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"ÉTHOS"

"Música del alma"

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    rfonseca@noroeste.com
    @rodolfodiazf

     

    Hay música que enciende y electriza el cuerpo; otra, seduce y extasía el alma. La primera hace gritar de emoción; la segunda, conduce con sutil vibración a la más profunda intimidad.

    Ennio Morricone, autor de más de 400 temas de películas, falleció ayer a los 91 años en Roma. Serio, reservado, tal vez adusto, pero de trato respetuoso. La grandeza de su alma transpira en su inmortal música.

    Parco para hablar, sintético para escribir. Dejó una breve carta de despedida: “Yo, Ennio Morricone, he muerto. Lo anuncio así a todos los amigos que siempre me fueron cercanos y también a esos un poco lejanos que despido con gran afecto”.

    En su lacónico estilo, señaló que se despide sin grandes aspavientos porque “no quiere molestar”. Con gran afecto se refiere a “Peppucio” (Giuseppe Tornatore, director de Cinema Paradiso) y a su esposa, Roberta Pacetti: “amigos fraternos muy presentes en estos últimos años de nuestra vida”.

    Lógicamente, reservó palabras íntimas para sus hijos y nietos, y, de manera especial para su esposa, Maria Travia: “A ella renuevo el amor extraordinario que nos ha mantenido juntos y que lamento abandonar. Para ella es mi más doloroso adiós”.

    Pero, si para escribir o hablar era reservado, en la música vertía el venero de su corazón, como en el ya citado Cinema Paradiso, La Misión, La leyenda del pianista de 1900, Los intocables, Malena, y los spaguetti western de El bueno, el malo y el feo, Por un puñado de dólares, Hubo una vez en el oeste y muchas películas más. En 2006 se le concedió un óscar honorario y en 2016 lo obtuvo por el tema de Los odiosos ocho.

    Con pesar, me entero también del fallecimiento del maestro Cuauhtémoc Celaya. Descansen en paz.

    ¿Disfruto la música del alma?