El lenguaje humano permite transmitir ideas abstractas y conceptos imaginarios. Esto es lo que diferencia a los humanos de otras especies. Por ejemplo, una empresa como Apple o una nación como México no existen físicamente; son construcciones intersubjetivas mantenidas por acuerdos colectivos.

    Esta vez viene una recomendación en turno, todavía no termino la última entrega de Yuval Noah Harari pero siento que he leído lo suficiente como para atreverme a recomendarla.

    Nexus es el último libro de Yuval Noah Harari, publicado en 2024. Su título completo es Nexus: Una breve historia de las redes de información desde la Edad de Piedra hasta la IA. En este libro, Harari explora cómo las redes de información han moldeado la historia humana y reflexiona sobre su impacto actual, especialmente en la era de la inteligencia artificial. Analiza cómo la humanidad ha utilizado la información tanto para construir cooperación como para difundir mitos y ficciones, lo que a menudo ha llevado a dinámicas autodestructivas. También plantea los retos y oportunidades que enfrentamos ante la revolución tecnológica y la crisis ecológica.

    Y aunque tengo varios puntos que destacar en esta obra, al igual que en Sapiens profundiza en un término del que creo he escrito también antes, que es el de las “realidades intersubjetivas”. Estas realidades son construcciones colectivas que existen en la mente de múltiples individuos y que permiten la cooperación masiva entre humanos. No son objetivas (como las montañas o los océanos), ni subjetivas (como las emociones individuales), sino que dependen de la creencia compartida de muchas personas.

    Pero, ¿cómo se construyen estas realidades?

    Estas realidades se basan en historias o narrativas que un grupo acepta como verdaderas, incluso si no tienen base en la realidad física. Ejemplos incluyen la religión, las leyes, el dinero y las naciones. Harari explica que estas narrativas son esenciales porque permiten que millones de personas trabajen juntas hacia metas comunes.

    El lenguaje humano permite transmitir ideas abstractas y conceptos imaginarios. Esto es lo que diferencia a los humanos de otras especies. Por ejemplo, una empresa como Apple o una nación como México no existen físicamente; son construcciones intersubjetivas mantenidas por acuerdos colectivos.

    Las realidades intersubjetivas se refuerzan mediante símbolos (como banderas, monedas o textos sagrados) que otorgan legitimidad y tangibilidad a estas construcciones abstractas.

    Y por último, las instituciones sociales, como el sistema educativo, los gobiernos o las religiones, refuerzan estas narrativas a través de la repetición, la autoridad y los rituales, asegurándose de que estas creencias se transmitan de generación en generación.

    Si lo pensamos detenidamente es tan alentador como inquietante. Es decir; sí podemos construir nuevas realidades intersubjetivas si nos ponemos de acuerdo y ahí está el detalle, muchas veces, sobretodo cuando de cambio se trata, no lo hacemos.

    Por si no fuera poco Harari amplía este concepto al ámbito de la inteligencia artificial. Sostiene que la IA tiene el potencial de amplificar y transformar estas realidades intersubjetivas al ser utilizada para manipular las narrativas compartidas mediante la desinformación, los algoritmos de redes sociales y la creación de “ficciones” creíbles pero falsas.

    Por ejemplo:

    Los sistemas políticos pueden construir realidades intersubjetivas a partir de propaganda masiva.

    La inteligencia artificial puede generar consensos ficticios o reforzar creencias dañinas, desafiando la capacidad de las personas para distinguir entre verdad y ficción.

    Es decir; una realidad moldeada por el poderoso algoritmo y su caja de eco, pero sobre eso, escribiré la próxima semana.

    Gracias por leer hasta aquí. Nos leemos pronto.

    Es cuanto.

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