Ni Cristo fue tan humilde como un político en campaña

ENTRE COLUMNAS
    En un país como México, en el que la gran mayoría de sus habitantes (y electores) viven en la pobreza, las candidatas y candidatos buscarán construir una imagen que empatice con esta población, tomándose fotografías mostrando una sencillez y humildad, a veces exagerada, cayendo en lo que podríamos conceptualizar como una ‘hiper-humildad’.

    Estamos en pleno proceso electoral rumbo al 2 de junio, en el que en el estado de Sinaloa elegiremos Presidente(a) de la República, diputados locales, diputados federales, senadores y presidentes municipales. Todas ellas y ellos, buscan seducir a los electores a como dé lugar.

    En sus discursos abundarán las mentiras; promesas que no pueden cumplir, o que no están siquiera en sus facultades en caso de ganar. Otros incluso de antemano saben que una vez ganando, harán exactamente lo contrario a lo prometido en campaña. No importa, el objetivo es ganar.

    De acuerdo a múltiples estudios de marketing político, un gobernante debe mostrar liderazgo; capacidad de resolver problemas importantes, de proveer seguridad a sus gobernados, en resumen, debe mostrarse poderoso.

    Ya lo dice Robert Greene en una de sus 48 leyes del poder: “la forma en la que uno actúa, determinará cómo lo tratarán los demás: una presencia vulgar o común, hará que la gente le pierda el respeto. Porque un rey se respeta a sí mismo e inspira el mismo sentimiento a los demás. Al adoptar una actitud de rey mostrando confianza en su propio poder, logrará que lo consideren destinado a llevar una corona sobre su cabeza”.

    Pero en un sistema democrático, primero tienen que convencer a los electores de que él/ella es la mejor opción para ejercer el poder. Para ello, tendrán que conectar con el electorado a través de su plataforma política; sus proyectos, ideas, y propuestas. En definitiva, es un elemento importante para seducir a los ciudadanos, pero más importante aún, es la imagen que construyen de su persona.

    Sobre todo en la actualidad, en la que los medios de comunicación masiva como el Internet, transmiten sus mensajes en tiempo real a millones de personas, la imagen personal se convierte en una cuestión fundamental en el juego de la comunicación política.

    Y en un país como México, en el que la gran mayoría de sus habitantes (y electores) viven en la pobreza, las candidatas y candidatos buscarán construir una imagen que empatice con esta población, tomándose fotografías mostrando una sencillez y humildad, a veces exagerada, cayendo en lo que podríamos conceptualizar como una “hiper-humildad”.

    En las redes sociales les veremos comiendo en los mercados y en los tianguis, abrazando con mucha ternura a la desconcertada abuelita. Se mostrarán sonrientes siempre, bailando, recogiendo basura, manejando camiones de transporte urbano, ensuciándose como nunca los zapatos. La intención de realizar estas actividades es demostrar su interés en las problemáticas que vivimos los ciudadanos de a pie.

    Por lo que he leído en los comentarios de las redes sociales de los mismos candidatos, esta hiper humildad, les ha traído una mayor cantidad de reacciones negativas que positivas, tanto que se han convertido en memes, de los cuales abundan en Internet.

    Algunos de esos comentarios hacen mofa de su falsa modestia como: “Si yo no fuera humilde haría esto”, o “Los políticos de mi pueblo en tiempos de campaña” o uno de los que más me hizo reír: “Cálmese señora, ni Cristo fue tan humilde”.

    Quizá en algún momento de nuestra política mexicana, este método de ganar votos les funcionaba, pero hoy ya nadie se cree ese cuento y, los políticos que lo hacen, terminan por convertirse en un meme con efecto negativo.

    Pero tenga paciencia estimado lector, ya acabará el periodo de campaña el 29 de mayo, y no los volveremos a ver en las calles hasta dentro de tres o seis años, cuando ocupen de nuevo el voto popular.

    Es cuanto...

    -

    omar_lizarraga@uas.edu.mx