Mucha sociedad y poca partidocracia
De la Madrid: ciudadanos, no virreyes
A lo mejor no es el que va a ganar la candidatura del Frente Amplio por México, ni siquiera quien le preocupa al Presidente Andrés Manuel López Obrador que está ocupado en dirigir la campaña del Movimiento Regeneración Nacional, pero sí es Enrique de la Madrid el que trae más acabado el planteamiento de la participación ciudadana para la construcción del modelo de País sin los políticos que una vez en el poder trasmutan a dictadorcillos que requieren del ladrillo para adquirir estaturas horripilantes. La idea de más sociedad civil es la clave para darnos el destino imaginado y concretado por nosotros mismos.
La “mejor versión del País” que plantea el hijo del ex Presidente Miguel de la Madrid Hurtado es a la vez la utopía de encargárselo a los partidos que lo materialicen. En realidad, ni el Frente Amplio por México con todo y la xochitlmanía, ni el arbitrario Morena y la decaída campaña de Claudia Sheinbaum, son la luz al final del túnel que la Patria necesita. En todo caso podrían ser el medio pero no el fin, siempre y cuando viren a más ciudadanos y poca, muy poca, partidocracia.
Quizá porque trae el gen de la política saturándole las propuestas, el pretenso a tomar la bandera presidenciable por los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional y de la Revolución Democrática intenta la despartidización como único salvoconducto del pasado que lo acosa. Trae tatuado al PRI, al presidencialismo, y aun así llega al atrevimiento de formular el ingrediente que falta para cocinar el mejor México posible: la sociedad desplazando a siglas infinitamente aviesas.
Ciudadanos de tiempo completo, de convicciones enteras, de totales buenas intenciones, de ideas íntegras y esfuerzos llenos es lo que debiera estar viendo el electorado a menos de un año de que el 2 de junio de 2024 vuelva a salir a intentar el experimento cívico de democracia razonada y por lo tanto efectiva. Sí, tal como lo propone el ex Secretario de Turismo en el tours proselitista que realizó el miércoles en Culiacán sin mayor trascendencia que la de haber reunido a un grupo de priistas en el auditorio del PRI.
Entonces, en vez de centrar la atención en lo anémico de la precampaña de Enrique de la Madrid, pongámosle énfasis a lo saludable de la arenga de “un País donde no necesitamos reyes o virreyes; necesitamos ciudadanos. Creo en el municipio, creo en el Estado, y digo más municipio, más Estado, más ciudadanía y menos presidencialismo”. “No es el PRI la solución, la solución es, en este caso, un frente amplio de partidos políticos de Oposición pero sobre todo ciudadanos, que estemos convencidos que tenemos que construir una mejor opción hacia adelante. Del pasado lo que servía, lo malo no, repetir excesos no, pero sí hay que construir a partir de lo que servía del pasado, también de lo que sirve de hoy”.
Más claro ni el agua. Sería excelente que Xóchitl Gálvez, la que se perfila como candidata de la alianza PRI-PAN-PRD a la Presidencia de la República, asumiera la conjetura de partidos desdibujados y ciudadanía resaltada. O que Claudia Sheinbaum marcara distancia de López Obrador, figura megapartidizada y roída, y procediera a la proximidad con la gente que cada vez más abomina a los tótems y prefiere a líderes de carne y hueso, humanizados y tangibles.
Es mucho pedir. La política tiende a asfixiarse sin la respiración boca a boca que le suministran las mafias de la corrupción y delincuencia organizadas. Ahí está el intento de restaurar lo fundamental a través de la llamada Cuarta Transformación. He allí el resultado del actual Presidente descuidando sus deberes y distraído en garantizar que alguien de su partido lo releve en el cargo, reincidente en mandar al diablo a las instituciones tal como lo hace con el Instituto Nacional Electoral.
Algo de frescura le agrega De la Madrid al futurismo desatado en los bloques gubernamental y opositor. Además de que conoce la problemática de México, tiene un referente vivencial de las entrañas del poder, así haya sido de joven cuando estuvo preso de los muros de despotismo de Los Pinos, y eso es lo que más suena a rareza al irrumpir con la propuesta de bastante ciudadanía y poquísimos, casi imperceptibles, partidos.
Tiene razón porque la gente está asqueada de partidos en cuya lógica prevalece la ambición desmedida de dominio tipo monarquía y desvanece la fundamental acción cívica guiando hacia gobiernos sensatos. Los mandatarios nacionales impregnados de partidos han echado a perder aquello que la fuerza social edificó con tenacidades, a veces con sangre. El divorcio entre siglas electoreras y masas pro libertades sucedió hace décadas, en regímenes priistas y panistas, mientras que a la Cuarta Transformación se le apostó la reconciliación y lo que devino fu mayor separación.
Se acerca la hora de intentar de nuevo la hazaña del México que siempre hemos deseado. Solamente con la suficiente ciudadanía y mínima partidización lo vamos a lograr, si es que queremos y nos les atravesamos a pretensos que traen el chip mental de más de los mismo. Ni lo piensen, no nos volverán a enredar en sus marrullerías.
La sociedad les notifica,
A los políticos y sus partidos,
Que al voto se le complica,
Creer en charlatanes repetidos.
Por motivo de vacaciones, principalmente asueto para los lectores que merecen el descanso pleno, sin hipótesis sobre la realidad de Sinaloa porque a pesar de todo la tierra de los once ríos hay que disfrutarla en la magnificencia de lo soñado y lo optimista, este simulacro de análisis llamado Observatorio no se publicará durante la próxima semana. Nos vemos aquí el lunes 7 de agosto. Que todo transcurra bien para todos.