Narrativa ciudadana: protagonistas en la creación de la agenda pública

    “La construcción de la agenda pública comienza cuando los ciudadanos dejan de ser espectadores para convertirse en actores del cambio”.
    La clave de la narrativa ciudadana para incidir en la agenda pública está en fomentar un esfuerzo ciudadano que unifique intereses más allá de las diferencias políticas, económicas o sociales, centrado en la defensa de los derechos colectivos.

    La narrativa oficial ha dominado la agenda pública, decidiendo qué temas se colocan en el centro del debate y cuáles se relegan al margen. Este fenómeno político caracteriza a los regímenes o contextos donde la concentración de poder es alta. En estos casos, las instituciones gubernamentales, ciertos medios de comunicación y figuras clave de opinión pública moldean el debate de manera que éste se alinee con la narrativa oficial.

    Este escenario crea una esfera pública limitada, donde sólo se legitiman posturas a favor del régimen o de la narrativa dominante. La polarización resultante desacredita a quienes disienten, mientras que aquellos que apoyan sin cuestionamientos son aplaudidos, exaltados e incluso, en ocasiones, cooptados. Este contexto erosiona el debate plural y democrático.

    Frente a esta realidad, el gran desafío que enfrentamos como ciudadanos es la construcción de una narrativa propia que nos una en la lucha por un propósito común: la defensa de nuestros derechos y nuestra dignidad.

    Una narrativa propia

    La narrativa ciudadana cobra fuerza cuando comprendemos que los problemas que enfrentamos no sólo nos afectan de manera individual, sino que tienen un impacto colectivo. El primer paso para su construcción es entender que cuando se violan los derechos de una persona, se vulneran los derechos de todos.

    La clave está en fomentar un esfuerzo ciudadano que unifique intereses más allá de las diferencias políticas, económicas o sociales, centrado en la defensa de los derechos colectivos.

    No podemos aceptar ser tratados como súbditos que deben callar y obedecer; es necesario alzar la voz y reconocer que ya existen muchos ciudadanos luchando por sus derechos.

    Este cambio de rol, de ciudadanos pasivos a protagonistas activos, implica una transformación hacia la solidaridad y la cohesión social. No será sencillo; demandará construir un diálogo alternativo y propositivo.

    Redes ciudadanas
    temáticas: ejemplos de acción

    Por fortuna, no partimos de cero. Diversos sectores de la sociedad civil ya han recorrido un largo camino en la construcción de alternativas. Redes ciudadanas temáticas han alzado su voz y trabajado activamente para generar espacios de diálogo y colaboración. Estas redes buscan encontrar soluciones a los problemas más urgentes del País y abarcan una amplia variedad de ámbitos, entre ellos:

    - La defensa de los derechos humanos.

    - La protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático.

    - La defensa del derecho al agua y la justicia hídrica.

    - El apoyo a mujeres víctimas de violencia de género.

    - La promoción de derechos reproductivos.

    - El impulso de políticas públicas en salud.

    - La transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción.

    - Garantizar y promover el pleno ejercicio de los derechos de los mexicanos en el exterior.

    - Defender los derechos humanos de los migrantes.

    - El fortalecimiento de la sociedad civil y las instituciones de seguridad pública, justicia y gobernanza.

    - Red Nacional por la Paz; impulsada por la CEM, CIRM, Compañía de Jesús y Dimensión Episcopal para los Laicos.

    Estas redes no sólo buscan ser escuchadas, sino que también desean que sus propuestas sean tomadas en cuenta en la creación de políticas públicas. Son protagonistas que articulan demandas concretas hacia las instituciones, participando activamente en la construcción de soluciones.

    Ciudadanía y poder: una nueva relación

    La narrativa que emerge desde los territorios y espacios públicos nos muestra una nueva forma de interacción entre la ciudadanía y el poder. Esta relación no se limita a expresar inconformidades, sino que exige un trato digno y promueve la participación activa en la defensa de los derechos de todos.

    El reto es generar propuestas viables que puedan transformar de manera sustantiva la realidad tanto de los ciudadanos como del país.

    Este esfuerzo se centra en la creación de espacios de diálogo, colaboración, corresponsabilidad, rendición de cuentas y donde el respeto mutuo es el valor primordial. Solo así podremos promover una política más inclusiva, respetuosa de la dignidad humana, y convertir a la ciudadanía en verdadera protagonista del cambio social.

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