Históricamente he sostenido la idea de que el motor de la economía es la inversión productiva y el lubricante es la confianza. México necesita urgentemente inversión; nuestro país requiere más y mejores empresarios, nacionales y extranjeros, que creen más y mejores empresas que generen más y mejores empleos. Este es el camino sostenible para combatir la pobreza y cerrar la brecha de la desigualdad.
Desgraciadamente en este sexenio de López Obrador, el empresario y la empresa han sido severamente atacados y satanizados. Este gobierno de izquierda ve a las empresas como un mal y como “egoísmo” tanto en espíritu como en propósito. La 4T cree y promueve la lucha de clases, por eso pregonan que el empresario tiene una escasa estatura moral y lo presentan siempre como explotador.
Los izquierdistas no comprenden la diferencia esencial entre los países desarrollados y los subdesarrollados, donde los segundos han pretendido lograr su desarrollo con la explotación de recursos, mientras que los desarrollados entendieron que había un recurso que no admite ser explotado; este recurso es el ser humano y que para dar lo mejor de si este necesita explotarse así mismo, que no es otra cosa que darle su libertad.
Por eso los países desarrollados han educado a su gente en la libertad y la responsabilidad. Así los ciudadanos de estas naciones han sido también creadores de satisfactores cuando se les ha respetado y fomentado su libertad creativa y creadora, su libertad de emprender.
Estos países entienden que los llamados medios de producción no generan riqueza y progreso sin las personas que lideran estas iniciativas, los empresarios. Estos son los protagonistas de la vida económica.
Iván Lansberg en su libro “Los sucesores” (Granica,2000) nos dice: “para construir una empresa de éxito hace falta una dosis enorme de energía, talento, trabajo duro... y buena suerte. Los empresarios fundadores enfrentan formidables odiseas y deben tener una implacable determinación. No debería sorprendernos, entonces, que a los que triunfan tras años de esfuerzo, sus comunidades los consideran verdaderos héroes”.
Sin embargo, no todas las sociedades generan empresarios, por consiguiente, no todas pueden lograr crecimientos y cambios saludables y rápidos. Este es el caso de México que se ha conformado con un crecimiento mediocre del PIB por los últimos 30 años del 2 por ciento anual promedio aun cuando nuestro país sigue teniendo grandes oportunidades de desarrollo.
La familia Clouthier Carrillo fundamos hace 33 años la empresa desarrolladora de vivienda, Impulsora de Proyectos Inmobiliarios de Culiacán, S. A. (Impulsa) y desde 1990 hemos desarrollado más de 12000 casas en 65 proyectos. hoy operamos en Sinaloa y el Bajío una empresa en la que creemos que las utilidades son consecuencia de hacer las cosas bien, por eso ponemos énfasis en la calidad más que en la cantidad.
Buscamos exceder las expectativas de nuestros clientes generando valor para ellos, la empresa y las comunidades donde operamos.
También hemos impulsado el desarrollo personal, profesional y económico de nuestros colaboradores.
Hemos sido prudentes aplicando criterios de planeación y de administración de riesgos, sabedores de lo inestable que es nuestro país.
Estamos orgullosos de lo logrado en 33 años por lo que damos gracias a Dios y a todos los que han hecho esto posible, y deseamos y trabajamos porque este emprendimiento perdure por muchos años más.
Suscríbete y ayudanos a seguir
formando ciudadanos.