglas de Tránsito?
Y ya ni decir de otros temas que también importan, como el cumplimiento de las autoridades en temas de servicios públicos, los cuales registran deficiencias de norte a sur del Estado.
O más importante, además, el tema de la inseguridad y la violencia, que no deja de generar preocupaciones.
Sí, hay que discutir los temas y hacerlos públicos. Pero no hay que olvidar lo importante.