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Desde los primeros días de diciembre se sabía quiénes serían las ganadoras de las encuestas de Morena a diferentes candidaturas a gobernador. Lorena Cuéllar en Tlaxcala, Layda Sansores en Campeche, Clara Luz Flores en Nuevo León y Marina del Pilar en Baja California.
Así lo decidieron en la cúpula de Morena y así se consignó en este mismo espacio el 2 de diciembre de 2020 con el título Las Morenas 2021. Falta una, Indira Vizcaíno Silva en Colima. Cinco candidatas mujeres del partido en el poder para las elecciones estatales del próximo año, cuando se renovarán quince gubernaturas.
A excepción de Marina del Pilar, todas ex priistas, pero al igual que ella, todas ligadas al centro del poder del partido fundado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador.
La que no es legisladora, era súper delegada. La propia Marina hoy correrá con dos licencias. La primera la solicitó en su calidad de Diputada federal luego de su triunfo en el 2018, para buscar la Alcaldía de Mexicali, la cual ganó en 2019, y ahora vendrá la licencia a ese cargo para contender por la gubernatura de Baja California en el 2021.
De acuerdo al dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, quien ha ido anunciando las candidaturas seleccionadas en los días recientes, luego que el 4 de diciembre recibió las solicitudes de registro de los aspirantes, las mujeres en cuestión fueron las absolutas ganadoras de las encuestas realizadas, pues ese sería el método adoptado por el partido.
Sin embargo, de las encuestas no se ha proporcionado ni resultados, ni metodología, ni resumen del estudio cuantitativo, mucho menos una presentación a cargo de la casa encuestadora escogida para levantar el estudio.
El resultado lo valida la voz de Delgado y el levantamiento de brazo que en señal de victoria hace a los favorecidos. Eso es todo. Ninguno de los participantes en las encuestas ha tenido acceso a una revisión de los estudios o en su caso la metodología, dados a conocer abiertamente. Dos de los participantes confiaron ellos que solo les comunicaron el resultado ganador. Y bueno, lo deben aceptar e institucionalizarse con el partido que les ha dado poder político.
En el caso de Alfonso Durazo, era tan obvio que sería el abanderado desde que renunció a la Secretaría de Seguridad y Protección Federal, del Gobierno de la República en octubre, que ni siquiera hubo otros aspirantes registrados para buscar la gubernatura de Sonora, en tales condiciones, al más viejo estilo priista, fue designado candidato de unidad de Morena para suceder a la gobernadora Claudia Pavlovich Arellano.
Jaime Bonilla, el convaleciente Gobernador de Baja California (se ha contagiado de Covid-19 en dos ocasiones), se refirió con la misma premisa a Marina del Pilar, la llamó “candidata de unión”.
Morena, el partido en el poder, el de los 30 millones de votos para el Presidente de la República, dejó la tómbola en el caso de las candidaturas a gubernaturas y se fue por las designaciones. Gente cercana a Delgado, o al Mandatario nacional, La comparación con lo que solía hacer el PRI para designar a sus nominados a puestos de elección popular cuando gozaba de un poder hegemónico al que aspira hoy Morena, no es gratuita, es ganada a pulso de dedazo y complacencia, por encima de la transparencia y la democracia interna del joven partido político que fue el Movimiento de Regeneración Nacional.
En el caso de la candidata a gobernador de Nuevo León, Clara Luz Flores, apenas renunció al Partido Revolucionario Institucional en febrero pasado, poco antes que México entrara a la pandemia por la contingencia sanitaria mundial por la Covid-19. El PRI en aquel estado, como en muchos otros, no era para ella garantía de triunfo a pesar de su popularidad que como Alcaldesa de Escobedo ha adquirido, y como muchos tricolores el refugio político para seguir ganando elecciones fue migrar a Morena, el partido del momento, el del Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Con los priistas migran también las mañas que todo partido en el poder adquiere y no transforma ninguno: las designaciones, los dedazos, la simulación, los candidatos de unidad, de hecho un término este, acuñado en el seno del PRI para alienar a todas las bases al candidato en cuestión.
Las designaciones seguirán en Morena, al más puro estilo priista.