Dice el dicho popular que “portero sin suerte no es portero”. México tiene mucha suerte porque a pesar de haber desaprovechado o desperdiciado una gran cantidad de oportunidades, se le siguen presentando nuevas oportunidades que le permitan “salir de jodido”.
Lo que sí es una realidad es que con pura suerte no lo lograremos, nosotros los mexicanos, incluyendo nuestros gobernantes, necesitamos hacer la tarea.
Mi padre Maquio decía que “los milagros sí existen, pero nosotros tenemos que poner de nuestra parte, porque el de arriba siempre pone la suya”.
Los mexicanos desperdiciamos la oportunidad que ofreció el petróleo desde la época de López Portillo, lo derrochamos en la borrachera de gasto como nuevos ricos.
También desaprovechamos el impulso de la alternancia con Fox, el mundo volteó a ver a México con gran expectativa y se perdió la ocasión. Igual en este sexenio foxista los precios del petróleo subieron por arriba de los 100 dólares el barril y se derrochó el recurso en lugar de haberlo invertido en infraestructuras.
Desde el año 2000 se nos dijo de la oportunidad histórica que significaba “el bono demográfico” y también dejamos pasar esta circunstancia única para nuestra economía.
Con Peña Nieto se dejó ir el “mexican moment” con las reformas económicas estructurales para darle paso a una de las peores corrupciones del priismo. Literalmente se atascaron como si les debiéramos los mexicanos al PRI 12 años, y llegaban a cobrarlo con voracidad.
Finalmente se tiró por la borda la legitimidad con la que llegó López Obrador al poder con mayoría calificada en el Congreso en sus inicios, contaba con el respaldo de la gente y todo su capital político para hacer el bien, pero lo perdió atrapado en sus mentiras, su ideología, en sus complejos, en su ego, su rencor social, su deseo de venganza y su irresponsabilidad, y nuevamente desperdiciamos la oportunidad histórica.
Pero una vez más Dios y la Virgen de Guadalupe se compadecen de los mexicanos y nos ofrecen una nueva oportunidad que, si somos capaces de aprovecharla, México puede tomar un rumbo hacia el desarrollo económico sostenido para los próximos 15 años. Esta oportunidad se llama el “nearshoring” o relocalización.
Hoy muchas empresas del mundo, pero en especial de los Estado Unidos han decidido relocalizar sus plantas de producción, abandonando China, y establecerse lo más cercano al mercado estadounidense.
Ante esta nueva realidad, México se ha convertido por su ubicación en una extraordinaria opción, pero esta oportunidad presenta retos.
Se requiere un gobierno que genere confianza a la inversión y un Estado de Derecho que dé certidumbre. Igualmente se requiere combatir la inseguridad que prevalece en varias regiones del País.
También se necesitan inversiones en infraestructura y políticas públicas que propicien un buen ambiente de negocios. Se requiere agua y electricidad, así como mejor interconexión terrestre, aérea y marítima. A su vez, es necesario mejorar la infraestructura urbana, el transporte público y la oferta de vivienda en las ciudades donde se instalarán las nuevas industrias.
Especialistas estiman que si hacemos la tarea, la IED podría aumentar de 35 mil millones de dólares en 2022 a 60 mil en cinco años, con su correspondiente generación de empleos y crecimiento económico. ¿Estaremos a la altura?... Todo indica que el Presidente pendenciero no lo está, ¿lo estará el que venga en 2024?
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@ClouthierManuel